sábado, 15 de diciembre de 2018

Quien me orienta mi clic



                                                                   ANTES DEL CLIC

La trepidante velocidad de la vida, nos lleva a designar como antiguas  vivencias de  décadas pasadas.
    Pues bien, antiguamente se educaba a pie de calle. Cualquier persona mayor, para los
niños de entonces, era una autoridad, a quien respetar, y de quien aprender algo. Cuando  enmendaban las acciones que consideraban faltas de educación o prevenían de algún daño y peligro,  presente o futuro. Un ejemplo: Eran habituales las indicaciones sobre las palabras adecuadas,  correcciones en los modales y en el hablar, la educación y la cortesía.
    Viendo a un bebe el otro dia con un movil que era mas grande que el, y manejaba con su dedito. Pense en una de aquellas lecciones más repetidas, era la de no señalar a nadie, cuando fácilmente el índice se dirigía hacia  alguna persona, que por el motivo que fuera constituía la razón  de nuestro interés.
    ¡Ese dedo!, se oía decir muchas veces. ¡Que no se señala a nadie! Se apostillaba a
continuación. Y como las gotas de agua que van dejando surco en  la roca, esas normas de educación y buenas maneras, se fueron cincelando con espontaneidad y firmeza, en nuestro aprendizaje, en nuestra forma de vivir y de estar.
   En uno de esos pasos de gigante, en el que vivimos, llegamos a  la era de la tecnología. Florecieron de modo incontrolado las redes sociales. En un clic nos trasladamos a las antípodas y somos capaces de  recorrer el universo entero sin mover más que un dedo.
     Y ahora la pregunta ¿quién corrige ese dedo que desde el anonimato puede señalar, criticar, difamar o falsear la verdad? ¿Fueron los tiempos pasados, mejor?
   Sobre esto también habría mucho que decir, pero la realidad es que con cada invento, o descubrimiento.  La humanidad avanza a golpe de vaivenes, siempre oscilando en medio de un balanceo  entre el bien y el mal.
   
Desde  los moradores de las cuevas de Altamira, hasta los habitantes de las   grandes ciudades, el ser humano posee una dignidad merecedora de respeto y deferencia. Ni lo moderno es bueno por antonomasia, ni lo antiguo malo por descarte.
     Nuestros abuelos aprendieron con el Catón de lectura y escritura.

  Entre los años 50  y 60 del siglo pasado, los estudiantes recibieron su formación con la  Enciclopedia Álvarez. Que contenía materias como: Historia de España, Historia Sagrada, Lengua Española, Aritmética, Geometría, Geografía, Ciencias de la Naturaleza, Formación Familiar y Social, Higiene, Lecciones Conmemorativas, Conmemoraciones escolares y Formación Político-social.
  Con  los chicos de la EGB llegó el moderno sistema de fichas y trabajos en equipo. Hoy nos enfrentamos en las aulas al reto de la digitalización, y  se precisa de  un ordenador o Tablet para impartir las materias, hacer los deberes o realizar un examen. Y estas innovaciónes no han hecho más que empezar.
    Sea como fuere, en una u otra etapa siempre se ha  requerido mucha valentía, arrojo y decisión para decir siempre la verdad, para tener, con los demás, comportamientos transparentes y  obrar de forma recta y clara. Ser honestos y actuar de manera ética. Esto sobrepasa el tiempo y la ciencia. Es una herencia recibida, inherente al hombre que por encima de cualquier dicha o pesar reclama su puesto. Me remito a lo que me movió  a escribir este articulo. Y ahora ¿quien orienta, donde tienen que poner el clic? a los niños, a los adolescentes.etc.
  Y no digamos a la hora de reenviar...en las redes sociales. Quizás , sin  leer del todo la noticia, sin informarme con otras fuentes de su veracidad, especialmente si detrás esta la fama, la honra o  perjudica a terceros. La fama es muy fácil quitarla, pero muy difícil restituirla
  Creo que no estaría mal , informarnos de la maravilla de este instrumento. Pero también de como utilizarlo, y del mal uso que podemos hacer. Al que todos estamos espuestos.

Para finalizar nuestra reflexión traigo un texto del gran matemático árabe Al Khwarizmi:
“Le preguntaron  sobre el valor del ser humano y respondió:
Si tiene ética su valor es igual a 1.
Si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será 10.
Si también es rico, súmele otro cero y será 100.
Si por sobre todo eso es, además, una bella persona, agréguele otro cero y su valor será 1.000.
Pero si pierde el 1, que corresponde a la ética, perderá todo su valor, pues solamente le quedan los ceros sin ningún valor   
                                                                              Lucía.  Sanz
       

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