lunes, 15 de octubre de 2018

Bulos en Internet





¿Qué haces cuando te llega a tu WhatsApp un mensaje inusual?

No hace mucho recibí uno, de un buen amigo, que por supuesto era falso, seguramente que tú también lo conoces.


“En los próximos días WhatsApp será facturado. Si tienes diez contactos envíales este mensaje. Ellos verán que eres asiduo a esta App y tu logo se volverá azul y esta aplicación seguirá siendo gratuita”.


Este es uno de los muchos ejemplos de mensajes que recibimos en nuestros móviles, redes sociales y correos electrónicos y que por supuesto en el 99% de los casos son falsos.


Los motivos de estos bulos pueden ser de distinto pelaje y naturaleza. Da igual cuál sea la catástrofe o el hallazgo, pagar por el WhatsApp, salvar a un niño enfermo, encontrar la cura para el cáncer, lo más importante es que reenvíes ese mensaje a tus contactos lo antes posible, y a cuantos más mejor.


Cuando estas cadenas se enviaban por email, el objetivo del remitente era hacerse con una  amplia lista de direcciones de correos electrónicos a la que luego mandarles spam sin compasión. Ahora, puede que el único motivo sea, simple y llanamente, reírse a carcajadas cuando compruebe los miles de personas que han caído en su trampa.


También existe el denominado phishing (suplantación de identidad) especialmente de bancos, grandes empresas y hasta de la Agencia Tributaria.


Existen también mensajes horripilantes. Cada vez que un mensaje de alerta viene iniciado por: “Esto se tiene que saber”, “Esto tiene que dar la vuelta al mundo”, o cualquier otro eslogan sobrecogedor, el riesgo de que se trate de un fake (falso) se dispara. Si la información te alerta sobre una catástrofe de magnitudes estratosféricas como fumigaciones masivas del planeta, atentados organizados a escala mundial, conspiraciones en la sombra, es muy probable que sea mentira.


Algunos de ellos resultan ser claramente actos delictivos, ya que de forma engañosa se apropian de datos privados de forma ilícita e incluso algunos están considerados como estafas.


Hay que ser conscientes de todo esto. Todos somos el blanco perfecto. Para ello primero es necesario identificar los engaños, tenemos que pararnos, razonar y emplear el sentido común. Hay que leer e interpretar el mensaje, la forma en que está escrito, el tema del que trata, o en el caso de que sea un correo intentar averiguar al remitente.


Dejando aparte la vida real, Internet se ha convertido, por desgracia, en otro medio para el fraude y todos somos vulnerables. Estar informados y formados es básico.


Antes de creerte lo primero que leas, comprueba que sea verdad. Pero no lo compruebes preguntándole a tu vecino del cuarto B o al primer listillo de clase, pregunta a un experto en la materia. Si la información es sobre enfermedades, pregúntale a tu médico; si es sobre compuestos químicos, pregúntale a tu profesor de química; si es sobre política, pregúntale a Cristina Pardo. Si cualquiera de estos lo niega, por favor, no le acuses de estar a sueldo de no sé cuántas multinacionales secretas o asociaciones conspiradoras.


En Internet existen páginas fiables que nos pueden ayudar y sacarnos de dudas, y por supuesto no dudar en acudir a la Policía si vemos que se nos escapa de las manos.


Os transmito un consejo, muy sabio, que un buen amigo me dio hace poco:

La próxima vez que recibas una información y sospeches que sea dudosa, no la reenvies de inmediato. Ante todo, reflexiona, ¿tiene sentido? ¿Dónde puedo comprobarlo? ¿A quién puedo preguntar?

Hazte todas estas preguntas antes de compartir completas barbaridades.




P. Sardinero



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