martes, 20 de marzo de 2018

La lectura IV

Queridos lectores: Tengo que deciros, que me sorprende cuantas cosas pueden salir de un mismo tema. Los que habéis leído los anteriores artículos, podréis comprobar la importancia que tiene, y, a medida que piensas en él, surgen más y más ideas. Al escribir el anterior, prácticamente lo di por terminado, pero creo que podéis intuir el porqué de la insistencia. confieso que me preocupa que muchos niños especialmente, no descubran el mundo maravilloso que hay detrás de las páginas de un libro. No les culpo, pues sus padres quizás tampoco llegaron a descubrirlo, leyendo solo los obligados en el colegio, que no siempre eran de su gusto, pero sin adquirir un hábito de lectura. Simplemente es más inmediato y fácil entretenerse recurriendo a la televisión, video juegos y tableta.

Para tener habito de leer alguien te leyó cuentos a veces un cuento, paso contigo muchos ratos señalando imagenes, diciendo su nombre, y algo relacionado que pudieras entender; más tarde comenzabas a deletrear y descubrir el significado de la unión de las distintas letras que ibas aprendiendo, luego juntaste palabras, mas tarde frases. ¡Y aprendiste a leer! Es aquí donde saber aconsejar e inculcar este amor por la letra impresa, desde la infancia, es un don y una ciencia.

Os tengo que contar algo, que en principio podéis pensar, que es una pequeñez y lo es, pero para mí, que observo y tengo capacidad de admirarme de estas pequeñeces me maravilló. Reconozco que al estar rumiando el tema de la lectura me dije: esto lo cuento aquí. Pues iba en el metro sentada y enfrente había un papa con su niño, que no tenía más de tres añitos. Iban sentados cada uno en su asiento y, por cierto, el padre era muy alto, por lo que para escuchar a su pequeñín, tenia que inclinarse y luego hacia cierto gesto con el cuello; al parecer las cervicales protestaban. Pues el niño tenía un cuento, con muchos dibujos y poquita letra. Pasaba las hojas haciendo un gurruño como suelen hacer los niños. El caso es que ante la letra cogía con sus manitas la cara del padre y señalaba el trocito de letra y el padre se lo leía. Yo veía, su padre no, la carita del niño. Era de asombro, absorto, con su rostro radiante, con unos ojos como platos admirando la escena. No era más que una planta y unos animales o algo parecido, pero el niño lo contemplaba un rato ¡Me hubiera gustado tanto adivinar todo lo que él veía detrás! Era un mundo de descubrimientos, esto se repetía, cada vez que le pedía a su padre leer la letra, luego venia esta contemplación, si se puede definir así. Me conmovió y a punto estuve, de decir a su padre: no deje de hacer esto con su niño se lo agradecerá toda su vida.

Pienso en las imágenes que ven en los dibujos de la televisión. Pasan tan rápido que no les da tiempo a crear su historia. Los niños tienen una imaginación desbordante y es bueno que sean creativos. Esta muy bien, que con un simple palo lo conviertan en caballo, espada, pértiga. Que escondan en un hoyo de tierra en la calle una piedra y la conviertan en su tesoro o piedra mágica, y miles de ideas que se les ocurran.

En el anterior artículo hablaba de mi criterio de elección, que, al igual que con las películas, no es ni el último ni los más vendidos. Pues he leído alguno, que es oro puro, que su autor no es escritor, pero tiene algo que contarnos y no ha adquirido fama con su libro, más bien, a duras penas ha conseguido publicarlo.

Sé que el alcance de la revista es más en torno a CEPA y los que participamos de todo lo que nos ofrece, por eso no generalizo el tema, lo trato personalmente: hace poco, me toco aconsejar a dos sobrinos de 7 y 13 años algún libro y no es fácil. Pero recurres a tu memoria, te pones en su lugar y hay alguno que en su momento te marco y dejo un recuerdo inolvidable. Es aquí donde el consejo del que hablábamos en el anterior articulo nos ayuda a refrescar nuestra memoria, la listica de libros que recuerdas que te gustaron y puede seguir gustando. Te enteras bien sus preferencias, gustos etc. Le haces un pequeño resumen, de alguno que pueda coincidir con estos, le sugieres, si no le gusta le buscas otro, dependiendo que le atrae más, según su edad y forma de ser. Estos sobrinos no se duermen nunca sin leer un cuarto o media hora antes, por lo que llevan muchos libros leídos.

Es bueno comenzar con cuentos, relatos, historias, libros que de alguna manera transmitan valores, para amueblar su cabeza. Donde el bien y el mal quedan reflejados de diversas maneras. Es bueno donde alguien se define ejemplarmente, hechos reales o ficticios, pero en su cabeza van fijándose pautas de comportamiento, cosas que le llevan a pensar, a reflexionar, a admirarse, a plantearse como reaccionaria él en esa situación, metas de superación, de interiorizar las cosas, etc.

Si no lo digo reviento, me rebelo a que los niños se conviertan en pequeños monstruos y solo reaccionen con acción, dibujos feos, violentos. Me supera cuando niños de cuatro añitos se tragan unos que ni yo los soporto, irreales, bélicos, personas y animales que no son ni lo uno ni otro. ¿Cómo no se van a enganchar a los video juegos? ¿Cómo van a valorar las cosas más sencillas y normales si se acostumbran a estas imágenes estresantes? Lo propio de todas las especies es darles el alimento adecuado según se desarrollan. Por qué no damos la misma importancia a proteger la sensibilidad de nuestros niños dándoles lo adecuado para que crezcan como persona normales. Estos dispositivos son altamente adictivos. Luego los llevamos al sicólogo por insomnio o por hiperactividad, etc. Ahogar el mal con abundancia de bien, y no lo contrario, ahogar el bien con abundancia de mal.

Aunque no considero que haya leído demasiados libros, puedo deciros que algunos miles si, y puedo recordar muchos títulos. Disfruto con libros sobre muy diversas culturas y hechos históricos. Te sitúa en la mentalidad, costumbres, en el tiempo que sucedió. Adquieres conocimientos, te enriqueces…

Por citar algún título de los que recuerde sin hacer ningún esfuerzo, teniendo ya uso de razón, que me enseñaron y con los que disfrute, viví y aprendí tanto.

Un saco de canicas. Matar a un ruiseñor. Cisnes salvajes. El esbirro. Diario de Ana Frank. Viento del Este y vientos de Oeste. Mi familia y otros animales. Velando en la noche. Buena suerte. Las llaves de Sara. El secreto de mi madre. La estepa infinita. La sombra del olivar. La rosa de media noche. No sin mi hija. El precio a pagar. etc.

He nombrado a propio intento libros que llevan muchos años editados, Y que quizás por esto estén pudriéndose en las estanterías de las bibliotecas. Podría, si sirviera para algunos pocos, hacer una lista con mucha más precisión de temas, contextos, edades. No he nombrado a los clásicos que todos sabemos dándolos por conocidos por la mayoría.

Hay una cosa que creó para finalizar que es aconsejable, tener varios libros empezados a la vez, según te encuentres. Divertidos, serios, ensayos. Siempre no te encuentras con las mismas disposiciones o cansancio moral o físico.

La alfabetización es una destreza cognitiva, pero la lectura es un saber cuyo aprendizaje requiere de todas las potencias interiores: imaginación, memoria, emoción, reflexión, juicio, análisis, intuición. Por eso el que no lee o apenas lo hace tiene el alma desentrenada.

“Leer, leer, leer, es vivir la vida que otros soñaron” (Unamuno).

Lucía Sanz

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