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lunes, 19 de febrero de 2018

La procedencia de los dichos


En nuestro idioma hay cantidad de frases hechas y me pica la curiosidad saber de dónde proceden y en qué momento se hicieron populares. Además muchas de ellas se utilizan de forma cotidiana, por citar algunas: “poner los cuernos”, “montar un pollo”, “que te den morcillas” y muchísimas más que a continuación explicaré.

En el caso de “poner los cuernos” como bien sabéis se usa para indicar que se ha cometido una infidelidad, su precedencia es de la Edad Media, en este caso se colocaba una cornamenta de ciervo en la casa donde el señor feudal estaba ejerciendo el derecho de pernada.

El dicho “montar un pollo” es decir cuando alguien se calienta durante una discusión, está expresión viene de la palabra, poyo, que es un banco de piedra apoyado en la pared en el cual los oradores realizaban discursos en plazas muy concurridas, los cuales acababan en un ruidoso escándalo.

“Que te den morcillas” se usa para, al contrario de la expresión, montar un pollo, ésta sirve para zanjar una discusión. Se supone que esta frase empezó a utilizarse, ya en la antigüedad. En una época se le daban morcillas envenenadas a los perros para erradicar los brotes de rabia.

Hay otras muy famosas y que escuchamos en numerosas ocasiones como: “Aquí hay gato encerrado” lo decimos cuando sospechamos que hay una razón oculta, esta frase viene de la costumbre que había en el Siglo de Oro de guardar monedas en bolsas que las confeccionaban con piel de gato.

“Estar a dos velas” para expresar que no se tiene dinero, hace referencia a partidas de cartas ilegales en las que la caja contaba el dinero a la luz de dos velas.

“Ponerse las botas” cuando alguien se excede en algo. Antiguamente los ricos sólo podían calzarse unas botas y eran ellos los que podían hacer excesos en su vida diaria.

Podía citar muchas más, las dejaré para otro capítulo.

He de decir que ya de por sí nuestro idioma es difícil para personas que quieran aprenderlo, no ya por su pronunciación, si no por la complejidad de la gramática y a ello hay que añadir un numeroso número de frases hechas, modismos, palabras con doble sentido, etc..

La dificultad de aprender un nuevo idioma radica en todos éstos matices. Por eso el reto es aún mayor si queremos dominar una nueva lengua.

Pero a pesar de todo merece la pena saber de dónde proceden todas éstas frases y saber porqué las utilizamos de manera cotidiana.

Las frases tienen todo su sentido.

Maricarmen Prieto

jueves, 1 de junio de 2017

El estilo

Yo he oído hablar muchas veces del estilo de los grandes autores. El estilo es ese sello que hace único a un texto, y, reconocible la voz del autor. En el recorrido de un año entero de prensa que ha sido la revista del CEPA, he ido escuchando las distintas voces de los redactores con mucha atención, y, al final, no sé si alguien ha experimentado lo mismo, he ido acostumbrándome a esas voces.

De esas voces, que siguen colaborando con la revista, he ido haciéndome aficionado a la de David, a quien le gusta la remembranza, y el contraste generacional. David Díaz habla con desparpajo, y con humor. Le gusta la complicidad, y adelanta una respuesta para todos los posibles debates con el lector.

Pilar Santoyo esconde una poetisa en sus textos. Su magia suele estar en el movimiento de sus pensamientos. Es capaz de empezar hablando de un tubérculo o de un episodio histórico y luego volver nuestra mirada a una puesta de sol o a los ojos de un bebé.

Carmen Prieto es tan variada en sus temas como en sus enfoques. Habla de cosas cotidianas, de salud, y de cultura. Detrás de un estilo casi imparcial no puede ocultar su sensibilidad hacia todo lo que le rodea y su amor por las cosas grandes y pequeñas.

Paloma Sardinero tiene un estilo inconfundible. Sus primeros textos tenían un toque poético, parecían cuentos para niños. Y ha conservado gran parte de su delicadeza hacia lector abordando temas de candente actualidad y un repaso variado por los problemas del mundo. En su planteamiento siempre hay un rayo de esperanza. Su voz es tan clara y contrastada que es difícil añadir una palabra más.

Laura Oñoro tiene un estilo casi oral. No se calla lo que piensa cuando habla y, mucho menos, lo hace cuando escribe. Estemos de acuerdo con ella o no, no podemos dejar de reconocer la franqueza de una voz sin dobleces.

Amelia elige temas cercanos, relacionados con las personas que conoce, o bien sobre la más rabiosa actualidad. Si algo no vamos a encontrar en sus textos es indiferencia. Cada una de sus historias nos obliga a tomar partido. Amelia maneja el conflicto y la polémica a veces involucrándose, a veces involucrando al lector.

Sonia Sánchez se pone a sí misma objetivos muy altos en sus textos, nos explica cuestiones intelectuales de índole económica, literaria, psicológica. Sus palabras están muy escogidas y sus frases extensas piden un esfuerzo al lector que merece la pena hacer.

Eusebio fue el último en incorporarse a la plantilla, pero hace un gran papel con el ánimo que infunde. Ha publicado dos textos, uno sobre Onassis y Callas de carácter histórico, y otro sobre una posible huelga del reino vegetal que puede ser leído como una broma, o bien, como un cuento serio. Eusebio cuida cada detalle de sus textos y tiene un gran vivero creativo para seguir escribiendo.

Esta es la nómina de mis compañeros de redacción. Espero no dejarme a nadie en el tintero. Tengo que decir que me siento realmente arropado con la compañía de una plantilla tan variada y tan estimulante.

Mi planteamiento cuando inicié el taller de prensa era mucho más modesto. He sido testigo de voces que empezaron a hacerse oír tímidamente y que ahora suenan como una música consciente de sí misma. Quizá no sean las voces más famosas, pero el hábito y los buenos lazos hacen que sean las voces que más me gusta escuchar cada mes cuando sacamos a la imprenta el nuevo número de la revista.

Este curso acaba con este número. Para el curso que viene invito a todos los redactores y a aquellos que sientan esa tentación de la palabra escrita, a sumarse al taller de la revista.

Gracias a todos.
José C.



jueves, 24 de noviembre de 2016

El cielo tiene color "panza burra"



¿Habéis oído alguna vez esta expresión…?

La primera vez que me la dijeron me quede perpleja, no tenía ni idea de lo que significaba.

Mire al cielo y comprobé que tenía un color gris oscuro que no asocié a nada en absoluto.

Seguramente la persona que me dijo esto, al ver mi cara de poker tuvo a bien explicarme que en su pueblo y desde la historia de los tiempos, cuando el cielo se tornaba de este color y hacía mucho frío, era lluvia o nieve segura.

Como el color del cielo se asemejaba tanto a la panza de estos tiernos animalitos se les atribuyó de lleno su nombre.

Hoy en día casi nadie utiliza esta expresión, al menos yo no la oigo por ahí, pero sí que hay gente que la conoce.

Yo misma la digo cuando en esos largos y gélidos días grises de invierno me asomo a la ventana y miro al cielo con desesperanza.

Para mis adentros me digo: Hoy, el cielo tiene color panza burra, lluvia o nieve segura.



Paloma