Marruecos (en árabe: المغرب al-Maġrib, ‘el país del occidente’; en bereber : ⵎⵓⵔⴰⴽⵓⵛ Murakuč 'La tierra de Dios'), oficialmente el Reino de Marruecos (en bereber: ⵜⴰⴳⵍⴷⵉⵜ ⵏ ⵎⵓⵔⴰⴽⵓⵛ Tageldit-n-Murakuč; en árabe: المملكة المغربية al-Mamlaka al-Maġribiyya).
Marruecos es un cruce entre Europa y África, bordeado por las aguas del Mediterráneo y abierto a la inmensidad del Atlántico. Es el país del extremo oeste del norte de África. Su capital es Rabat, un destino lleno de contrastes, una tierra auténtica con una cultura viva de dos milenios de historia que merece la pena descubrir.
En estas tierras encontramos los vestigios de las mayores civilizaciones mediterráneas: al norte del país están en alto las ruinas romanas de Volubilis (cerca de la ciudad de Mequinez). En Rabat, Tetuán, Mazagán y otras ciudades, hay algunos restos arquitectónicos que son testigos de la antigua presencia francesa, española y portuguesa. Los tesoros de las civilizaciones musulmanas se encuentran casi en todas partes del país, como Fez, Mequinez y Marrakech: la Kasbah de los Oudayas en Rabat, las verdes extensiones de los jardines de la Menara en Marrakech… En todo el país existen ejemplos de la presencia de las dinastías que se fueron sucediendo.
Marruecos es una tierra de contrastes. Tiene las montañas del Rif y del Atlas y está sometida a todo tipo de influencias climáticas. En las regiones costeras, el sol proyecta en ellas sus rayos durante todo el año, por lo que podemos disfrutar de sus beneficios en cualquier temporada. Agadir, situada en las orillas del océano Atlántico y principal destino de sol y playa del país, ofrece a los que buscan relax 300 días de sol al año, con unas temperaturas agradables. Más al norte, vale la pena visitar Taghazout, Mogador (Essaouira) y Mazagán (El Yadida).
Un poco más adentro, el clima pierde la suavidad mediterránea para convertirse en continental. Los relieves ofrecen espléndidas panorámicas. Marruecos es el país de los grandes espacios, el de los aventureros que realizan excursiones y rutas en cualquier temporada.
Al sur y sureste, el país se abre a la inmensidad del Sáhara. La mejor época para visitarlo es la primavera y el otoño. En su arena, el sol se refleja en las dunas dando una sensación de irrealidad. El mejor ejemplo es la ciudad de Merzouga, con su especial amanecer del sol. Allí puedes subir a lomos de un camello y entrar en uno de los más bonitos paisajes creados por la naturaleza.
En el centro, en las montañas del Atlas, la nieve atrae a muchos turistas a visitar las estaciones de esquí.
Por todo el litoral, especialmente al sur de Marruecos, en Essaouira (ciudad de los vientos) y Dakhla (más al sur), los surfistas pueden disfrutar del mar y del viento para practicar sus deportes favoritos, como kitesurf o windsurf, y otros deportes acuáticos.
Los paisajes son variables tanto en la costa como en la montaña. Marruecos ofrece unas magníficas panorámicas para disfrutar de riquezas de una cultura heterogénea.
Hay alojamientos para todos los gustos: podemos optar por un hotel de lujo o por un camping, un riad (una casa tradicional situada en pleno centro de barrios históricos), una casa de huéspedes, una casa rural o un albergue (una experiencia turística directamente en contacto con habitantes locales, para disfrutar de la hospitalidad marroquí con unos vasos de té con yerbabuena y pastelería con almendras como los cuernos de gacela). ¡También están los vivacs! Una noche en vivac, con una carpa plantada en pleno desierto, te permite desconectar de todo. El ambiente del desierto es una experiencia única que nunca olvidarás.
Para que el viaje a Marruecos sea completo es importante descubrir también su gastronomía. La cocina marroquí es una cocina mayormente de dieta mediterránea, que se caracteriza por su variedad de origen principalmente árabe y bereber, con platos influenciados por la cocina judía. A pesar de su parecido con las cocinas de otros países del norte de África, la cocina marroquí ha mantenido su originalidad y sus características culturales únicas. Ofrece una variedad de platos como cuscús, tayín, pastela, cordero asado o los briuats (pequeños pasteles triangulares rellenos de carne o pescado). Hay además otros platos típicos de Marruecos: mrouzia, tanjia marrakchí (tradicional en la región de Marrakech), harira (sopa para romper el ayuno en Ramadán), la seffa, ensalada marroquí, shebbakiyya...
Espero haber despertado vuestra curiosidad por venir a visitar mi país, Marruecos. ¡Bienvenidos!
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