lunes, 20 de marzo de 2017

Los niños de San Judas


Hace años se abusaba de la autoridad en los colegios por parte de los educadores, no ya en los regidos por curas y monjas, sino también en los laicos; me viene a la memoria que cuando yo fui al cole en la época de la dictadura, me llevaba algún que otro golpe en los nudillos, con una palmeta de madera, por causas bastante leves como llegar cinco minutos tarde, aún estando justificado, o ir al baño y tardar más de lo que el profesor estimaba que se podía tardar para ciertos menesteres.

Es muy triste que en los colegios religiosos, donde supuestamente los niños deberían haber estado mejor atendidos es donde algunas veces y por algunos religiosos, se actuaba de manera miserable y cobarde. Los que proclaman la palabra de Dios, deberían ser más misericordiosos y sin embargo aplican la palabra de Dios a su manera. A los niños se les educa con temor a Dios; vivir con temor es lo peor que puede sentir una persona y mucho peor pensar cómo lo asimila un niño que se está formando intelectualmente y como persona de bien ¡cuánto daño se les hace a los niños mediante estos métodos!

Y qué decir de los abusos sexuales en el seno de la iglesia y tapados por esta, por el bien de la institución, es repugnante, creo que la solución a esta lacra sería la exclusión de los votos religiosos del celibato y que los curas que así lo desearan pudieran casarse, que la decisión de ser cura fuese como un oficio, así se evitarían muchos casos de pederastia.

En todos los estamentos de la sociedad hay mentes enfermas, lo más importante es denunciar, caiga quien caiga.

La trama de la película sucede en un reformatorio, emociona saber que en esa época en la que los niños en los reformatorios eran ultrajados, vejados y maltratados había salvadores, había profesores que querían que esa realidad cambiase. La normalidad con la que en estos centros se veían los golpes y la falta de moralidad regentados por curas, hacía que estos profesores se revelasen ante eso y ofrecían a estos niños un tipo de educación más humana y con más oportunidades para afrontar su futuro fuera de las rejas, era para estos niños apartados de la vida familiar y faltos de amor, una esperanza de vida mejor.

¡Ojalá hubiera habido más docentes que hubiesen aplicado una enseñanza en la cual hubiera existido más amor y comprensión!

Ojalá hubiera habido en esa época más salvadores de niños!

M.C. Prieto

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