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martes, 24 de noviembre de 2020

Bienvenido a Marruecos



Por Samira Issor

Escribir sobre el propio país para contar en unas pocas líneas una parte de su historia, para comunicarlo bien, es difícil. Es por eso que vamos a intentar describirlo un poco para despertar la curiosidad del lector.

Marruecos (en árabe: المغرب al-Maġrib, ‘el país del occidente’; en bereber ​: ⵎⵓⵔⴰⴽⵓⵛ Murakuč 'La tierra de Dios'), oficialmente el Reino de Marruecos (en bereber: ⵜⴰⴳⵍⴷⵉⵜ  ⵎⵓⵔⴰⴽⵓⵛ Tageldit-n-Murakuč; en árabe: المملكة المغربية al-Mamlaka al-Maġribiyya).



Marruecos es un cruce entre Europa y África, bordeado por las aguas del Mediterráneo y abierto a la inmensidad del Atlántico. Es el país del extremo oeste del norte de África. Su capital es Rabat, un destino lleno de contrastes, una tierra auténtica con una cultura viva de dos milenios de historia que merece la pena descubrir.



En estas tierras encontramos los vestigios de las mayores civilizaciones mediterráneas: al norte del país están en alto las ruinas romanas de Volubilis (cerca de la ciudad de Mequinez). En Rabat, Tetuán, Mazagán y otras ciudades, hay algunos restos arquitectónicos que son testigos de la antigua presencia francesa, española y portuguesa. Los tesoros de las civilizaciones musulmanas se encuentran casi en todas partes del país, como Fez, Mequinez y Marrakechla Kasbah de los Oudayas en Rabat, las verdes extensiones de los jardines de la Menara en Marrakech… En todo el país existen ejemplos de la presencia de las dinastías que se fueron sucediendo.


Marruecos es una tierra de contrastes. Tiene las montañas del Rif y del Atlas y está sometida a todo tipo de influencias climáticas. En las regiones costeras, el sol proyecta en ellas sus rayos durante todo el año, por lo que podemos disfrutar de sus beneficios en cualquier temporada. Agadir, situada en las orillas del océano Atlántico y principal destino de sol y playa del país, ofrece a los que buscan relax 300 días de sol al año, con unas temperaturas agradables. Más al norte, vale la pena visitar TaghazoutMogador (Essaouira) y Mazagán (El Yadida).


Un poco más adentro, el clima pierde la suavidad mediterránea para convertirse en continental. Los relieves ofrecen espléndidas panorámicas. Marruecos es el país de los grandes espacios, el de los aventureros que realizan excursiones y rutas en cualquier temporada.



Al sur y sureste, el país se abre a la inmensidad del Sáhara. La mejor época para visitarlo es la primavera y el otoño. En su arena, el sol se refleja en las dunas dando una sensación de irrealidad. El mejor ejemplo es la ciudad de Merzouga, con su especial amanecer del sol. Allí puedes subir a lomos de un camello y entrar en uno de los más bonitos paisajes creados por la naturaleza.


En el centro, en las montañas del Atlas, la nieve atrae a muchos turistas a visitar las estaciones de esquí.


Por todo el litoral, especialmente al sur de Marruecos, en Essaouira (ciudad de los vientos) y Dakhla (más al sur), los surfistas pueden disfrutar del mar y del viento para practicar sus deportes favoritos, como kitesurf o windsurf, y otros deportes acuáticos.


Los paisajes son variables tanto en la costa como en la montaña. Marruecos ofrece unas magníficas panorámicas para disfrutar de riquezas de una cultura heterogénea.


Hay alojamientos para todos los gustos: podemos optar por un hotel de lujo o por un campingun riad (una casa tradicional situada en pleno centro de barrios históricos), una casa de huéspedesuna casa rural o un albergue (una experiencia turística directamente en contacto con habitantes locales, para disfrutar de la hospitalidad marroquí con unos vasos de té con yerbabuena y pastelería con almendras como los cuernos de gacela). ¡También están los vivacs! Una noche en vivac, con una carpa plantada en pleno desierto, te permite desconectar de todo. El ambiente del desierto es una experiencia única que nunca olvidarás.



Para que el viaje a Marruecos sea completo es importante descubrir también su gastronomía. La cocina marroquí es una cocina mayormente de dieta mediterránea, que se caracteriza por su variedad de origen principalmente árabe y bereber, con platos influenciados por la cocina judía. A pesar de su parecido con las cocinas de otros países del norte de África, la cocina marroquí ha mantenido su originalidad y sus características culturales únicas. Ofrece una variedad de platos como cuscús, tayín, pastela, cordero asado o los briuats (pequeños pasteles triangulares rellenos de carne o pescado). Hay además otros platos típicos de Marruecos: mrouzia, tanjia marrakchí (tradicional en la región de Marrakech), harira (sopa para romper el ayuno en Ramadán), la seffa, ensalada marroquí, shebbakiyya...






Espero haber despertado vuestra curiosidad por venir a visitar mi país, Marruecos. ¡Bienvenidos!


lunes, 18 de mayo de 2020

Ecuatoriana




Les voy a hablar un poco de mi país, Ecuador:

Ecuador tiene cosas maravillosas, y la principal es su gente. Los ecuatorianos son muy alegres y respetuosos. Es un país que tiene mucho que ofrecer, aunque sus políticos no estén siempre a la altura... Destacamos en muchas especialidades, como la exportación de cacao, uno de los mejores en cuanto a flor y frutos. También tenemos de especial la naturaleza: la Amazonía y las Islas Galápagos, con su fauna tan peculiar. Me encanta mi país.

Ahora les hablaré un poco sobre mi vida:

Soy melliza, y la mayor de mis hermanos (tengo 50 años). Mi infancia no fue ni buena ni mala, hasta donde yo recuerdo... Solo terminé mis estudios primarios, y luego me separé de mis padres, porque mi hermano mellizo era muy peleón conmigo, y les pedí a ellos que me dejaran ir a la ciudad a vivir con una hermana de parte de madre. Nunca pensé que me iba a ir mal con mi hermana y mi cuñado, pero bueno, el tiempo pasó y me fui a trabajar a una casa. Allí me trataban como si fuese de la familia, pero me explotaban con el trabajo.

Luego conocí al padre de mis hijos y me fui con él. A los tres años de estar juntos empezó mi calvario, pues comenzó a sacar todo lo malo de él. Mi vida en pareja fue muy mal. Tuve cuatro hijas, lo soporté durante diecinueve años, hasta que llegó el momento en que decidí dejarlo, y me dediqué a trabajar para sacar adelante a mis hijas. No me arrepiento de haberlas tenido, y estoy muy tranquila, pues ya son todas unas profesionales. Aunque me costó muchas lágrimas sacarlas adelante: hacer el papel de papá y mamá es muy duro. Pocas mujeres pueden soportar una carga familiar así.

A mi edad he vivido una bonita experiencia: conocer a un español. Por él estoy en este país, y al mismo tiempo aprovecho para conocer su cultura. Los españoles son muy “majos”, como ellos dicen.

Por ahora me estoy formando en el centro de adultos, donde todos los profesores y compañeros me han tratado muy bien. Tienen mucha paciencia.

Gracias por todo, mis queridos profesores.

Sigan así siempre.
Cristina Coronel (Secundaria N2)

viernes, 3 de mayo de 2019

X ts’unu’um


Al principio solo había silencio, la oscuridad y la nada lo invadían todo.

Los dioses estaban tristes viendo que en la Tierra no había vida que solo existía un gran vacío. Pensaron, hablaron y decidieron remediarlo. Ellos fueron los responsables de crear todas las maravillas de la Tierra. No dejaron puntada sin hilo. Dieron vida a los árboles, a las flores, a las montañas, a los ríos y a los mares, a los animales y a las plantas. Crearon las nubes, las estrellas, la noche y el día, la brisa, la lluvia y el viento y por ultimo crearon a la especie humana.

A cada elemento nuevo que creaban le dotaban de un trabajo y una responsabilidad, es decir, le encomendaban una función para que el ciclo de la vida no se agotara. El trabajo fue titánico. Pasado un tiempo y con tanto trajín, se dieron cuenta de que se habían olvidado de crear a un ser encargado de llevar de un lugar a otro los pensamientos y los deseos de las personas, se habían olvidado de crear al encargado de transmitir las emociones y los sentimientos para que pudieran ser compartidos.

Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y con ella tallaron una pequeña flecha. Cuando estuvo lista, soplaron suavemente sobre ella y la pequeña flecha salió volando. Dejo de ser una simple flecha para cobrar vida, en ese preciso instante los dioses habían creado al 
“X ts’unu’um”, es decir al colibrí.

Cuenta una antigua leyenda maya que si te encuentras con esta bellísima ave es porque alguien seguramente te envía buenos deseos y amor, o puede ocurrir también que cuando un colibrí aparece ante ti venga a contarte que las almas de los que más amaste están bien

El colibrí, la más pequeña de las aves del mundo, formo parte de la vida de los mayas, la cultura precolombina más avanzada de América, una civilización que vivió en paz y armonía con la naturaleza y donde el colibrí tenía un significado muy especial. El colibrí era el protector de los guerreros y el mensajero entre los humanos y los dioses. El colibrí era signo de buen augurio, de protección y símbolo de libertad.

Como siempre que el hombre aparece en la historia surgió un terrible problema. Al hombre le llamaba muchísimo la atención este bello pajarito, el color intenso y el brillo de sus plumas, acariciadas por los rayos de sol, eran de tal belleza que el hombre, en su ansia de poseer y dominar, deseaba atraparlos para adornarse con sus lindas plumas como símbolo de poder.

Afortunadamente, los dioses no lo consintieron, los colibríes eran criaturas sagradas. Los dioses muy enfadados hicieron saber a todos que aquel que robara un colibrí de los cielos sería duramente castigado, incluso con una condena a muerte, y dejaría de contar con el favor de los dioses. Y es que la libertad de los colibríes significa la libertad de pensamiento, los deseos deben volar y ser libres, nadie debe enjaularlos ni encadenarlos.

Seguramente este sea el motivo por el cual nadie ha visto nunca a un colibrí encerrado en una jaula, ni tampoco en la mano de un hombre. Así es como este misterioso y delicado pajarito ha podido llevar a cabo su misión y el encargo de los dioses, llevando de aquí para allá los pensamientos, la alegría y los buenos deseos de los hombres.

Esta leyenda se ha transmitido de generación en generación a lo largo de los tiempos. Mito o leyenda, si alguna vez tienes la fortuna de ver que te sobrevuela un colibrí no trates de alcanzarle ni tocarle. Por el contrario, entrégale tus mejores pensamientos y deseos que él, sin duda, será el mejor de los mensajeros. De igual forma, presta atención a sus susurros porque si esta ave te encuentra es porque alguien te ha enviado sus mejores deseos y amor.

Sobre todo piensa que por algo pasó el colibrí por tu camino, imagina que algo realmente extraordinario y mágico podría ocurrir.

Hace ya algunos años tuve la fortuna de tropezarme con un colibrí. Suspendido en el aire libaba de una impresionante flor de platanera. Tuve la gran suerte de contemplarlo desde muy cerca, tan solo a unos pocos pasos por delante de mí. Durante unos hermosos segundos permanecí inmóvil, sin apenas atreverme a respirar, mientras una sensación de paz y alegría me invadían por completo. Las emociones que sentí al ver aquel inesperado colibrí son inenarrables. Os aseguro que me quede asombrada y maravillada por su increíble belleza.

En aquellos días yo no conocía esta antigua leyenda maya, no entendí lo que me susurraba aquel colibrí. Después de enterarme de lo que os acabo de narrar por fin he comprendido su mensaje.

Felizmente para mí aquella imagen sigue grabada en mí memoria. 


P. Sardinero

lunes, 29 de abril de 2019

El mito de los gemelos

 Antes de que llegase el hombre blanco con pelo en la cara, y sus perros. Antes de que nos cambiasen sus dioses por los nuestros, los antepasados de mi Pueblo contaban que Ñanderuguasu (nuestro padre) fue creado por Tupã (Dios) para que administrase la Tierra. Él creó a sus hijos, los guaraníes, a los que mostró cómo labrar el campo, traer el agua y a los que también enseñó a hablar. Su esposa fue Ñandesy (nuestra madre) que, después de discutir con él y no encontrarle en la chacra (sembrado), fue a buscarle con su ajaka (cesto) y su japepo (olla). Por el camino, Ñandesy escuchó una voz que salía de su vientre, pues estaba embarazada, que le indicaba el camino correcto, pidiéndole que cortase una flor, lo que la madre hizo. Y después otra, pero al querer arrancarla, fue picada por una avispa. Fastidiada, reprendió a la voz de su vientre diciéndole que la estaba molestando, con lo que la voz calló. Al llegar a un cruce de caminos, donde Ñanderuguasu había colocado una pluma para indicar la senda correcta, la madre, confundida, tomó el rumbo equivocado. Ñandesy, desatinada, llegó a la aldea de los jaguareté (jaguares), hombres terribles y primitivos que existían ya antes de la destrucción de la Primera Tierra. Encontró sola a la abuela, quien le dio buena acogida, advirtiéndole que sus jóvenes nietos llegarían enseguida, por lo que debería esconderse para evitar que la devoraran. Cuando llegaron, uno de ellos que venía hambriento la olfateó, y no tardó en descubrirla. Entonces, abrió su vientre de un zarpazo. Antes de morir dijo “en realidad la voz que me hablaba eran los gemelos”. La abuela dijo que, teniendo ella los dientes ya muy gastados, los recién nacidos debían ser para ella, y mandó poner agua a hervir. Pero el agua se enfriaba enseguida, y no se cocinaban. Mandó entonces que los pisaran en el mortero, pero no consiguieron descuartizarlos. Después los pusieron directamente al fuego, pero tampoco pudieron asarlos por apagarse los carbones. Se dio cuenta entonces de que eran de naturaleza divina, por lo que decidió criarlos.



Siendo pequeños aún, inventaron el primer arco, con su flecha, para cazar pájaros. Durante sus correrías hirieron a un jaku (pavo), que cayó aún vivo. Para evitar su muerte le soplaron por el ano, succionando la herida para curarla. El jaku, agradecido, les contó que fueron los jaguares quienes mataron a su madre, lo que también les confirmó un gua’a (guacamayo) diciéndoles dónde estaba enterrada. Con razón la abuela jaguar nos prohibía jugar allí, dijeron. El mayor, llamado Ñanderyke’y (nuestro hermano mayor) decidió rearmar los huesos para revivirla. Después de mucho trabajo, cuando estaba a punto de terminar, el menor Tyvyra’i (nuestro hermano menor) quiso mamar apresuradamente y deshizo lo construido, quedando de nuevo los huesos dispersos.

Como el hermano menor lloraba mucho por la pérdida de la madre, el mayor hizo el árbol guabirá, que no gustó al pequeño por ser algo ácido. Entonces hizo el guabijú que le gustó mucho por ser bien dulce. Después llevaron los frutos a la abuela, a quien también agradaron. Buscando vengar la muerte de Ñandesy, dijeron a los jaguares que al otro lado del río habían descubierto un árbol cargado de frutos. Antes de llevarlos, prepararon una maroma (cuerda) con la que, sujetándola, cruzarían el cauce para llegar a la otra orilla. De nuevo, el hermano menor se apresuró y soltó la cuerda a destiempo, con lo que una jaguar preñada se salvó. Es la madre de los jaguares que aún existen. El resto, pereció.


Como hemos visto, los gemelos inventaron la Medicina, la cura mediante hierbas, las abejas que dan miel, los purahéi-paje (cantos mágicos) y los jeroky-paje (danzas mágicas). Al final se convirtieron en el Sol y la Luna.

La lengua guaraní forma parte de una familia más amplia, la tupí-guaraní que se hablaba desde Argentina hasta Venezuela. Las dos ramas se dividieron también por causa de los Gemelos. Cuentan nuestras leyendas que las esposas de ambos no se llevaban bien, lo que los obligó a separarse. El hermano menor marchó al norte, dando lugar a la lengua tupí, mientras que el mayor fue hacia el sur, donde se habló el guaraní. Tyvyra’i siempre fue el menos listo de los hermanos. Quizás por eso, o por los portugueses, que destruyeron las lenguas nativas y llenaron nuestras tierras de esclavos, hoy el tupí es una lengua muerta. Sólo queda en nombres de lugares: Paraná (canal que lleva al mar), Iguazú (agua grande), Ipanema (lago sin peces), Itaipu (rio con piedras que suenan), Curitiba…

El Paraguay tuvo algo más de suerte al quedar del lado español, donde no hubo esclavos, y aunque nos quitaron las tierras y dijeron que Ñandesy era la Virgen María, hoy el guaraní es nuestro idioma cooficial. Todos lo queremos y hablamos.

Celia Adorno