jueves, 27 de abril de 2017

Retazos de Felipe II

A Felipe II siempre le hemos asociado por su imagen con un hombre austero y aburrido. Sin embargo, lo que poca gente sabe hoy es que el rey era un excelente bailarín (me cuesta imaginarlo), tocaba varios instrumentos musicales, fue poeta aficionado, amante de la jardinería y la arquitectura, lector empedernido de obras filosóficas, de arte, historia e incluso de astronomía y magia. Desde su infancia fue un gran amante de la naturaleza y lo llevó dentro durante toda su vida.

Otra de las pasiones era el coleccionismo de obras de arte y en el monasterio de El Escorial se conservan más de seiscientas de esas obras. Sentía una especial admiración por El Bosco. Se dice que mando construir pasadizos subterráneos en dicho monasterio para poder ir a ver trabajar a sus pintores. Sin embargo rechazó la pintura de El Greco (no era fácil), no comprendió la grandeza de este pintor, motivo por el cual tuvo que marcharse a Toledo como pintor de iglesias. ¿Os imagináis si los frescos de El Escorial hubiesen sido pintados por El Greco? Esos techos y paredes parecerían otra Capilla Sixtina.

También se dice que el rey no vestía de negro por austeridad, sino porque era el color del planeta Saturno (con el que se sentía identificado). Sea o no cierta esta afirmación, el caso es que a su muerte contaba con más de 200 tratados de magia y astrología.

Dicen que de niño nadie presagiaba que llegase a ser un intelectual, de hecho en su infancia era bastante revoltoso, que con siete años no sabía leer ni escribir y que su madre llegó a soltarle alguna que otra bofetada. Fue ella la que se encargó de su educación, por eso tras su muerte (cuando él contaba con sólo 13 años) es cuando empezó a sentir atracción por lo simbólico, lo mágico y lo sobrenatural. Era profundamente religioso, pero no un monje ni un hombre distante. No debemos confundir su imagen como monarca con su vida privada.

Durante sus viajes a Flandes siendo príncipe trasnochaba y galanteaba con las damas. Sin duda Felipe II no era tan intolerante como algunos autores pintan. Probablemente era un hombre de mundo, incluso bastante avanzado en algunos aspectos para su época. Su historia es muy amplia e interesante y sobre todo ahí tenemos el legado que nos dejó para recordarle: el palacio-monasterio de El Escorial.

P.Santoyo
Abril 2017

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