jueves, 23 de noviembre de 2017

El caso 112

Siempre se ha dicho que no hay que juzgar a nadie por su apariencia. El dicho tiene más sentido en este caso. A diario nos movemos de un lado a otro en un continuo ir y venir de emociones y sensaciones de prisa, alegría, pena, calma o indiferencia en la ciudad viviente; que es como una gran madre de todos y de nadie, que acoge y excluye a partes iguales. A menudo, pasamos por alto que hay gente muy especial, que por su aspecto y su estilo de vida no tenemos siquiera en cuenta su presencia entre nosotros.

En la madrugada del 5 de febrero de 1990, una indigente cae por las escaleras del metro de callao en Madrid y muere poco después de ser trasladada al hospital Gregorio Marañon. Tras cumplir el plazo máximo de permanencia en el deposito de cadáveres, fue enterrada sin identificar en el cementerio sur de Carabanchel en el nicho número 112.

Un equipo de investigación de televisión española, pretendía aproximar sus cámaras al mundo de los marginados, mendigos y vagabundos. Al tener conocimiento de esta noticia, se aproximaron a la comisaría del distrito centro en la calle de la Luna para obtener información sobre el caso de esta mujer. Allí se les confirmó que la mujer estaba sin identificar y que las diligencias habían sido remitidas al juzgado de guardia. El cuerpo de la desconocida fue depositado en el Instituto Anatómico Forense. Se dictaminó que la causa de la muerte había sido por tuberculosis. El equipo de TVE, sorprendido de que nadie reclamara el cuerpo de la fallecida, se trasladó al cementerio sur para ver su entierro que sería a cargo de la beneficencia y solamente los empleados del servicio municipal y las cámaras de TVE estuvieron presentes. En el libro de registro del cementerio figuraban unos datos escuetos: nueve horas, mujer no identificada, sección séptima, letra b, número 112.

Las imágenes que tienen de la mujer fallecida son las únicas pistas del equipo para averiguar su identidad. Se desplazan al lugar de su fallecimiento y preguntan a la gente de la zona. Las diferentes personas a las que se les muestra las fotografías dicen haberla visto asiduamente y comentan que se llama “Rosa”. Pepe, un mendigo que había estado con Rosa durante dos años, dice que ella le contaba que había tenido buena vida anteriormente, que era rejoneadora. Pepe escuchaba a Rosa pero sin terminar de creerse lo que le decía.

En el albergue de san Isidro donde se hospedaba Rosa, decían de ella que era una mujer educada y amable y que agradecía mucho que se hablara con ella.

En este punto de la investigación, los familiares de Rosa oyen la noticia y llaman por teléfono a la redacción del programa de televisión que investiga el caso. La familia se desplaza a Madrid desde valencia para ponerse en contacto con los periodistas. Explican sus hijos en la entrevista que estuvieron buscándola por las calles de Madrid sin éxito alguno. A lo largo de la entrevista se le comunica a la familia de Rosa, que el marido de esta ha fallecido ese mismo día; fue un momento muy triste para todos y especialmente tenso.

Los padres de Rosa eran artistas de circo y a causa de la inestable vida que llevaban decidieron dejar a su hija al cuidado de su abuela y sus tías. En la escuela, Rosa ya despuntaba como artista, se disfrazaba con sábanas y ropas viejas y soñaba con ser artista a toda costa y marcharse del pueblo donde estudiaba en su adolescencia. Rosa Perez Lema, se desplaza finalmente con sus padres a vivir a Valencia y colaborar con ellos en la vida circense. El famoso payaso Pepe Tonetti, comenta que los padres de Rosa eran unos de los mejores artistas de circo de la época y que crearon escuela por sus innovadores números. Los éxitos de Rosa en el circo le abren nuevos caminos en el mundo del teatro donde consigue papeles secundarios. Al finalizar la temporada del teatro, regresa a Valencia y su fantasía la mueve a desarrollar una febril actividad como modelo de alta costura para una conocida casa de Valencia y sueña además con una oportunidad en el mundo del cine. La desaparecida revista Radiocinema, organiza un concurso para descubrir estrellas de cine y en ella aparece como concursante con el nombre artístico de “Rosalind O'Hara”. Gana los primeros puestos en el concurso y empieza a tener admiradores. Tanto es así que, “Rosalind O’Hara” se clasifica en segundo lugar. Rosa Perez Lema trabajó con el actor Francisco Rabal en una obra teatral llamada “La vida es sueño”, y con Pedro Beltrán, hoy conocido guionista, en una película que se rodó también por esos días, cuyo título era “Quince bajo la lona”. El ya mencionado guionista Pedro Beltrán, define a Rosa como: «una chiquilla un tanto desvalida, muy buena persona, ingenua y muy niña, un ser casi angélico, incapaz de ver el mal a su alrededor». También trabajó en la película “Ursus”en la que aparece en varias secuencias.

Rosa Perez Lema triunfó también como rejoneadora estando registrada en el Cossío (la gran enciclopedia taurina), Rosa siguió adelante e hizo numerosas colaboraciones con el cine el teatro y el circo.

Finalmente se casa en 1970 con Jose Maria, un camarero sumergido en oscuros negocios; la mala vida que este daba a Rosa hicieron que ella lo dejara todo y se diera a la bebida y a la soledad acabando tristemente sus días en las frías calles de Madrid.
De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo
se han perdido,
quiero que una salve del olvido.

(Jorge Luis Borges)

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