domingo, 7 de abril de 2019

Visita a la Casa Museo Lope de Vega

Lluviosa y fresca mañana la del viernes 5 de abril, en contraste con el soleado y seco invierno que dejamos ya atrás… Aun así, un pequeño grupo de alumnas de Secundaria de nuestro CEPA  no se arredra y recorre, junto con quien redacta estas líneas, las 17 estaciones de metro que nos separan de Antón Martín para adentrarnos, desde ese punto, en el Barrio de las Letras, partiendo de la calle del León. Nuestro objetivo es la Casa Museo Lope de Vega (C/ Cervantes 11).

Llegamos un poco apurados, pero a tiempo para realizar la visita guiada por la que fue vivienda del insigne poeta y dramaturgo madrileño durante los últimos 25 años de su vida (1610-1635). Acompañados por una vivaz y amable guía, vamos recorriendo las diversas estancias, desde el oratorio hasta el cuarto de huéspedes –donde se alojó el Capitán Alonso de Contreras–, pasando por el estrado, espacio femenino de inspiración oriental. Cuando bajamos de nuevo al zaguán que da acceso a la casa desde la calle, nos invitan a visitar el jardín o huerto, un remanso de paz en pleno centro de Madrid. La roldana del pozo, un trozo de madera muy viejo que casi ha perdido su redondez original, llama nuestra atención. Toda la vegetación está mojada tras la lluvia.

Cuando salimos, paseamos por las calles del barrio (calle de Quevedo, calle de Lope de Vega, calle de las Huertas…) mientras leemos en el adoquinado fragmentos de obras famosas de la literatura española (Lope, Quevedo, Góngora, Zorrilla, Bécquer…). Llegamos finalmente al “Jardín del Ángel” (C/ Huertas esquina C/ San Sebastián), que fue cementerio de la contigua Iglesia de San Sebastián (y en él reposan probablemente los restos de Lope). El solar lo ocupa una floristería desde hace más de un siglo. Bordeamos la plaza de Santa Ana con rumbo a Núñez de Arce, para finalizar nuestro paseo en la calle de Álvarez Gato, el famoso “Callejón del Gato”, donde había unos grandes espejos deformantes. Allí, el poeta ciego Max Estrella, protagonista de Luces de bohemia (Ramón Mª del Valle-Inclán), le dice a su lazarillo Don Latino de Hispalis: “las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas”.

Disfrutemos ahora con estas dos letrillas de sabor madrileño pertenecientes a las comedias de Lope Al pasar del arroyo y Juan de Dios y Antón Martín:

Al pasar del arroyo
del Alamillo
las memorias del alma
se me han perdido.

Al pasar del arroyo
de Broñigales
me dijeron amores
para engañarme.

Pero con perderme
gano yo tanto,
que al amor perdono
tan dulce engaño.

Al pasar del arroyo
de Canillejas,
viome el caballero;
antojos lleva.

(Comedia “Al pasar del arroyo”, Acto III; cantan y bailan un labrador y una labradora)

Álamos del prado,
fuentes de Madrid,
como estoy sin blanca
murmuráis de mí.

Álamos cubiertos
de hojas por abril,
como yo desnudo
de maravedís;
fuentes que regáis
tanto perejil,
como estoy ausente
murmuráis de mí.

Cuando tuve plata
un sol parecí;
cuando tengo cobre
parezco un candil.
Cantastes corriendo
a su retintín;
como estoy sin blanca
murmuráis de mí.

(Comedia “Juan de Dios y Antón Martín”)








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