martes, 26 de mayo de 2020

Coronavirus 2020

Todo comenzó allá por el mes de febrero, mientras hacíamos vida normal, ajenos a lo que se nos venía encima. Nadie nos informó de la grave situación hasta el 14 de marzo, cuando se declaró el estado de alarma. A partir de ese día cambiaron nuestras vidas.

El domingo 15 de marzo regresaba de Segovia, donde había pasado el fin de semana, como suelo hacer. ¡Quién nos iba a decir que íbamos a vivir esta experiencia! ¡Perdimos nuestra libertad, lo más preciado, y a día de hoy todavía no la hemos recuperado! ¡Quién sabe cuándo!

Desde entonces se acabaron las reuniones familiares y de amigos, con la preocupación de que alguien cercano enfermara, aterrorizados por las cifras de enfermos y fallecidos. Seguro que todos tenemos personas cercanas que lo han vivido. Hemos tenido que cambiar temporalmente nuestro estilo de vida y vivir en aislamiento. Esto hace que muchas personas nos sintamos inquietas, deprimidas, con insomnio y muchísimo miedo a salir para ir, por ejemplo, al supermercado, y ver a tantas personas esperando para entrar. Tanto es así, que el primer día no esperé; regresé a casa, tropecé, y me caí. Una persona me ayudó a levantarme y me vi con heridas en manos, rodillas, codos...

Es una gravísima situación, tanto sanitaria como económica, la que estamos viviendo, aunque parece que esto empieza a cambiar… Pero el escenario ha sido apocalíptico, con un miedo caótico a contagiarnos, sobre todo los primeros días. ¡Qué sufrimiento el de aquellas familias que han perdido a sus seres queridos sin posibilidad de poder acompañarlos en esos momentos tan difíciles!

Si algo hemos aprendido, es el valor de lo pequeño.

Me uno al dolor de sus familias.

Descansen en Paz.
Ana María López

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