"Noches del Olivar
", así se llama el espectáculo que fuimos a ver mi hijo y yo un sábado del pasado mes de julio. Se trataba de música Jazz interpretada por un cuarteto de jovenes saxofonistas, un homenaje a Pedro Iturralde con motivo de su 90 cumpleaños como músico y compositor. Ya es una leyenda viva del saxofón que ha influido en cada generación de saxofonistas. Los jovenes que interpretarón varias obras de Iturralde lo defendieron bastante bién, además de ilustrarnos con bastante gracia y desparpajo, sobre los distintos tipos de los instrumentos que llevaban: saxo soprano, saxo alto, saxo tenor y saxo baritono. ¡Yo me quedé gratamente sorprendida!
Bueno, lo que yo quería contaros es el lugar donde dieron el concierto, me pareció un sitio muy peculiar, allí esta enclavada la Fundación Olivar de Castillejo, situada en la calle de Menéndez Pidal, 3 bis, al lado del Paseo de la Habana. Para mi sorpresa, ¡allí existe un olivar! con una extensión de una hectarea de terreno, con cien olivos, muchos de ellos centenarios, almendros, madroños, granados, jaras, lavandas, romero, hierbabuena. Todo me pareció extraordinario y me puse a indagar.
El Olivar de Castillejo está cargado de historia, fue testigo de la presencía de Napoleón que acampó allí en Madrid alrededor de 1808. Desde su arbolada atalaya observó la ciudad rebelde que se extendía a sus pies.
Un siglo después un grupo de intelectuales formado por el catedrático de Derecho Romano, José Castillejo, el científico Ignacio Bólivar creador del Museo de Ciencias Naturales y el filólogo Ramón Menéndez Pidal, adquirieron parcelas, que mantuvieron abiertas para disfrute común.
En 1917 fundaron una institución de enorme alcance en la política cultural: la Junta de Ampliación de Estudio, que vendría a aplicar a la cultura española los ideales de la Institución Libre de Enseñanza con la impronta progresista del librepensamiento, no en vano José de Castillejo había sido discípulo de Francisco Giner de los Ríos.
La Fundación Olivar de Castillejo es una entidad sin ánimo de lucro, apuesta por la sostenibilidad y la protección al medio ambiente, así como un centro de iniciativas culturales que promocionan los jóvenes valores de la música clásica.
Es un rincón pintoresco, poco conocido en la zona norte de Madrid, una isla verde que conserva un encanto rural, y que, milagrosamente, se ha salvado de la especulación inmobiliaria gracias al empeño que han puesto sus herederos.
Aún se conservan las casas de José de Castillejo y Ramón Menéndez Pidal ambas declaradas de interes por el Colegio de Arquitectos de Madrid.
Se me olvidaba comentaros que después de las actuaciones, también sirven cenas, en un ambiente como muy verbenero, con sus mesas de hierro y sus guirnaldas de bombillas de colores por entre los olivos, a mí me recuerda a las noches de Kermes, en mi juventud, cuando en verano había fiestas en mi barrio de Vallecas.
Conchi Castellanos