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jueves, 4 de abril de 2019

Sueño desbocado

Se me desboca el sueño, entre dos gritos,
y recupero el alma, algo distante,
por entre los espacios infinitos
que pretendo cruzar, insuperables.

Derrotado, me detengo abatido,
el espíritu herido, diletante,
y me paro a pensar en lo vivido
perdiendo la memoria, en un instante.

Quisiera recordar, hoy malherido,
las proezas conseguidas como amante,
tornando en verdad lo que no ha sido
y siempre he anhelado, delirante;

pero me rindo, ante lo ya vivido,
quedando ante el amor tan expectante
como esperando a Dios, el que ha creído,
y se evapora el sueño, en un instante.


Emilio Rubio Sánchez 

Madrid, 27 de febrero de 2019

El régimen confortable

Nada más alcanzar, en 2107, los ochenta años reglamentarios, Allistair Krayovenanu aceptó pasar al colectivo de en Retirados en régimen confortable para Eméritos Impolutos (RESCEIM) Su nuevo estatus le permitió acceder, gratuitamente, al paquete compuesto por cursos Suprauniversitarios de “Recuerdo de Ciencias Muertas”; mantenimiento integral a costa de la Sociedad Productiva, durante el periodo vital pendiente, y la inclusión en el Plan Voluntario de Eutanasia Deseada (PVED).

El nuevo estatus adquirido se perfilaba envidiable. Tras sobrepasar los cincuenta y cinco años de trabajo podía, al fin, dedicarse a lo que le gustó toda la vida: aquello que se llamó Filosofia, hoy Normas de Comportamiento Estructuradas; la anteriormente conocida como Historia, ahora Pasado Comprobado; la Política, que hoy se conoce como Reglas de Manipulación de los Humanos, etc., etc., etc.

Lo mejor de la nueva situación es que le eximía totalmente de responsabilidades familiares. Su mujer le había dejado antes de que peinara canas; su hijo era astronauta local y, además, egocéntrico y estupido; la niña, que ya pasaba de los cuarenta, era experta en planteamiento de algoritmos. Desde pequeña fue bastante ñoña y repipi; vivía con un experto en Ecología Aplicada Obligatoria, es decir, lo que anteriormente se conocia como un basurero.

Al acceder al paquete de enseñanza de Humanidades Viejas, era preceptivo asumir la renuncia a cursar enseñanzas “Integrativas al Mundo Laboral Activo”, asi como adherirse al PVDE. A cambio, debía entregar su vivienda habitual, excepto: robots auto programados, audiovisuales personales y de conexión externa, y dispositivos de movimiento propios e intransferibles.

Podía conservar sus Derechos Económicos (DEC) —sobre los que se realizaba una retención del doce por ciento anual para la Administracion Central, mas un 60 por ciento, a pagar sobre cualquier beneficio generado por esos derechos, por algún tipo de accion personal o del Tutor Público asignado al Emérito –y disfrutar de ellos a su libre albedrio.

En la ordenanza se contemplaba la disposición de bienes en caso del fallecimiento del beneficiario. Este doloroso momento, aun no resuelto definitivamente por la Autoridad, contemplaba el estricto cumplimiento de las disposiciones del finado, que podía dejar definido a quien y como se entregarían sus UDEC (Unidades de Derechos Economicos Consolidados) restantes. Sobre los beneficiarios se efectuaba una reducción del 80% que no implicaba impuesto alguno; sólo una mínima contribución a los gastos de cuidados físico mentales, posibles criogenizaciones realizadas, así como tratamiento de residuos fisiológicos, sociales y mentales, si fueren necesarias.

Empezó ilusionado los estudios. La relación con los nuevos colegas le complacía. Lo mejor: el objetivo era la propia satisfacción, sin condicionantes ni inhibiciones. Hizo amistad con Pedro, que un día fuera físico cuántico y hoy era un compañero más de situación. A menudo se enzarzaban en discusiones, exentas de objetivos de primacías ideológicas, lo que en el antiguo argot se conocía como charlas de amigos:

—Tu dirás lo que quieras, amigo Pedro, pero la imposición del Orden Primigenio, y la anulación de anteriores ideas, a las que se denominaron populismos, no significa un avance importante en el bienestar de la sociedad vitalmente activa, especialmente en algunos de sus sectores mayoritarios.

—Te obcecas en tu memoria retrospectiva. La eliminación de los populismos de cualquier tendencia politica y la intervención única del Estamento de Acción Espiritual Central, en todos los órganos de Aministración, nos ha traído la actual estabilidad vivencial de la que disfrutamos, a salvo de vaivenes sociales políticos y de otra índole.

—Pero, este control total impide cualquier tipo de critica constructiva a los errores propios del ejercicio del poder absoluto. Por ejemplo, si un Plan de Voluntariado es aplicado de manera torticera por el poder en situaciones problemáticas de solvencia económica, ellos pueden decidir sobre el fin de nuestras vidas, a su libre albedrio, amigo Pedro.

—No es tan facil. Cuando te diagnostican una enfermedad terminal, o que tu periodo de congelación, en espera de soluciones sanitarias a tu dolencia, no puede prolongarse técnicamente, te queda la oportunidad de decisión propia sobre la aplicación de la eutanasia, disponiendo de un mes desde la fecha de la Comunicación a la de aplicación de la terapia. Creo, Allistair, que es espacio suficiente para tomar la decisión sobre el fin de tus días. Además, qué mejor ejemplo quieres que la actual situación de crisis económica, la primera del siglo XXII. Y a pesar de ello, que yo sepa, no han intentado eliminarnos.

—Bueno, se oye que hay casos raros entre los beneficianos de los paquetes sociales de retirados de bajo nivel de renta. Además, si a uno le comunican que su grave enfermedad es irreversible, y, por su particular situación, no puede manifestar su deseo de seguir vivo, ¿no quedaria indefenso frente a la decisión administrativa?

—Hombre, si te encuentras en situación tan perentoria, tu calidad de vida debe de ser ínfima, por lo que la obsesión en mantener el impulso vital pasa a ser egoísmo y empecinamiento, mas que generosidad y actitud socialmente positiva, bases las que se fundamenta nuestra civilización.

Fueron pasando los años en un relativo bienestar, pues, cada vez tenía que dedicar más tiempo a los cuidados sanitarios que al estudio y al ocio. Casi doce años después, a principios de 2119, su salud se fue deteriorando rápidamente. Hacía años que le habían diagnosticado una invasión tumoral en vísceras principales, y su situación general había ido empeorando hasta amenazar una sepsis orgánica general. Hubo de aceptar una criogenización temporal, a la espera de avances médicos para curar su dolencia. El doctor internista Alain Teodoropulos le explicó los términos del procedimiento:

—El periodo máximo de hibernación establecido por ley es de veinte años. Si antes de esa fecha se descubre un tratamiento adecuado para su dolencia, se le despertará e informará de inmediato. En caso contrario, al final del plazo, se le reanimará y dará cuenta de la situación de su salud y estadísticas reales de supervivencia personalizada, así como, si fuera posible, una segunda hibernación, por estimarse próximo un tratamiento resolutivo para su dolencia. En caso de no haber novedad en sus perspectivas médicas, tendrá un periodo de 30 días naturales para indicarnos, desde su intercomunicador social, su preferencia entre abandonar el tratamiento o acogerse al plan de Eutanasia Voluntaria. Para el control de constantes durante el periodo de inconsciencia, se le instalará un microchip en la zona occipital que servirá para rescatarle de la criogenizacion. Este dispositivo también sera válido, en el poco probable caso de que se decida, en ese lejano momento, por la eutanasia; para facilitar que su tránsito sea indoloro e instantáneo. No debe preocuparse en exceso, a esa situación límite no llegan más allá del siete por ciento de los hibernados.

El 7 de marzo de 2119, a las siete de la mañana, llegaron a su Unidad Unipersonal de Confort (UIC) para proceder a su hibernación. Le instalaron el microchip, activaron alarmas de detección de exceso de temperatura y de presencia humana, conectadas al Ordenador Central de Seguimiento. Le entregaron los documentos en que figuraban las fechas:

«Comienzo/Fin de la hibernación: 07.03.2119/2139 a las 07. 30 a.m.»
«Plazo aviso decisión: 30 días naturales, tras despertar.»

Se despertó con el Cuerpo tembloroso; conectó la DDB (Digital Data Base) y, antes de dirigirse a la cabina de aseo y masaje tónico, miró a la pantalla de bienvenida y quedó petrificado: “Bien venido al 2120 d.C. Hoy es 7 de abril. Son las 07.27.56”. Fecha despertar: 7 de marzo de 2120 a las 07.30.00. Faltan para desconexión automática: 00.02.04.

Entonces lo comprendió todo: ¡Le habían congelado tan sólo un año y, además, no había funcionado el despertador vital y, por tanto, no habia podido desactivar el protocolo de eutanasia voluntaria! ¡Su contador vital se pararía en dos minutos! Corrió al “intercomunicador social, pero al encenderlo comprobó que tenía las baterías agotadas. Encendió el autocargador inalámbrico y miró al DDB. Ya eran las 07.29.24. Miró espantado como el cargador estaba al 0,2% de carga y volvió a apretar el botón, una y otra vez.

La brigada de Residuos llego frente a la puerta, que quemó con el incinerador. Eran buenos profesionales y, a las 08.51.32, la Unidad Unipersonal de Confort nº T30 71 02/47, ya estaba dispuesta para ser reutilizada y todos los residuos orgánicos, inorgánicos y robóticos, tratados.

Cuando se retiraban, dos operarios comentaban preocupados como la crisis económica se agravaba día a día.

Emilio Rubio Sánchez

domingo, 31 de marzo de 2019

Subamos al cielo (Mont Blanc)

Esperamos en silencio la noche, con la complicidad de los primerizos y la sangre alterada en estado gaseoso. Nervios, miradas, deseando saltar del catre y asaltar la oscuridad. Se escucha una voz lejana, rota, con textura de blues, canturreando:

Esta noche crecerá la Semilla de Luna
Como hiedra trepadora
Esta noche sonará el latido enloquecido del alma
Nuestras voces remontarán el viento
Esta noche contaremos las estrellas
Y subiremos a recogerlas
Quiero que nos subamos al Cielo
Quiero ver desde el Aire la Tierra y el Mar
Yo no quiero morirme
Yo quiero subir y poder bajar
Quiero que nos subamos al cielo

Llegado el momento, salimos en silencio a la noche, con un nudo en la garganta y el corazón deseando escaparse. Arnés, cuerdas, crampones mordiendo con sus colmillos la nieve en un extraño beso. Somos los últimos, no hay prisa, vamos despacio… el cielo no caerá esta noche sobre nuestras cabezas. No lo hará, ahora que queremos subirlo. Ante nuestros frontales sólo tenemos nieve, más allá nada. No hay montañas, todo ha desaparecido. Miramos impresionados la escalera de luces que forman las ilusiones de hacer cumbre.

Cohorte celeste suspendida en el infinito.

Caminamos. Habladores, caminamos al principio.

Caminamos. Pensativos, caminamos concentrados.

Hacemos juntos la primera subida. Luego vendrá otra. Y otra más sin vuelta atrás. Con lágrimas secretas despedimos a un compañero que no puede continuar. No será lo mismo ya. Nos ordena que sigamos adelante, que lo consigamos por él.

“El Mont Blanc nos pone a cada uno es nuestro lugar, nos devuelve un reflejo real de lo que somos”.

¡Qué sabio eres siempre!

Obedecemos con la promesa de llenar su ausencia con el recuerdo de jornadas compartidas en el pasado.

Va clareando… Nos sentimos dentro de postales irreales al adivinar la silueta de las montañas, sus esbeltos picos nos rodean. Todos tienen nombre pero no nos atrevemos a decirlos. Insignificantes, somos como manchitas en una sábana limpia, inacabable.

Frente a nosotros se levanta una de las paredes de hielo más bellas para trepar. Mientras el Sol nacido nos saluda calentando huesos y ánimo, hacemos amigos en la espera del Maudit.

Nos toca turno y subimos suave, acariciando, apoyando piolet y crampones sin agredir. Sabemos que no nos dejará caer, esta vez no. La unión es completa.

Acabamos de vivir un momento de pura magia.

Caminamos. Llenos de alegría caminamos.

Caminamos. Hacia la cumbre cada vez más cerca caminamos.

Descansamos sobre nuestras mochilas admirando uno de los muchos glaciares que duermen en los Alpes, nos perdemos en los mil y pico contando tanto pico, sacamos fotos hasta echar humo las cámaras. Resumiendo, la gozamos.

Última subida. ¿Quién dijo que sería fácil?

Es una ladera, no tiene ningún misterio, pero es ahí donde los tambores de adentro te revientan las sienes, el corazón escupe maldades y se te va la vida metro a metro. Se ven hombres de montaña hincados de rodillas, derrotados. Personas acostumbradas a largas travesías sufriendo por no se sabe qué extraña razón. Patanes llevados a rastras por guías que mamaron hielo de glaciar y nieve en sus biberones.

Todo el ser se nos revuelve mientras ascendemos, pero estamos tan cerca, casi la podemos tocar que nos crecemos. Y el muchacho que parecía menos fuerte recoge los trastos del compañero caído, y le come la oreja con palabras de ánimo hasta que consiguen la cumbre.

Hacemos de tripas corazón y vamos contando los pasos que damos de diez en diez, para que queden menos.

Y llegamos. Por fin, la cumbre… ¿Dónde está? Aquí no hay nada.

Nos quedamos perplejos. ¿Decepcionados? Ahora sabemos que no. Pero ha tenido que pasar un mes para darnos cuenta de lo que llegamos a conseguir.

Una ruta por los cuatromiles de nuestro interior. Un encuentro con el yo oculto que asoma raramente en circunstancias normales por educación, y que en el entorno extremo de la naturaleza aflora salvaje y sin vergüenza.

Cada uno con su reflejo. Eso es Mont Blanc: Mont Miroir, Mont Regard, Mont Toi Même.

La bajada es otra cosa. Nos dejamos llevar.

Seguimos una arista preciosa que nos muestra la grandeza de lo creado, seguimos unos pasos marcados por miles de compañeros que nos precedieron y que sintieron parecido a nosotros, seguimos y aprendimos.

Y la casa se nos cae encima cuando llegamos, porque hemos vivido sin techo durante unos días, porque hemos vivido sin necesidades de más.

Porque hemos subido al Cielo.

Cristina González Plana

viernes, 29 de marzo de 2019

Madrid

Mar de asfalto y arena, torres como olas, ríos bajo el suelo. Nubes blancas que decoran tu cielo, nubes negras que estremecen tus horizontes y la lluvia que lava tu cara. Tu luna es un espejismo en las noches de enero, es una inmensa bola de color fuego. En otoño nos asombras con los vivísimos colores de tu vegetación, a lo mejor, para compensarnos por tus fríos vientos, y tu luz, mágica, juega a impresionarnos en cada rincón de la ciudad cuyo nombre es Madrid. Sí, Madrid, que nos acoges bajo el gran techo azul, cuando se te antoja. Azul intenso cuando el aire barre tus espacios y nos envuelve en su frescor. Madrid ruidosa, que no impides a las golondrinas cantar cuando tu sol decide que ya es hora de tramontar. Madrid loca, chispeante, divertida y luminosa, que recibes a quien de cualquier lugar viniera sin preguntar siquiera su nombre; que, en verano, nos cueces y en invierno nos hielas y, sin embargo, aquí seguimos fieles a ti, porque de aquí no nos vamos y si nos fuimos, aquí volvimos.

Mª Luisa López

domingo, 24 de marzo de 2019

Con el poder del amor (IV) Maternidad


En este escalón de la vida. En el que la palabra ser madre casi no se quiere pronunciar. Al menos pronunciar con orgullo. Me han venido a la mente y el corazón, recuerdos, quizás añoranzas de la mia. Es posible que a todos no les suceda lo mismo. Se que han cambiado las cosas, las circunstancias que nos rodean. Pero no el papel insustituible de ésta.

Quiero componer un canto a la maternidad, y a esas madres buenas y generosas que pasaron y pasan ocultas, a las que tanto debemos. No eran ignorantes ni cortas de miras. Pero, y eso te lo confirmo, eran valientes y tenían un coraje de heroínas. No se les ponía nada por delante y la mayoría de ellas eran polifacéticas. Puedo hablar de la mía: Era matrona, enfermera, modista, profesora, peluquera, cocinaba de chuparte los dedos. Era limpia, ordenada, era economista, pues con muy poco dinero hacia auténticos milagros; era empresaria, cuentacuentos, etc., era todo.

Si alguien se atreve a debatirme que no eran nadie, que tan sólo eran, amas de casa, esposas y madres, me gustaría tener un cara a cara para comparar quién es más completa. No tuvieron másteres, quizás no estudiaron cursos superiores, pero se han abierto camino en la universidad de la vida, cursando todas las ciencias.

Como decía, ha cambiado muy deprisa la vida, ¿para mejor?, ¿para peor? No. Es lo que toca, Pero, con mucho respeto y veneración, por las que eligieron y eligen esta misión. No como esclavas, sino muy libres. ¿Con complejo de inferioridad? Te puedo asegurar que no. Pues eran los cimientos del hogar, los niños no poseíamos gran cosa, pero eramos muy felices, no teníamos el estrés y la inseguridad que tienen muchos niños de ahora. Lo tienen todo, pero pasan 12 horas fuera de casa, en muchas actividades y muy poco tiempo con su familia, llegan agotados todos a la tarde noche a la casa y toca; ducha, cena, cama. No hay tiempo, no hay espacios familiares para expandirse, contar, preguntar, compartir, etc. Incluso en estos cortos espacios, asume el protagonismo, la omnipresencia de la televisión, móviles, play. etc

Después de este preámbulo, quiero agradecer, dar luz a tantas madres. Que lucen a la sombra de sus maridos, hijos, nietos etc. Y logran mantener, como una piña, a la familia unida.

Yo voy cumpliendo años y casi me acerco a los que tenía mi madre cuando partió al cielo, me doy cuenta que desde aquí, se sigue sintiendo la lozanía que regala la existencia y que aún queda mucho por hacer, muchas cosas por las que asombrarse y compartir, deseos y proyectos que alcanzar, en definitiva, ganas de vivir, reír, anhelar y esperar.

Que poco cálculo tienen los jóvenes y, menos aún, los niños de lo que realmente hace el paso del tiempo en las personas. Parece que los que nos rodean siempre han estado ahí y que siempre seguirán, aguardando y ayudando.

La fuerza de la inexperiencia, cuando somos jóvenes y tenemos todo un porvenir por delante, nos hace correr mirando siempre al frente, con la aspiración de conquistar metas en el estudio, en el deporte, en los bocetos de futuro que toda juventud se fragua. Al mismo tiempo que el almanaque sigue adelante consumiendo con ritmo acompasado días, semanas, meses, años, que, en un suspiro, se van.

Aunque un hijo siempre será un niño para su madre, el poso que van dejando los intrincados caminos de la vida, nos hacen más reflexivos, más serenos y ponderados. Maduran el cuerpo y el espíritu. Surgen nuevos proyectos, nuevas etapas que toca asumir, a veces con sorpresas, como un regalo, otras con desganas, pero en todos los casos como una obligación que no se puede eludir. Se despierta el deseo, convertido en añoranza, de tener cerca el abrigo del corazón materno. Ese corazón, que llenaba de grandeza lo más pequeño e inapreciable, siempre dispuesto, alegre y amable… ¡Quién mejor que ella para poder compartir vivencias, reveses, sinsabores y escuchar nuestras experiencias!

Mientras el sol de la vida avanza superando algo más del medio día, fue: Cuando supe quien eras. Lo que realmente significabas, el lugar que en la vida te tocó ocupar. Cuando supe quién eras pude explorar la eternidad, buscando entre los recuerdos la piedra preciosa que tantas veces, en el espejo de tus ojos, vi brillar. Tu incesante actividad y tu firme voluntad. Fueron la fuerza impulsora para conquistar nuestro futuro. Y siempre un refugio de paz, un faro de luz. Esperanza hecha sonrisa.

En el cielo, las madres, deben tener una tribuna muy especial. "Singularísimas cooperadoras de Dios en la transmisión de la vida humana" anidaron en sus entrañas un nuevo ser. Portadoras de amor y de vida. Confirmado queda, por muchos testimonios, el vínculo de unión que alimenta el corazón del hijo sin que lo impidan la distancia o el tiempo. ¡No sé dónde estará el quid, la esencia o la razón de este incomprensible misterio! Algo divino lo envuelve. El papel irreemplazable y necesario de una madre, su valor no tiene medida que lo encuadre

El día que supe quien eras un clandestino dolor quiso hacer presa en mi alma. Ella, que educó mi corazón a la luz de la fe, con la naturalidad de una fuente constante de agua mansa y serena, también dejó señalado el camino por donde dirigir mis pasos vacilantes o dudosos, cuando, inevitablemente apareciesen el dolor, las penas o sinsabores: La columna invisible de valores que sembraste en mi, discretamente arraigada, hecha vida con espontaneidad y cuajada en sencillas obras. 

Muchos acontecimientos se celebran frecuentemente en el mundo, pero “El día de la madre” es el que más se merece una celebración; un homenaje al amor más tierno, más desinteresado y más hermoso que pueda existir.

“Los grandes hombres se forman en las rodillas de sus madres”; todo hombre, por tanto, tiene necesidad de una madre. A esta ley humana no escapa la vida. Incluso Jesús quiso tener una Madre en la tierra que también lo es de toda la Humanidad.

El día que supe quien eras, también comprendí, que nunca quedaría huérfana, pues de ti aprendí a querer, con particular afecto y devoción a la Virgen bajo cuyo manto me cobijo

Ojalá que todas las mujeres se sientan orgullosas, felices de su maternidad, pues eso es lo más grande que han recibido. Que se sientan felices con sus hijos, orgullosas de sus hijos, realizadas en ellos, en su misión de madres por encima de cualquier cosa en su vida.

Otras tareas, profesión u oficios pueden añadir algo a su persona, pero ninguna como la gloria y la alegría de ser madres y sentirse llamadas mamá.

Lucia Sanz

jueves, 21 de marzo de 2019

¿Hasta cuándo?

DESDE MI ATALAYA

Recientemente los medios de comunicación me han proporcionado imágenes o comentarios que me han llevado a preguntarme: ¿Hasta cuándo?

Para conseguir determinados logros, somos capaces, en muchas ocasiones, de desacreditar al prójimo. ¿Hasta cuándo?

Lo habitual es que, si se pretende desalojar de un cargo, destino, etc. a alguien, no sea para poner al más idóneo, sino que se recurra al consabido “quítate tu que me pongo yo”, o quien yo quiera. ¿Hasta cuándo?

Cuando se pretende la igualdad de sexos -cosa muy loable, por cierto-, se suele ir contra el machismo para imponer el feminismo, o viceversa. ¿Hasta cuándo?

Alguien pidió en su día: paz, piedad y perdón. Por el contrario, hay quien contrapone: riña, rencor y revancha. ¿Hasta cuándo?

Decía Antonio Machado:
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón. 

Ochenta años después determinadas personas, fundamentalmente políticos, nos siguen recordando las dos Españas. ¿Hasta cuándo?

Durante muchos años los “enemigos públicos números uno” eran los comunistas y los masones. Ahora es así -al menos con idea de insultar- casi todo aquello que termine en …ista: machista, feminista, fascista, franquista, nazista, y algún que otro …ista que quede por ahí. Total, que egoísta o similar van quedando casi como halagos. ¿Hasta cuándo?

Decía Agustín de Foxá que los españoles “estábamos condenados a ir siempre detrás de los curas, con el cirio o con el garrote”. Hay para quien parece sigamos estándolo. ¿Hasta cuándo?

Debiéramos reconocer que el hombre y la mujer somos iguales para unas cosas y diferentes para otras, pero siempre con los mismos derechos y obligaciones. Pero no es así. ¿Hasta cuándo?

Para Unamuno cuando en España se habla de cosas de honor, un hombre sencillamente honrado tiene que echarse a temblar. ¿Hasta cuando?

En palabras de Julio Camba: “la envidia del español no es conseguir un coche como el del vecino, sino conseguir que el vecino no tenga coche”. En muchos casos así lo sigo creyendo. ¿Hasta cuándo?

Aquel que puede robar y no lo hace por honrado, es tonto. El que dice que su palabra vale tanto como un documento, es idiota. El que se las da de patriota es facha. Para el que se tiene por progresista el otro es retrogrado. Si alguien habla de honor, como mínimo provocará alguna risita. De izquierdas, mínimo rojillo. De derechas, mínimo fachilla. ¿Hasta cuándo?

¿Llegaremos algún día a alcanzar un nivel cultural que nos permita evitar tanto interrogante?

David Díaz

lunes, 11 de marzo de 2019

Recuerdos de mi infancia

RECUERDOS DE MI INFANCIA

Hoy me encuentro tranquilamente sentada en mi jardín, arrullada por el trino de los pájaros y el ladrido lejano de algún perro que me acompañan. Me dejo llevar por mis recuerdos a la época de mi primera etapa de estudiante.

“OS LO VOY A CONTAR”

Tendría como diez u once años, cuando a mi padre le cambiaron de trabajo a otra ciudad. Ocurrió en el verano, por lo que al llegar a su destino lo primero que hicieron mis padres fue informarse de los colegios que había para matricularme. Encontraron uno que les gustó y así hicieron.

Mientras tanto yo trababa amistad con los vecinos y casualmente algunos niños iban al mismo colegio que habían elegido mis padres. Al enterarse comenzaron a ponerme al corriente de todo lo referente a ese colegio y sobre todo a hablarme de los profesores (entonces teníamos solo un profesor o profesora que nos enseñaba todas las asignaturas, es decir que cada clase tenía su docente y pasábamos años con él.

-¡Como te toque Doña Pepita está lista! ¡Menudo hueso es! ¡En su clase no se puede ni respirar!

¡Reza para que vayas a otra clase! Me decían. Me dejaron asustada con esa posibilidad pero pronto lo olvidé y continué disfrutando del verano.

Cuando llegó el comienzo del curso. ¡Efectivamente tuve la SUERTE de que me tocó estar en la clase de la Pepita! Enseguida comprobé que lo que me habían dicho no era mentira. En su clase imponía mucha disciplina. No podíamos hacer “un ruido”, teníamos que estar siempre atentos. Rápidamente nos llamaba al orden. Nos pedía tener siempre los cuadernos limpios y ordenados. Todo lo que me habían dicho se cumplía, pero no nos dábamos cuenta de que gracias a todo ello eramos la clase mas adelantada.

Recuerdo que cuando terminaba de explicarnos algo, siempre nos decía que le hiciéramos preguntas, pero eso sí, que pensáramos bien cómo hacerlas, que las formuláramos bien. Después se extendía todo lo necesario para explicárnoslo hasta que comprobaba que nos habíamos enterado todos. Nos ponía ejemplos con situaciones diarias y así la entendíamos muy bien. Tenía muchas frases y las repetía a menudo. Una era:

—¡Tenéis que tener la cabeza bien ordenada, igual que tenéis vuestros cuadernos y carteras, de esa forma comprenderéis todo mejor! 

Otra era: 

—¡Vuestras mentes son como un huerto, no es suficiente con tener buena tierra, hay que limpiarlo de malas hierbas, ararlo, abonarlo, regarlo, y después plantar buenas semillas. Solo así conseguiréis buena cosecha!

Plantó muchas y buenas semillas en nuestras mentes hasta que se marchó. Lo sentí mucho, aprendía muchísimo con ella y me gustaba su disciplina. Me enseñó a ser exigente conmigo misma, a ser perseverante, a querer hacer bien las cosas y despertó en mí unas gana enormes de aprender, que antes no tenía.

Vino a sustituirla otra profesora mas joven. Se llamaba doña Rosario, y venía con otro método de enseñanza. En sus clases todo eran risas, conversaciones, cambios de sitio... Nos hacía trabajar en grupos o en parejas. Cada día nos sorprendía con algo diferente. Nunca sabíamos qué nos iba a enseñar ni cómo.

Cuando hacíamos alguna pregunta, no nos la respondía, nos decía que la buscáramos nosotros, que investigáramos. Ella no estaba de acuerdo en aprender las cosas de memoria de los libros. Nos hacía discutir los temas entre nosotros y que cada uno expusiera su opinión. Era otra forma de enseñar que a todos nos chocó mucho. Nos hablaba de sentimientos y de valores, temas a los que no estábamos acostumbrados a prestar atención. Nos hacía mirar en nuestro interior y sacar a flote nuestras emociones.

También con ella aprendimos mucho. Éramos la envidia del colegio. Habíamos tenido la suerte de tener dos profesoras buenísimas. Fueron dos maneras distintas de enseñar. Dos personalidades diferentes. Las dos me dejaron huella. Me hubiera gustado habérselo dicho, pero entonces yo no era consciente de su influencia. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de la importancia que tienen, para bien o para mal, los profesores en nuestra vida. Personalmente he tenido la suerte de haber conocido a buenos, ya que no guardo malos recueros de ninguno.

Ahora al cabo de tantos años, me gustaría saber cómo les fue a estas dos profesoras en la vida.

Me pongo a pensar en que si volvieran a nacer, doña Pepita sería otra vez maestra, pues la gustaba enseñar, y a pesar de sus exigencias era cariñosa y simpática. Doña Rosario, seguro que sería psicóloga y de las buenas. Le gustaba mucho ayudar a todo el mundo, se preocupaba por todos nosotros y por nuestro futuro.

Aunque ellas no puedan saberlo, nunca las olvidaré.

Mi homenaje y agradecimiento a todas y todos los profesores que han pasado por mi vida y a los que están ahora en ella. 

Mercedes Gozálvez

viernes, 8 de marzo de 2019

Recuerdos

Una idea, un pensamiento, un recuerdo
nos hacen disfrutar de esos bellos momentos
si no los recordamos, podemos perderlos.
Recordar todos los días algún pasaje
de nuestras vidas,
es mantener vivo ese acontecimiento.
Cosas bonitas, cosas agradables.
Algunos recuerdos no son bien recibidos
(pero también conviene recordarles).
Los recuerdos son grandes,
mi memoria pequeña.
Con los ojos cerrados
y la mente en blanco,
consigo acordarme de los buenos
¡no de los malos!
Los recuerdos son…eso, recuerdos,
nunca los cogeremos
no están al alcance de nuestras manos.
Con nuestras manos apretadas,
atrapamos los buenos.
Con las manos abiertas,
dejemos escapar los malos,
todos tenemos recuerdos.
Recordar, recordar, recordar es bueno
(hasta que dejemos de hacerlo)
Pero si un día no los tenemos,
tendremos a nuestros hijos,
a nuestros nietos,
que nos seguirán recordando,
aquellos bellos momentos.

Juana Taboada

martes, 5 de marzo de 2019

Alerta XP5

En Luss pasaban acontecimientos difíciles de explicar y tenían a todo el pueblo en vilo. La primera vez que tuvo lugar un caso extraño o al menos el primer recuerdo de las personas que vivían en Luss ocurrió a principios del siglo xx. Pasó que llegó una familia al pueblo, Karen, Alex y Magie Jackson, la familia alquiló una casita cerca del lago, las vistas eran idílicas, enfrente de la casa un inmenso y bello lago y a espaldas de ella un hermoso valle. En Luss no vivían muchas personas, todos los habitantes eran muy agradables pero nadie abría su hogar a cualquiera y es que se habían vuelto muy desconfiados, habían comenzado a suceder episodios raros en aquel lugar.

La familia Jackson se adaptó muy pronto a su nueva forma de vida y a sus nuevos vecinos. Pero fue al poco tiempo de llegar ellos al pueblo que sucedió algo que puso en alerta a todos los habitantes de la pequeña comarca. Sucedió que una mañana como tantas salió Alex con su hija Magie de camino al colegio, la carretera que pasaba al lado del lago era tétrica, con muy poca visibilidad. Esa mañana Alex tardaba en regresar a casa y Karen preocupada porque no volvía, salió en su busca. Su marido hacía el mismo recorrido siempre, y no hubiera sido raro que Karen se hubiera cruzado con él, cuando en una curva encontró el coche volcado de Alex.

Karen bajó corriendo de su coche, llegó a la altura del coche de Alex, llamó desesperada a su marido y a su hija, al no obtener respuesta, Karen comprobó con sorpresa y desesperación que dentro del coche no estaban, además no había rastro alguno de sangre ni objetos personales de su familia. Karen llamó inmediatamente a la policía, los efectivos policiales llegaron al lugar y tras rastrear el lugar del accidente, certificaron que no había nadie, se los había tragado la tierra.
Como no hubo rastro alguno de Alex y de Magie ni de sus pertenencias, la policía no pudo coger huellas en el lugar que pudieran determinar qué sucedió en esa curva esa fatídica mañana.
A partir de ese suceso, algunos habitantes de hasta ese momento, tranquilo pueblo de Luss, creyeron haber visto seres cerca del lago, no tenían apariencia humana, muchos creyeron haber visto seres con aspecto alienígena.
La policía que investigó la desaparición de Alex y de Magie Jackson y los casos que se produjeron después, llamó a ésta investigación Alerta XP5.
Pasaron los años, las investigaciones no estaban dando los resultados deseados, incluso habiendo más presencia policial por el entorno del lago, la policía no avanzaba demasiado en sus pesquisas, no se daban los resultados que ellos esperaban para poder esclarecer qué les había podido suceder esa mañana y si las apariciones, sin explicación, de seres alienígenas en la zona hubiera podido estar relacionado con la desaparición de Alex y de Magie Jackson.
Pasaron los años Karen había dejado el pueblo hacía tiempo, se trasladó a la ciudad. Ella no se desvinculó del todo de aquel lugar, de Luss.
De vez en cuando la policía le informaba de los avances que se daban, aunque escasos, de la investigación. Nunca se llegó a cerrar el caso por completo.
Karen en su retiro escribió su historia, la historia de la familia Jackson.

El libro lo tituló ALERTA XP5.

Maricarmen Prieto

domingo, 24 de febrero de 2019

Niños Españoles nacidos en Ucrania



Estoy siguiendo, y me preocupa como a muchos de vosotros seguramente, la noticia de que, están detenidos en Ucrania 20 familias (hablan de algunas más) españolas que han sido padres por gestación subrogada. Ellos han seguido las indicaciones de algunas de las agencias privadas que les aseguraron que no iban a tener ningún tipo de problemas. Por otro lado se sospecha de que algunas de estas clínicas están siendo investigadas por tráfico de niños. Estas agencias se ocupan de todos los trámites para conseguir en ese país ese ansiado hijo para todas estas parejas y así conseguirles la ilusión de tener su bebé por gestación subrogada previo pago de entre 35.000 y 45.000 Euros.

En este país del Este está regulado por ley para extranjeros dar todo tipo de facilidades y las parejas se desplazan aquí y no a otro país, principalmente, por el tema económico. Han nacido con este procedimiento en 6 años 231 bebés aproximadamente. Hay mucha diferencia con Estados Unidos que pasan en 6 años de los 500 bebés. Pero la diferencia es que es mucho más caro conseguirlo, y unas 200 parejas viajan al año a Ucrania para conseguir su hijo con este método.

Parece ser que el 5 de Julio la embajada Española emitió un comunicado al consulado de Ucrania y comunico que, según la normativa de la Unión Europea General de Protección de Datos, y no se puede reconocer a los recién nacidos mediante un vientre de alquiler. Con solo una prueba de ADN del padre, esta prueba se recogía delante de un funcionario presencial de la embajada de Ucrania, y se enviaba a un laboratorio español que procedía con el resultado de los datos obtenidos, enviarlos a ese país y acreditaba así la filiación del padre. Por su parte el consulado español en Ucrania facilitaba a la vista de los resultados el pasaporte español al recién nacido y el paso siguiente era que, llegando a España la madre tenía que iniciar los trámites de adopción del pequeño, y estos podían retrasarse más o menos dos años. Así funcionaban, se procedía igual que en Ucrania y Georgia a diferencia de Estados Unidos, Canadá y Grecia que es el juez el que acredita que el procedimiento se ha hecho legalmente y que la paternidad según sus leyes locales es perfecta pero no en España, donde la ley es diferente.

Aseguran que se lo indicaron a las Agencias Privadas pero que ellas no le dieron crédito pensando que no iban a ser tan tajantes, teniendo en cuenta que hasta la fecha del alumbramiento que, naturalmente, se está gestando, las parejas seguían llegando al país en fechas posteriores al 5 de Julio, y posiblemente pensaron que ya lo resolverían de alguna forma.

Según comentan los afectados, son el último recurso que tienen para conseguir su deseado bebé. Son muchas las razones diferentes de estas parejas y están muy desesperadas, ya han pasado por innumerables abortos en muchos casos también con tratamientos de fecundación in vitro, que,  a su vez no lo han logrado. Son muy caros porque económicamente no se lo pueden permitir, y también, otra de las razones, es que se les ha pasado la edad tope de 40 años que establece la Seguridad Social para aplicarles el tratamiento sin coste. Muchas de estas parejas aquí están agotando su último cartucho con un vientre de alquiler, para conseguir de esta forma su sueño de ser padres. Algo tan normal para la mayoría de las parejas pero tan difícil y tan triste para ellos, y hay que ponerse en su piel y entender que se van si hace falta al otro lado del mundo, y sienten en este crítico momento que su país, con todos los razonamientos que les quieran contar, los han abandonado a su suerte.

Pero parece que el Gobierno español en este momento ha dado luz verde y están empezando, el consulado español en Kiev a inscribir a los primeros bebés.

Por otro lado también asegura Exteriores que atenderá únicamente a los 39 menores ya nacidos que tienen pendientes, pero a su vez la Embajada de España anuncia que ya no inscribirá a los que nazcan por gestación subrogada y que estén pendientes, ya que quedaran en manos de resolverlo las autoridades ucranianas, según informaciones aparecidas hoy en el diario 20 Minutos, también comenta la información Europa Press.

Amelia G. Luengo

lunes, 18 de febrero de 2019

Diario de una ciudadana de a pie

Día uno. Estoy en la parada del autobús. El día ha amanecido encapotado, pero creo distinguir a lo lejos un cielo libre de nubes. Llevo unos minutos debajo de la marquesina de mi parada y observo de manera discreta el ir y venir de las personas. La gente ensimismada en sus quehaceres no se percata de mi presencia ni de mi observación. Permanezco amparada a la sombra. Pues llevo gafas de sol de manera continua. De esta manera, mi observación puede ser más exhaustiva, no deja huella en los ojos de los demás. Abrigo la esperanza de que no se den cuenta y empiezo a especular que clase de vida llevan. Hace tiempo que el autobús ha pasado de largo sin darme cuenta. Y el siguiente creo que va a tardar más de lo esperado. Me entretengo en mirar los jardines que hace tiempo nadie los riega. El cerco que los protegía ha desaparecido, ahora queda un baldío terreno que es difícil recuperar. Alguna flor asoma tímidamente recordándonos que empieza la primavera, con tanto empeño que se diría que nos da la bienvenida. Y pienso que, la resistencia que ofrece, la protegerá contra el viento y la marea.

Pero las fachadas irrumpen mi percepción y no logro reconocer lo que en un tiempo fue un bello barrio. Mi incursión de observador cesa bruscamente porque el autobús acaba de llegar. No he estado atenta y me precipito hacia él. No quiero que me vuelva a dejar en el mismo lugar de antes. Sonrío con un gesto que no dice nada. Pero a él, al conductor, no le importa; está acostumbrado a los gestos sin motivo de los usuarios; y responde de la misma manera. Procedo a sentarme. Es habitual que escoja el último asiento. Siempre hago lo mismo. Es un hábito adquirido que no puedo superar. Me da igual que sea un autobús que cualquier otro medio de transporte. Es una manía que tengo. Pero estoy pensando que queda poco tiempo para llegar a mi parada. El tráfico me lo pone difícil y una llamada que no espero interrumpe mis pensamientos. Mi objetivo es llegar, sí, pero no con prisas; estas añaden a mi temperamento emocional un deje de estrés que no puedo controlar. Nada de esto me beneficia. Me predispone en una tesitura que no quedaría bien en una dama. Y me esfuerzo, impulsada por un control que está a punto de desaparecer. Estoy convencida que, antes que llegue mi parada, tendré un magnifico sentido del humor. Hoy es un día diferente, intento poner en práctica las lecciones de cómo ser más feliz con poco. Pero con poco ¿de qué? De amigos, de tiempo, de lugares de ensueño, de vacaciones sin retorno. Dejo a un lado estos pensamientos negativos y me embarco en otras preocupaciones. Tengo que estar a la altura de este compromiso –pienso–, pero no es fácil ser amable y encantadora; supone un gran esfuerzo adivinar en cuestión de segundos cómo permanecer increíblemente inteligente delante de quien no conoces. Pero alguien dijo que es cuestión de práctica. Entones creo que hoy es el día en el que tengo que practicar. Pero hoy es un día especial. Reconozco que lo tengo difícil. No conozco a mis contertulios de mesa. Y la mesa ya está reservada. No pude decir que no. Tampoco puedo predecir si la situación quedara en tablas. Solo tengo que llegar. Cuando llegue a mi parada, sabré si ha sido una buena elección ponerme una falda estrecha y unos zapatos de tacón. Esta es bastante ajustada y los tacones son altos. Bajarme del autobús va a ser un problema; esta contrariedad me distrae. Veré si cuando llegue a mi parada, tendré que hacer alguna maniobra rara para bajarme con discreción y elegancia. Y me pregunto: ¿Por qué no habrá una manera más fácil de subir y bajar del autobús para alguien que lleve falda estrecha y zapatos de tacón? Veré qué puedo hacer. Creo que puede ser una buena reivindicación. Ahora que las mujeres están en el poder. De esta manera habría más zapatos de tacón resonando en las aceras. ¡Esto último no lo digo yo! Por fin he llegado. El lugar es un laberinto de obras, el ayuntamiento ha levantado todas las aceras; las buenas y las malas, no hay por donde pasar. Las grúas invaden todo el espacio por donde los viandantes pasamos a trompicones. Son tan altas que llegan hasta la última planta del Hotel… Dicen que es para rehabilitar los antiguos edificios y convertirlos en hoteles low cost.

Hay un polvillo suspendido en el aire que hace difícil respirar. Las grúas remueven el pavimento abriendo profundos boquetes, desde arriba se pueden ver las profundas cavidades de la ciudad a cielo abierto. Da miedo y piensas ¿si hay un escape de gas donde iremos? Pero el ayuntamiento en base a su buen juicio, ha acordonado un largo y estrecho pasillo por el cual pasamos un ejército de ciudadanos cada día en cuestión de minutos. Apuro el paso para cruzar el pasillo que, sin duda, es el camino más corto. Es de suponer que este lío es provisional. Somos muchos los viandantes que cruzamos por allí. Algunos van con maletas, mochilas y carritos de niños; todos nos aventuramos a tropel por el estrecho pasillo por donde, los que vienen de frente, se topan con los que venimos de atrás. Es un verdadero caos. Pero por fin consigo salir de aquel tapón. Hace tiempo que no voy por allí. Es un verdadero mosaico de gentes de la más diversa procedencia y condición. El idioma inglés predomina según avanzo por la calle; esto me sorprende, y, entonces, alguien se me acerca y me pregunta una dirección que no entiendo porque todo es en ese idioma. Entonces me acuerdo que es un reto que permanece en el olvido. Me quedo en silencio; ¡como me hubiera gustado responder a esa pregunta! Pero respondo brevemente con un clásico: I'm sorry, I don't speak English. Que todo el mundo conoce. Y de esta manera me quito el compromiso y sigo mi camino. El ruido de las grúas persiste, y los agujeros de la calle son cada vez más profundos. Parece una zona abatida… Aligero el paso y me alejo…

Ana Lozano

domingo, 17 de febrero de 2019

Microrrelatos

                                                              UNO + UNO + UNO 



      Un día que estaba de vacaciones en tierras del Cantábrico caminando por la playa, reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez. Al principio, pensé en un deporte como otro cualquiera de flexiones. Me aproximé y observé que lo que agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba de nuevo al mar. Le pregunté por qué lo hacía, y me respondió: "Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano, para que tengan una nueva oportunidad”. 
      Yo no entiendo de mar, pues soy de tierra adentro, y él lo percibió en mi rostro y continuó: Como ves, la marea está baja y estas estrellas han quedado en la orilla. Si no las devuelvo, morirán aquí por falta de oxígeno. "Entiendo” -le dije-, pero debe de haber miles de estrellas de mar sobre la playa, no puede lanzarlas todas. Son demasiadas, teniendo en cuenta que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. Y veo que le exige demasiado esfuerzo, pues los años no perdonan y tiene poco sentido con su edad este sacrificio. “No tiene sentido”. El hombre me sonrió, ¿no tiene sentido? Se inclinó y tomó otra estrella marina y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió: ¡esta sí lo tuvo!"
      Esta lección es aplicable en nuestra vida, para cada uno, ¡en tantas acciones! 
No puedo cambiar el mundo pero sí a mí mismo y mi entorno. No puedo salvar el mundo de tanto residuo tóxico indestructible, pero puedo reducir el mal uso o abuso de algunos materiales, y depositarlos en sus contenedores y clasificarlos bien para el reciclaje correspondiente. No puedo evitar la guerra, pero sí puedo ser un remanso de paz en el entorno en el que me muevo. Y así con cada acto de mi día. 
Uno + Uno + Uno



                                                       GESTIONANDO LOS PROBLEMAS 




El panadero me contrató para ayudarle a reparar su viejo horno. Acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su taladrador eléctricse dañó y le hizo perder una hora de trabajo, y ahora el antiguo camión se negaba a arrancar. Me ofrecí a acercarle a su casa. Mientras le llevaba, estaba sentado en silencio, cansado, contrariado pero sereno. 
Cuando llegamos a su casa, me invitó a conocer a su familia, y mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol que tenía en el jardincillo, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. 
Al abrirse la puerta, el rostro de aquel hombre se transformó, sonrió, abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Luego me acompañó de vuelta hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté, señalando al arbusto, qué había hecho un rato antes. Se hizo el despistado, pero mi pregunta esperaba tras mi mirada. "Oh, ese es mi árbol de los problemas", contestó. "Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, y a lo largo de la jornada. Pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, a la mañana siguiente, los recojo otra vez. ¿Y sabes...? Lo bueno es -concluyó sonriendo- que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".
Ese día aprendí una lección magistral que trato de practicar todos los días. No niego la realidad cuando hablcon mi esposapero ya no la presento como problema, para no añadir un peso más, y así también  hacerme más cargo de los suyos. 


EL MEJOR REGALO 


Con frecuencia nuestros hijos nos dan lecciones que nos hacen reflexionar.
Hace un tiempo, un amigo mío me contaba arrepentido y emocionado una pequeña  anécdota. Un día regañó a su hija de tres años por gastar un rollo de papel de envolver regalos.  No andaba muy sobrado de dinero y lo tenía reservado para un compromiso. Por eso se enfureció cuando la niña trató de decorar una caja para ponerla bajo el árbol de Navidad.   
pesar de la regañina, la pequeña llevó este regalo a su padre a la mañana siguiente. Acercándoselo hasta su cama, diciendo: "Esto es para ti, papá". Me contó que él estaba turbado por su excesiva reacción del día anterior, pero se molestó de nuevo cuando vio que la caja estaba vacía. Le dijo "¿No sabes que cuando le das a alguien un regalo se supone que debe haber algo dentro?" 
La pequeña lo miró con lágrimas en los ojos y dijo: "Pero, papá. No está vacía. He puesto muchos besos en la cajala he llenado y todos son para ti, papá". 
El padre se quedó hecho polvo. Rodeó con sus brazos a la pequeña y le pidió que le perdonara. Este amigo me decía que conservó esa caja visiblemente muy mal forrada, sin ningún valor material, junto a su cama, durante años. 
siempre que estaba descorazonado, triste, preocupado…, sacaba un beso imaginario y recordaba con cuánto amor lo había puesto allí  su pequeña. 
Realmente, a todos los padres se nos ha dado una caja de regalo llena de amor incondicional y besos de nuestros hijos. Es la posesión más preciosa que se puede tener.

Lucía Sanz