jueves, 29 de septiembre de 2016

Los verdugos también mueren

HANGMEN ALSO DIE, 1943
DIRECTOR: Fritz Lang. GUIONISTA: John Wexley. FOTOGRAFÍA: James Wong Howe. MÚSICA: Hanns Eisler. INTÉRPRETES: Brian Donlevy, Anna Lee, Walter Brennan, Gene Lockhart, Dennis O’Keefe. PRODUCCIÓN: Arnold Pressburger/Fritz Lang. (T. W. Baukfield). DURACIÓN: 131 minutos.

Convertido en uno de los grandes del cine europeo, en general, y del alemán, en particular, Fritz Lang (1890-1976) se entrevista en 1933 con Joseph Paul Goebbels, ministro de propaganda del III Reich. Este le dice que Adolph Hitler admira mucho sus películas y le propone dirigir la industria cinematográfica alemana. Lang acepta encantado, pero esa misma noche huye en tren a París con lo puesto.

Tras hacer una película en Francia, llega a California en 1934 contratado por el productor David O. Selznick, pero hasta que hace Furia (Fury, 1936), para Metro-Goldwyn-Mayer, sus proyectos se hunden uno tras otro.

Entre las veintidós películas que rueda durante los veinticinco años de su período norteamericano destaca su importante aportación al cine negro con títulos como Sólo se vive una vez (You Oniy Live Once, 1937), La mujer del cuadro (The Woman in the Window, 1944), Los sobornados (The Big Heat, 1953), Deseos humanos (Human Desire, 1954) y Mientras Nueva York duerme (While the City Sleeps, 1956), donde introduce múltiples elementos expresionistas en el género, sin olvidar el western personal Encubridora (Rancho Notorius, 1952) y la magnífica aventura Monfleet (1955).

Sus obras más personales son Man Hunt (1941), que gira en torno a un hombre que intenta asesinar a Hitler, y Los verdugos también mueren por tratar problemas directamente relacionados con Alemania. Y en especial esta última por conseguir una perfecta síntesis entre su estilo expresionista alemán y su depurada técnica narrativa norteamericana. Gracias a una colecta de fondos entre los exiliados alemanes organizada por el propio Fritz Lang, el dramaturgo Bertolt Brecht llega a Estados Unidos algún tiempo después que él. Sobrevive durante once años colaborando en guiones, que la mayoría de las veces no se ruedan, y el montaje de su famosa obra Galileo Galilei, que finalmente protagoniza Charles Laughton, bajo la dirección de Joseph Losey. En 1947 es llamado a declarar ante la «Comisión de Actividades Antinorteamericanas» y poco después se va de Estados Unidos para instalarse en Berlín Oriental y dirigir el famoso Berliner Ensemble, su propio teatro.

Bertolt Brecht realiza su mejor trabajo en Estados Unidos cuando Fritz Lang le propone, en plena Segunda Guerra Mundial, escribir un guión juntos. Poco antes, el 27 de mayo de 1942, muere en un atentado, preparado por la resistencia checoslovaca, Reinhard Heydrich, el jefe del gobierno nazi de Praga. Con este punto de partida escriben un guión donde se mezclan a la perfección los intereses políticos de Brecht con el sentido de la acción de Lang, pero que al mismo tiempo pueda interesar a algún productor norteamericano.

El trabajo no resulta fácil, pero finalmente llegan a una acertada síntesis donde no hay elementos que puedan molestar a los susceptibles censores norteamericanos, como los derivados de la persecución de los judíos, al tiempo que se desarrolla una acción según los cánones del cine de intriga.

Dado que ambos hablan mal inglés y lo escriben peor, se ponen en contacto con el guionista John Wexley para que, más que nada, traduzca su trabajo, pero en principio firman el guión entre los tres. Posteriormente dado que Wexley es norteamericano, Brecht no lo será nunca y Lang todavía no se ha nacionalizado, el «Screen Writers Guild», el sindicato de escritores, sólo acepta que Wexley firme como guionista, mientras Lang y Brecht aparecen como autores del argumento.

No resulta fácil encontrar financiación, pero finalmente le interesa al productor independiente Arnold Pressburger. Se rueda con un presupuesto muy bajo, íntegramente en estudio con unos decorados no muy buenos, sin ninguna estrella y con unos actores no muy conocidos, a la cabeza de los cuales se sitúa Brian Donlevy, y durante no demasiados días.

La historia narra con eficacia y claridad las relaciones entre el ejecutor material del atentado contra el jefe del gobierno nazi en Praga, el doctor Franz Sypboda, y la familia del profesor Novotny, que le ayuda a esconderse, pero sobre todo la compleja trama organizada por la resistencia para que las sospechas recaigan sobre un espía colaboracionista.

La película tiene mucho atractivo y resulta una excelente mezcla de los intereses de Brecht, como la escena en que el profesor Novotny dicta una carta de despedida a su hija subrayando el valor de la libertad, con los de Lang, en la medida que la peripecia queda muy cercana de las narraciones en torno al maléfico Mabuse, rodadas en Alemania antes y después de su exilio norteamericano.

Augusto M. Torres

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