lunes, 13 de junio de 2022

NUESTROS NIÑOS

Las personas pasamos por diferentes etapas. Y a cada uno de nosotros nos pasan seguramente las mismas cosas, o parecidas; quizá a otros menos, pero… En  la primera época, la infancia, la adolescencia, la madurez, conoceremos gente, olvidaremos gente... Haremos amigos, de todos ellos unos serán definitivos y otros no. Con los amores, exactamente igual, y con el trabajo, de forma parecida, hasta que un día se detendrán en un punto. ¿En el definitivo tal vez?

Me preocupan mucho los niños. Qué importante es la etapa en que comienzan a formarse:

1.- Cuánto influye en ellos la época (el siglo) en que han nacido.

2.-    “           “                   el país en que han nacido.

3.-    “           “                   la familia en que han nacido (Pobre, de clase media o familia afortunada). 

4.-    “           “                   la formación que han recibido. ¡Esto es importantísimo!

Hemos pasado o estamos pasando aún la pandemia. Está claro que debemos cuidarnos todos y cada uno de nosotros porque, si creemos a nuestros gobernantes, ya está parcialmente resuelto pero… Yo no lo veo así, cada uno de nosotros ha de tomar sus precauciones. Nuestros niños, en nuestro país, se han portado maravillosamente con esta larga pandemia, añadiendo honrosas excepciones de jóvenes y adultos.

— ¿Por qué?, te preguntarás.  

Naturalmente porque detrás de los niños están sus papás. Estas parejas modernas de hoy día en las que trabajan los dos cónyuges, y que cuentan por suerte con tanta información, aunque a los pobres les falta tiempo. Llegan a todo dejándose el pellejo, inculcándoles a sus hijos educación, higiene, dedicándoles el tiempo que no tienen pero multiplicándose los dos, organizándose para llegar. Les enseñan el respeto y los principios que a su vez han recibido de sus mayores, y eligen la educación para sus niños según sus criterios porque quieren para sus hijos lo mejor (en una familia normal generalmente se funciona así).

En este centro público de adultos (CEPA) que primero se llamó Esperanza y hoy Pablo Guzmán, durante unos cuantos años contaron con una profesora de Lengua llamada Doña Carmen Esparza. Yo tuve el privilegio de ser una de sus alumnas, y recuerdo que predijo que esta sociedad iba camino (refiriéndose a los niños) de que unos iban a ser buenos, muy buenos, y otros malos, muy malos. Nuestros niños y los padres de esta generación naturalmente son los buenos pero…

—Y los malos, ¿los hay?

—Claro, malos y malísimos.

Están proliferando y extendiéndose en nuestro país bandas, las llamadas bandas latinas, que en realidad son mafias. Son, por ejemplo, los Latin Kings, y otros grupos violentos. En este momento cuentan con 250 miembros activos. También los Domican Dont´Play, fundada en Manhattan, Nueva York. Y otras bandas rivales como: Trinitarios, Crips, Bloods y Ñetas.

La policía tiene todo un organigrama de ellos en su trabajo es su pan de cada día y quisiera equivocarme, pero creo que algunos de nuestros niños están siguiendo su ejemplo: jovencitos de 12, 13 y 14 años, e incluso de menos edad, también están siendo captados. A veces son malos estudiantes. También  los captan de familias desestructuradas, con pobreza extrema, niños que quieren destacar y no lo consiguen. Suelen ser niños tímidos e inseguros, pero cuando se integran en un grupo de esos donde se están produciendo todo tipo de tropelías, agresiones, ataques (últimamente múltiples contra mujeres), ahí sí se sienten importantes. El deterioro es tan grande…

Existen muchas razones por las que los chavales dan pasos en falso. Por ejemplo, cuando se inclinan a las malas compañías, en su adolescencia, y tienen amigos que no les convienen. Son rebeldes porque están experimentando en un mundo nuevo y se les tuercen a sus padres porque a nuestros niños les hemos complacido, mimado y en muchas ocasiones consentido demasiado también. Porque han vivido muy bien, y cuando llegan a la adolescencia les gusta la buena vida. Desean toman el camino más fácil, lo quieren y lo quieren ya. Se confunden y no toman el camino correcto ahí tenemos como ejemplo la  droga esperándolos–, tropiezan y en algún momento dan marcha atrás, se arrepienten y vuelven por el buen camino, pero está claro que pasan por fases en las diferentes etapas de su vida, hasta que al final se decantan por un lado o el otro.

Hay una cosa muy clara: el perjuicio tan grande por tanta juventud estropeada, estas bandas afincadas en nuestro país, y no olvidemos el gasto que generan con todo lo que destrozan. Estamos hablando de un gasto descomunal por el mantenimiento en correccionales, y esas cárceles llenas de mulas de la droga, con estos jóvenes que seguirán seguramente una tropelía detrás de otra. 

Y el peligro que entraña cuando nuestros jóvenes, estos chavales estupendos tan centrados, de los que estamos tan orgullosos y que estamos criando, se nos hacen mayores y se mezclan con otros jóvenes en conciertos, actividades deportivas y todo tipo de ocio, y que, sin contar con ello, se ven involucrados en medio de sus refriegas. Solo les puede salvar, esperemos, la suerte, su buen juicio y la educación recibida desde la infancia. 

                                                                                                  Amelia González Luengo


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