jueves, 10 de enero de 2019

Las hijas del Capitán


En la novela de María Dueñas, se dan cita dos colectivos vulnerables que coinciden en las hijas de Emilio Arenas: las mujeres y los emigrantes españoles que viven en el Nueva York de los años treinta.

A la muerte del padre en un astillero de Manhattan, suceden los pleitos por las responsabilidades del accidente. Un abogado de la naviera, Mazza y una monja, sor Lito, deciden el futuro de la indemnización de las hijas de Arenas, o bien su retorno a la Andalucía de la que proceden.

Para aferrarse su decisión de quedarse en América cada una de las hijas busca una solución material. La mayor piensa en el matrimonio, la menor sueña con el éxito en los escenarios y la mediana, se propone relanzar el negocio familiar, una casa de comidas, como un cabaret de lujo.

La novela trata de las frustraciones de cada una de ellas y de como gestionan sus emociones y sus afanes. Hombres, famosos, oportunidades y oportunistas entran y salen de las vidas de las tres Arenas. Las tres encuentran en su periplo con la presencia de un hombre bueno y un hombre malo. Victoria conoce a Luciano Barona que hace todo por ella y da su vida por ella, y al hijo de este por el que siente una atracción imprevista. Mona es pretendida por un oftalmólogo que esconde a otro hombre detrás de las apariencias y un compañero, Tony, que le ayuda de verdad. Alrededor de Luz están Kruzan que abusa de ella prometiéndole la fama y Fidel que ayuda en todo lo que puede a las tres.


Durante la tertulia, David observó que la documentación es exhaustiva y que dota a la novela de una dimensión histórica que suma más y más interés.

Antonia nos recordó el epílogo que resuelve todas las vidas con tanto interés novelesco como la novela.

Pilar señaló lo punzante que es la historia de Victoria porque la culpa no le deja unirse al hombre que ama en secreto después de haber sido infiel.

Luis anotó que ofrece un buen testimonio de muchas formas de la violencia machista en la época que retrata.

La tertulia estuvo llena de intervenciones acertadas. Fue una oportunidad única para escuchar a un grupo de lectores que viven lo que leen.

Algunos de ellos coincidieron en una visión negativa de la obra. Luis la encontró excesiva en su tamaño, y abreviable en muchas páginas. Victoria, que ha leído otras obras de la autora, vio una falta notable de interés. El redactor de estas líneas se quejó de la falta de tensión. Pero las horas de lectura y el encuentro con otros amantes de los libros merecieron la pena.

La tensión, esa necesidad de pasar de página para saber qué nos va a decir un autor, es un elemento que puede olvidarse en las arte visuales, pero en la novela es tan importante que para algunos novelistas es su única pericia y les basta para mantener la fidelidad de sus lectores. Los ingleses llaman page-turner a las ficciones que cultivan ese interés. Esperemos que María Dueñas nos sorprenda añadiendo esa habilidad a tantas otras que posee en su próxima ficción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario