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jueves, 11 de mayo de 2017
Sistema de identificación en humanos RFID (Radio Frequency IDentification)
Últimamente no paramos de oír en todos los medios de comunicación el nuevo sistema de identificación para empleados que se está llevando a cabo en algunas empresas de Europa, concretamente en Bélgica. Este sistema consiste en la implantación de un chip bajo la piel que se encarga de transmitir, por radiofrecuencia, todos los datos y movimientos efectuados por la persona que lo lleva implantado.
A muchos de nosotros no nos resulta desconocido este sistema ya que el implante de este chip localizador es rigurosamente obligatorio para nuestras mascotas y para identificar productos mediante los ya famosos códigos de barras. Precisamente esta es la baza que se está jugando a la hora de implantar toda esta tecnología de control: la fácil aceptación por parte de todo el mundo.
Este chip subcutáneo contiene un número único de 16 dígitos y tiene la misión de proporcionar y enviar toda la información de la persona que lo lleve implantado. En realidad, funciona como un banco de datos mediante el cual se podrá obtener información relevante de cada persona portadora, como fecha de nacimiento, grupo sanguíneo, estado civil, domicilio, empleos, enfermedades que se padecen y por supuesto las cuentas bancarias, tarjetas de crédito, entre mucha más información. En definitiva, mayor control policial y toda la información sobre nuestros movimientos y actividades.
De hecho, hoy en día, la mayor parte de nosotros está utilizando ya sistemas de control muy similares y de forma totalmente voluntaria. Para los que no se hayan dado cuenta, los Smartphone y el nuevo DNI electrónico 3.0, son precisamente esos chips que, sin estar implantados bajo la piel, proporcionan información acerca de todo lo que sucede en nuestras vidas, lo que presupone un mayor control de los ciudadanos.
Esta tecnología es muy real y no es nueva. Como todos sabemos ya se utiliza hace tiempo para localizar animales, coches y mercancías perdidos. Su uso en humanos es muy posible a pesar de sus implicaciones éticas y los riegos que implica para nuestra salud. Por el momento estos chips tan sólo se pueden utilizar para abrir puertas, así como para realizar fotocopias, aunque se espera que muy pronto se puedan vincular con una tarjeta de crédito, de forma que podremos incluso realizar pagos con tan sólo girar nuestra muñeca.
Para mí pensar en llevar implantado en mi cuerpo un chip de identificación (RFID) supone una invasión total de mi intimidad e identidad, especialmente o fundamentalmente porque no se pueden apagar. Se me pone la piel de gallina cuando pienso en la obligación de colocarme este perfecto chivato para que se pueda obtener un completo control de mi vida e incluso de mis decisiones y emociones.
Yo no quiero vivir en un mundo monitorizado en el cual se me vigile y controle las 24 horas todos los días de mi vida, ni sentirme como una etiqueta a la que al pasar por un escaner se me identifique como cualquier producto del supermercado.
La tecnología avanza muy deprisa, está claro, pero no por ello tenemos que dejar de sentirnos humanos. Es curioso pararse a pensar en cómo los avances tecnológicos pueden facilitarnos la vida cotidiana, al mismo tiempo y sin apenas darnos cuenta, alejarnos de ella.
Para finalizar os diré que las autoridades aseguran que la implantación de estos chips sería totalmente voluntaria para los ciudadanos, aunque algunos sostienen la necesidad de utilizarlos, y plantean todos los beneficios que supondría para la sociedad.
Mientras tanto yo solo puedo pensar: ¡Ojalá que no se pongan de moda!
P. Sardinero
miércoles, 10 de mayo de 2017
Sistema de identificación en humanos
RFID (Radio Frequency IDentification)
Últimamente no paramos de oír en todos los medios de comunicación el nuevo sistema de identificación para empleados que se está llevando a cabo en algunas empresas de Europa, concretamente en Bélgica. Este sistema consiste en la implantación de un chip bajo la piel que se encarga de transmitir, por radiofrecuencia, todos los datos y movimientos efectuados por la persona que lo lleva implantado.
A muchos de nosotros no nos resulta desconocido este sistema ya que el implante de este chip localizador es rigurosamente obligatorio para nuestras mascotas y para identificar productos mediante los ya famosos códigos de barras. Precisamente esta es la baza que se está jugando a la hora de implantar toda esta tecnología de control: la fácil aceptación por parte de todo el mundo.
Este chip subcutáneo contiene un número único de 16 dígitos y tiene la misión de proporcionar y enviar toda la información de la persona que lo lleve implantado. En realidad, funciona como un banco de datos mediante el cual se podrá obtener información relevante de cada persona portadora, como fecha de nacimiento, grupo sanguíneo, estado civil, domicilio, empleos, enfermedades que se padecen y por supuesto las cuentas bancarias, tarjetas de crédito, entre mucha más información. En definitiva, mayor control policial y toda la información sobre nuestros movimientos y actividades.
De hecho, hoy en día, la mayor parte de nosotros está utilizando ya sistemas de control muy similares y de forma totalmente voluntaria. Para los que no se hayan dado cuenta, los Smartphone y el nuevo DNI electrónico 3.0, son precisamente esos chips que, sin estar implantados bajo la piel, proporcionan información acerca de todo lo que sucede en nuestras vidas, lo que presupone un mayor control de los ciudadanos.
Esta tecnología es muy real y no es nueva. Como todos sabemos ya se utiliza hace tiempo para localizar animales, coches y mercancías perdidos. Su uso en humanos es muy posible a pesar de sus implicaciones éticas y los riegos que implica para nuestra salud. Por el momento estos chips tan sólo se pueden utilizar para abrir puertas, así como para realizar fotocopias, aunque se espera que muy pronto se puedan vincular con una tarjeta de crédito, de forma que podremos incluso realizar pagos con tan sólo girar nuestra muñeca.
Para mí pensar en llevar implantado en mi cuerpo un chip de identificación (RFID) supone una invasión total de mi intimidad e identidad, especialmente o fundamentalmente porque no se pueden apagar. Se me pone la piel de gallina cuando pienso en la obligación de colocarme este perfecto chivato para que se pueda obtener un completo control de mi vida e incluso de mis decisiones y emociones.
Yo no quiero vivir en un mundo monitorizado en el cual se me vigile y controle las 24 horas todos los días de mi vida, ni sentirme como una etiqueta a la que al pasar por un escáner se me identifique como cualquier producto del supermercado.
La tecnología avanza muy deprisa, está claro, pero no por ello tenemos que dejar de sentirnos humanos. Es curioso pararse a pensar en cómo los avances tecnológicos pueden facilitarnos la vida cotidiana, al mismo tiempo y sin apenas darnos cuenta, alejarnos de ella.
Para finalizar os diré que las autoridades aseguran que la implantación de estos chips sería totalmente voluntaria para los ciudadanos, aunque algunos sostienen la necesidad de utilizarlos, y plantean todos los beneficios que supondría para la sociedad.
Mientras tanto yo solo puedo pensar: ¡Ojalá que no se pongan de moda!
Últimamente no paramos de oír en todos los medios de comunicación el nuevo sistema de identificación para empleados que se está llevando a cabo en algunas empresas de Europa, concretamente en Bélgica. Este sistema consiste en la implantación de un chip bajo la piel que se encarga de transmitir, por radiofrecuencia, todos los datos y movimientos efectuados por la persona que lo lleva implantado.
A muchos de nosotros no nos resulta desconocido este sistema ya que el implante de este chip localizador es rigurosamente obligatorio para nuestras mascotas y para identificar productos mediante los ya famosos códigos de barras. Precisamente esta es la baza que se está jugando a la hora de implantar toda esta tecnología de control: la fácil aceptación por parte de todo el mundo.
Este chip subcutáneo contiene un número único de 16 dígitos y tiene la misión de proporcionar y enviar toda la información de la persona que lo lleve implantado. En realidad, funciona como un banco de datos mediante el cual se podrá obtener información relevante de cada persona portadora, como fecha de nacimiento, grupo sanguíneo, estado civil, domicilio, empleos, enfermedades que se padecen y por supuesto las cuentas bancarias, tarjetas de crédito, entre mucha más información. En definitiva, mayor control policial y toda la información sobre nuestros movimientos y actividades.
De hecho, hoy en día, la mayor parte de nosotros está utilizando ya sistemas de control muy similares y de forma totalmente voluntaria. Para los que no se hayan dado cuenta, los Smartphone y el nuevo DNI electrónico 3.0, son precisamente esos chips que, sin estar implantados bajo la piel, proporcionan información acerca de todo lo que sucede en nuestras vidas, lo que presupone un mayor control de los ciudadanos.
Esta tecnología es muy real y no es nueva. Como todos sabemos ya se utiliza hace tiempo para localizar animales, coches y mercancías perdidos. Su uso en humanos es muy posible a pesar de sus implicaciones éticas y los riegos que implica para nuestra salud. Por el momento estos chips tan sólo se pueden utilizar para abrir puertas, así como para realizar fotocopias, aunque se espera que muy pronto se puedan vincular con una tarjeta de crédito, de forma que podremos incluso realizar pagos con tan sólo girar nuestra muñeca.
Para mí pensar en llevar implantado en mi cuerpo un chip de identificación (RFID) supone una invasión total de mi intimidad e identidad, especialmente o fundamentalmente porque no se pueden apagar. Se me pone la piel de gallina cuando pienso en la obligación de colocarme este perfecto chivato para que se pueda obtener un completo control de mi vida e incluso de mis decisiones y emociones.
Yo no quiero vivir en un mundo monitorizado en el cual se me vigile y controle las 24 horas todos los días de mi vida, ni sentirme como una etiqueta a la que al pasar por un escáner se me identifique como cualquier producto del supermercado.
La tecnología avanza muy deprisa, está claro, pero no por ello tenemos que dejar de sentirnos humanos. Es curioso pararse a pensar en cómo los avances tecnológicos pueden facilitarnos la vida cotidiana, al mismo tiempo y sin apenas darnos cuenta, alejarnos de ella.
Para finalizar os diré que las autoridades aseguran que la implantación de estos chips sería totalmente voluntaria para los ciudadanos, aunque algunos sostienen la necesidad de utilizarlos, y plantean todos los beneficios que supondría para la sociedad.
Mientras tanto yo solo puedo pensar: ¡Ojalá que no se pongan de moda!
P. Sardinero
jueves, 4 de mayo de 2017
Salvemos a las abejas
Desde hace miles de años las abejas han sido de los pocos insectos que han contado con la simpatía de los humanos. Las antiguas culturas de Egipto, China y América central ya aprovechaban el trabajo de estos organizados insectos, y disfrutaban de su exquisita miel.
En la mitología griega, la miel era considerada el alimento de los dioses del Olimpo, y era considerada fuente de conocimiento y de sabiduría.
La llamada luna de miel tiene su origen en una costumbre romana. La madre de la novia se encargaba de dejar cada noche en la alcoba nupcial, una vasija con miel para reponer energías.
En la Biblia, la miel es figura ilustrativa de la Palabra de Dios.
El Corán habla en términos sagrados de las abejas y de la miel: ''La miel es el primer beneficio que Dios dio a la tierra”.
Hasta el siglo XVI que apareció el azúcar de caña, la miel fue el único edulcorante conocido.
Como todos sabéis las abejas producen miel, polen y cera. Son insectos que viven en sociedades perfectamente organizadas y tienen la capacidad de comunicarse entre sí.
Las abejas productoras de miel tienen que volar hasta 150 kilómetros y visitar más de dos millones de flores, para recolectar el néctar suficiente para producir un kilo de miel.
Desgraciadamente, en los últimos tiempos, millones de abejas están muriendo en nuestros campos. Estos maravillosos e incansables polinizadores viven amenazados. La lista de enemigos de las abejas es muy larga. En los años 50 y 60 el peligro principal surgió con el uso masivo de insecticidas como el DDT. A comienzos de los 80 la plaga de un parasito chupa sangre, parecido a una pequeña araña, origino un tremendo estrago entre ellas, que, a día de hoy continua, y desde hace unos pocos años, por si fuera poco, tenemos que incluir, entre sus enemigos, a la temida avispa asiática introducida en España accidentalmente, y que tiene la peculiaridad de alimentarse de ellas.
Actualmente el peligro más grave que afecta a las abejas es el cambio generado en la explotación de los campos y los cultivos. La agricultura intensiva enteramente dependiente de productos químicos como los insecticidas y los herbicidas, ponen en muy grave peligro la supervivencia de las abejas.
Si seguimos a este ritmo vamos a acabar definitivamente con ellas. Si alguien te dice que en un futuro pueden desaparecer las abejas, quizás no les des demasiada importancia, y es que no somos conscientes de lo que aportan estos insectos en nuestra vida
Y entonces, ¿Qué pasaría si se extinguieran las abejas?
Sólo un dato para ayudarnos a comprender la importancia que tienen las abejas y a entender por qué debemos protegerlas. Hasta un 80% de los cultivos de este planeta, es decir, con lo que se alimenta el mundo, dependen del trabajo de polinización que realizan las abejas, Si ellas desapareciesen la humanidad se enfrentaría a un enorme reto, y la vida en la Tierra se vería seriamente afectada. La desaparición de las abejas supondría un shock medioambiental mundial que podría destruir el equilibrio que hoy existe en la naturaleza. Las abejas cumplen una misión esencial en el ciclo de la vida, polinizan innumerables plantas que sirven de alimento a muchas especies de animales, que, a su vez, sirven de alimento al ser humano.
Por otro lado, la miel sigue siendo el único edulcorante para muchas poblaciones en el mundo, pero también constituye el sustento de muchas familias. En España, la miel, es una fuente importante de empleo. Somos el país de la UE donde el sector apícola está más profesionalizado, y también el principal productor comunitario de miel y polen.
Mientras tanto la ciencia investiga la forma de preservar a estos insectos. Hasta ahora no hay muchos avances al respecto. El gobierno británico ha dado cinco sencillos consejos a sus ciudadanos para proteger la vida de las abejas, lamentablemente son insuficientes. Greenpeace ha conseguido la retirada de cuatro insecticidas tóxicos para las abejas en la UE, y los científicos siguen buscando soluciones e investigando para acabar con el parasito que mata a las abejas sin obtener grandes resultados.
¿Hay Soluciones para salvarlas?
En mi humilde opinión, quizá bastaría con seguir unos sencillos pasos para ganar esta batalla y salvar asi a miles de especies de abejas.
Podríamos empezar con nuestros políticos y sus legislaciones prohibiendo productos tóxicos, tanto herbicidas como insecticidas. Los agricultores podrían cambiar sus prácticas de cultivo apostando por un modelo de agricultura más ecológica y sostenible, que no contaminase las plantas ni la tierra ni el agua. Y, por supuesto, también se necesitarían personas como tú, y como yo, que demanden la protección de las abejas y apoyen la agricultura ecológica.
En definitiva, la polinización de las flores es vital para nuestra alimentación y para la biodiversidad de nuestro ecosistema, pero las abejas, unas de las principales encargadas de esta misión, están desapareciendo. Es urgente poner todos los medios a nuestro alcance para salvarlas y también es necesario conseguir un modelo de agricultura que proteja, mantenga y respete la diversidad de la vida en la Tierra, para así conseguir preservar la vida de todas las especies.
P. Sardinero
sábado, 15 de abril de 2017
Cannabis y su uso terapéutico
La polémica está servida ¿Cannabis sí o no…?
Actualmente la marihuana y la cocaína son las drogas de mayor consumo en España.
El consumo de marihuana como droga afecta a la memoria, consumida durante la infancia o la adolescencia puede tener consecuencias desfavorables en el desarrollo de determinadas capacidades cognitivas y en personas que presentan alteraciones psiquiátricas puede provocar brotes psicóticos.
En algunas patologías muy concretas, científicos y médicos saben que el cannabis tiene multitud de propiedades y aplicaciones terapéuticas, pero, la legislación vigente en España prohíbe el uso de la marihuana. Solo está permitida la prescripción de algunos fármacos, ya sea como principio activo o conteniendo alguno de sus derivados.
Cada vez hay más países en Europa que han iniciado, o van a iniciar, programas de ayuda empleando el cannabis medicinal. España lo va a intentar, ya hay prevista una propuesta de petición al Congreso. En Alemania, Italia, Finlandia y Noruega está permitido el uso de cannabis medicinal.
Está comprobado científicamente que el cannabis ayuda en las convulsiones provocadas por la epilepsia, en la esclerosis múltiple, en los efectos secundarios causados después de sesiones de quimioterapia, como náuseas y falta de apetito, con el Parkinson, el glaucoma, el dolor crónico y muchas más que se siguen investigando.
Por supuesto que como todo fármaco cuenta con efectos secundarios adversos, pero siempre a la cola, ocupa el último puesto de todos los ya existentes en la farmacopea internacional.
Por supuesto que también crea adicción, pero ¿quién no sabe que los opiáceos o los estimulantes o las benzodiacepinas causan peores efectos adversos, incluida la adicción? Todos ellos están autorizados legalmente por la Organización Mundial de la Salud, y son recetados por los médicos.
Uno de los países que ha dado un paso adelante es Uruguay. Es el único país del mundo que ha decidido romper con los convenios internacionales y legalizar el cannabis. Van a iniciar un programa de cannabis medicinal con cultivos de calidad farmacéutica y a desarrollar una formación especial para los médicos uruguayos que prescriban cannabis impartida por los mayores expertos internacionales.
Sólo se necesita voluntad por parte de los políticos, una regulación no contraviene ninguna ley y por el contrario puede ayudar a mejorar la calidad de vida y a paliar sufrimiento a cientos de miles de personas que pueden beneficiarse del tratamiento mediante el uso del cannabis.
P. Sardinero
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