y recupero el alma, algo distante,
por entre los espacios infinitos
que pretendo cruzar, insuperables.
Derrotado, me detengo abatido,
el espíritu herido, diletante,
y me paro a pensar en lo vivido
perdiendo la memoria, en un instante.
Quisiera recordar, hoy malherido,
las proezas conseguidas como amante,
tornando en verdad lo que no ha sido
y siempre he anhelado, delirante;
pero me rindo, ante lo ya vivido,
quedando ante el amor tan expectante
como esperando a Dios, el que ha creído,
y se evapora el sueño, en un instante.
Emilio Rubio Sánchez
Madrid, 27 de febrero de 2019
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