ORDESA
Tengo que confesar que el libro de primeras no atrajo mi interés, Desde las primeras 50 páginas, me hice cargo de su hilo conductor. Por tanta divagación, rodeo, vueltas y revueltas, para decir una misma cosa, o para expresar algo que desde el principio el lector intuye, se me ha hecho largo, muchas páginas, para corroborar lo anterior.
Yo diría que es una autobiografía transformada en narrativa. En otros momentos la percibo como una prosa formularia, de pensamientos, conclusiones, pero como frases hechas, que encajan, a veces con poca coherencia, y, en ocasiones, molestas, pues hace afirmaciones categóricas de algo, con una visión muy subjetiva y que pasadas unas cuantas páginas confirma lo contrario.
Se que las grandes editoriales, se lo pueden permitir. Incluso llegar al super-ventas.
Es una historia, la de su vida, común en muchas circunstancias a la de bastantes de los que estamos en las tertulias. Pues hemos vivido los 70, los 80, los 90… hasta ahora, pero diferente en otros aspectos fundamentales.
«Cuando se murieron mis padres, tenía dos opciones: Ir al psiquiatra o escribir el libro. Escribí el libro que me salía mas barato.»
Es como si el autor fuera desnudándose poco a poco ante los lectores de su mundo interior, que lo asfixia, que lo ahoga y del cual quiere desprenderse, a jirones, si es preciso. Aunque con ellos arranque partes sangrantes de su alma, heridas nunca cicatrizadas.
En la vida de todos necesitamos un desaguadero, vaciar nuestro interior, limpiarlo, para dar cabida a otras muchas cosas buenas, que están ahí, pero no las vemos y no caben si no logramos limpiar lo que nos corroe por dentro, y hacer un hueco.
Creo que este libro, es eso: una confesión, un desahogo, sacar fuera una vida; Llena de añoranzas, remordimientos, recuerdos, omisiones, pero, en especial, mucho, mucho remordimiento. Un raudal de lágrimas, que quedaron congeladas en su interior. “Solo los animales no pueden llorar”, aunque tienen otras formas de manifestar este duelo.
Una vida sin raíces, la suya, la de sus progenitores, la de sus abuelos, cuyo nombre no recuerda, simplemente sus padres no le hablaron, quizás no preguntara mucho...
Me da la sensación de que vive en una angustia vital; todos pasamos adversidades, y aunque no escribamos un libro, hemos pasado por duelos de personas muy queridas.
Hay momentos que me da la impresión, que necesita culpar a todo y todos. ¿Cree que de este modo encontrará su paz interior? Desde mi punto de vista, no señor Vilas. EL libro me insinúa que ha vivido, durante demasiado tiempo el síndrome de Peter Pan sin llegar a madurar.
Demasiadas quejas y auto compasión. Comprendo, el remordimiento de conciencia. Quizás demasiado tiempo en su mundo, mientras ellos estaban, escusandose, siendo la única víctima. Y ¿ahora qué? No están, y todo son recuerdos, o todo le recuerda a sus seres queridos pero ignorados. “Todo lo que hiciste para mí es ya sagrado. Todo cuanto te vi hacer para mí es la sangre misma de la vida. Todo lo recuerdo.”
Pasa el tiempo y ve en en sus hijos, reacciones de las que él fue sujeto. Recuerdos: besos y achuchones que no dio a su madre y ella le reprochaba: Lo que haces, harán tus hijos contigo. Cuando ella le llamaba por teléfono y no quería hablar, ahora es él quien quiere y ella ya no está. Remordimiento de no acompañar en la soledad y sufrimiento y adversidad etc.
Quizás este reproche o similar que tienes, podemos hacérnoslo todos. Y es un guiño y lección que nos quieres transmitir. “No dejar pasar ocasiones de derrochar cariño”
Podría ser una llamada, al cambio de actitud. A agradecer lo que la vida nos da, seguro que tenemos más motivos de los que creemos. Mirar al cielo, todos los días sale el sol para mí, mirar a su alrededor y si no estamos ciegos, descubrimos a muchísima gente que tiene motivos para estar destrozada, que no tienen nada, nada.
Proyectar nuestra vida, y reparar los errores, mirar adelante siempre.
Cambiaría su forma de describir, muy subjetiva en tantas cosas y aspectos que nos atañen a todos. Uno de ellos el amor a su país del que tan orgullosos estamos otros. No tirar piedras sobre nuestro propio tejado.
Habla con extremada ligereza incluso desprecio, afirma sin escrúpulos, muchas cosas, que a renglón seguido vuelve a negar.
Por último quiero agradecerte; ciertas afirmaciones que nos llevan, a plantearnos una reflexión personal, frases que llegan muy profundo, y ayudan a conclusiones positivas.
Después del desahogo hay afirmaciones que me gustaron, no son textuales, pero el contexto sí.
- La propensión a hermanarse con el pesimismo
- Desde que no bebo todo el mundo me parece mejor
- La actitud de poner nombres de músicos y compositores a sus seres queridos, para que su recuerdo sea música
- Me atrae también, la creación de el personaje del maquinista.
- Recuerdos de su madre, en faenas cotidianas, cuando a él le toca hacer las faenas de la casa.
Concluyo: tenemos que aprender que, al final de nuestra vida, en la medida que vamos cumpliendo años, las únicas cosas que valieron la pena son: mi familia, mi fe y un grupo muy selecto de amigos y las experiencias que me dieron crecimiento personal.
Lucía. S
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