lunes, 5 de agosto de 2019

El Nobel de Galdós


A comienzos de siglo el nombre de Galdós se coló seguidas veces en el listado de la Academia Sueca, como apuntó el experto galdosiano Pedro Ortiz-Armengol, autor de la premiada biografía Vida de Galdós.

Dado que Galdós fue miembro de la Real Academia Española, él mismo recibía las circulares del comité del Nobel, que invitaba a los académicos a proponer candidatos. Y muchos presentaron el nombre de Galdós, quien se sumó a los 31 aspirantes al premio en 1912. También contó con el apoyo de medio millar de miembros del Ateneo de Madrid, que promovieron una campaña a favor de Galdós, capitaneada por el escritor Ramón Pérez de Ayala. Éste invocó a su favor su «fertilidad creadora, emoción misericordiosa, humanidad y universalidad».

Sin embargo, fue el alemán Gerhart Hauptmann quien se hizo con el Nobel en 1912. Al año siguiente, fue el bengalí Rabindranath Tagore quien derrotó a Galdós y Guimerá en 1913. En 1914, la Academia suspendió los premios con motivo de la Primera Guerra Mundial. Al reanudarlo en 1915, Galdós volvía a engrosar la nómina de candidatos junto a otros 10. Pero entonces, la Academia puso en conocimiento del comité del premio la recepción de muchos telegramas de protesta en 1913 en contra de la elección de Galdós. Uno de los principios de la institución es alejar cuestiones de índole política en sus valoraciones y estas cartas disparaban contra el escritor por su ideología liberal y anticlerical.

En 1915 fue el primerizo escritor francés Romain Rolland, un hombre consternado por la violencia de la guerra, quien se hizo con el Nobel.

Ese año, Galdós se sometió a la primera de varias operaciones de sus ojos. Para 1917, ya veía sombras y recitaba sus misivas a un amanuense. Renunció al Nobel para siempre. Dos años después de su muerte, en 1922, el madrileño Jacinto Benavente se alzaba con el premio.