lunes, 14 de mayo de 2018

Visita al Madrid medieval


Los guías están en la Puerta de la Vega de la antigua muralla musulmana de Madrid. Allí, junto a la maqueta de bronce, explican la historia. La primera muralla rodeaba un recinto muy pequeño. Se construyó en el siglo IX. El asentamiento dependía de Toledo. En el siglo XII se construye la muralla cristiana que rodea un recinto ya más extenso. Las dos murallas se distinguen por sus torres, cuadradas las musulmanas y redondas las cristianas.

El lema olvidado de Madrid, «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son», hace referencia a los ríos que la bordeaban, y al pedernal del que estaba hecha la muralla que hacía saltar chispas. El pedernal es fácil de encontrar en la zona. Curiosamente el agua era extraída de los pozos en vez de traerla del río.


En el parque del Emir Mohamed, el guía nos señala las pequeñas puertas del muro llamadas poternas. Éstas eran pequeñas por razones defensivas, pero también fiscales, pues los mercaderes eran controlados a la entrada y a la salida. En tiempos de guerra eran cegadas. La muralla podía medir varios metros, el interior se rellenaba de cal y canto.


Desde el parque, la excursión sube por la ribera del arrollo de San Pedro, que hoy se llama la calle Segovia, hasta un edificio que esconde entre los pilares de su garaje parte del muro. Está junto al Viaducto. Y patrimonio le obligo a exhibir esos restos.

Subiendo por la calle Mayor, encontramos una maqueta de la antigua iglesia de la Almudena, justo antes de llegar al Instituto Italiano. Junto a la maqueta, una cubierta de cristal deja ver lo que queda de los cimientos. El nombre de la Almudena viene de la palabra Almudaina, que significaba ciudadela.


Paralela a la calle mayor, discurre la calle del Biombo. A mitad de la calle encontramos la iglesia de San Nicolás. Es la iglesia más antigua de Madrid que sigue oficiando misa. Aquella mañana está cerrada. Para levantar la fachada se hacían cajones que se rellenaban de silex. Los cajones eran más pequeños a medida que se iba elevando la construcción. A esta forma de trabajar se la llamaba obra de fábrica.

En aquella época, a los barrios se los llamaba colaciones, y cada uno giraba en torno a una iglesia, por eso eran tan importantes las iglesias.



De la iglesia de San Juan Bautista sólo quedan unas marcas de piedra en el suelo de la plaza de Ramales que indican la forma que tenían los cimientos, y una superficie acristalada que muestra alguno de esos cimientos. Los arqueólogos consiguieron fondos en su época buscando los restos de Velázquez. La iglesia no está porque José I, Pepe Plazuelas, derribó muchas para dejar espacio a su proyecto urbanístico con plazas.


Para ver la Torre de los Huesos, hace falta bajar a los aparcamientos de la plaza de Oriente. En el mismo lugar estuvo la casa del Tesoro que usara Godoy para llevar a sus amantes. Y los arqueólogos nos cuentan que la encargada de firmar la destrucción de los restos fue inhabilitada.

Bajo la actual plaza de Ópera estaban los Caños del Peral. Era una curtiduría que aprovechaba el agua de la fuente. El olor era insoportable y la curtiduría fue trasladada a otra zona de la ciudad. La canalización que llevaba el agua quedó sepultada y sólo se descubrió con las obras del metro. Fue trasladada a Lavapiés. Y el Rastro recibió su nombre por el rastro que dejaba la sangre de los animales.

Arenal era un arrollo como tantas otras calles y Avenidas, cuyo cauce está ahora canalizado.


La calle de la Escalinata deja ver la muralla tras un solar que la pone al descubierto. Los arqueólogos nos explican que algunas manzanas que son muy alargadas son reconocibles desde google maps. Usan la antigua muralla de muro medianero.



En la esquina de la Plaza Mayor nos explicaron otra de las antiguas puertas de la muralla. Era la puerta de Guadalajara. Los edificios construidos respetan la forma redondeada de la torre que había originalmente. La plaza Mayor era un mercado que se formaba fuera de la muralla para evitar pagar impuestos.

Bajando la Cava de San Miguel y Cuchilleros se llega a la Puerta Cerrada. Se llamaban cavas porque hacían de fosos de la muralla.

Puerta Cerrada se llama así porque fue tapiada por los cristianos. La cruz es una construcción moderna.



El último punto del viaje fue el museo de San Isidro.

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