martes, 20 de febrero de 2018

Xacobeo 1999. (1)

Jueves 20
1ª Etapa: O’ Cebreiro - Triacastela ( 22 Km. )


Después de desayunar y recoger las bolsas de la comida, nos lleva el autobús hasta O’ Cebreiro. El día está frío y nublado y estamos a más de 1.000 metros. Nos bajamos y comienza la etapa.-

Mari Carmen sufre mucho viendo cómo sus manos se quedan sin circulación a pesar de los guantes.

El aire frío penetra por ellos y las manos lo acusan de una manera atroz. El problema es grave pues si está durante mucho tiempo así, el daño puede ser irreparable.

Entonces surgen las primeras muestras de solidaridad diciéndole que no abandone, que si es preciso irán calentándole las manos con el aliento.

Después de unos momentos críticos, se le ocurre meter las manos debajo de la ropa y sobre su cuerpo, para calentarse con él, y poco a poco va recobrando la circulación.

Al principio la ruta sigue la carretera. Descenso suave durante un buen rato. Foto en el alto de San Roque ante un monumento al peregrino. Después subida durísima en los tramos finales hasta el Alto de Poio (1.337 m. ), por una corredoira de montaña.

Cuesta empinadísima los últimos 200 metros.

El suelo está enfangado por las lluvias recientes y es la primera gran prueba de esfuerzo. Llevamos 2 horas de marcha y a pesar del frío, llegamos sudando.

Primera parada prevista, y derrengados tomamos nuestro primer bocadillo, a las 12 aproximadamente. El cuerpo se relaja un poco y los músculos descansan. Allí encontramos gente de otras peregrinaciones. Hay un pequeño bar en el alto.

Después de un descanso de 20 minutos, comienza un descenso suave por la poca pendiente, pero duro porque las corredoiras están embarradas y hay que ir sorteando charcos y haciendo filigranas con los pies para no caerse.

En uno de los tramos en que el camino es paralelo a la carretera y entre una niebla densa, vemos descender a unos chicos jóvenes en bicicleta. La visión es alucinante. Parecen sombras flotantes cayendo hacia un abismo entre la niebla.

La imagen resulta asombrosa para el que va caminando a pie como nosotros, pero al mismo tiempo intento imaginar lo que pensarían ellos al vernos, porque debemos de parecer fantasmas andantes.

Pasamos por varias aldeas, donde las aldeanas nos ofrecen de comer, sacando los platos humeantes en sus manos El paisaje es bello a la vez que duro. Verdes brillantes y húmedos con nieblas lejanas y rebaños de vacas, que fotografío para luego pintarlos.

Y mirando a las montañas más lejanas, perdidas en el horizonte, encuentro otra dimensión del concepto distancia que sólo se puede apreciar cuando vas a pie. Cuando vuelvo la vista atrás, después de tres horas de marcha, me quedo sorprendido del camino realizado, por la visión de lejanía, y cuando miro hacia delante los perfiles borrosos y lejanísimos, no puedo creer que podamos alcanzarlos. Pero después del esfuerzo sí se consigue.

Entonces pienso que la única forma de viajar y sentir la tierra es a pie. Cuando vas en coche o avión a gran velocidad, no viajas; simplemente te trasladas, y no tienes ninguna sensación de lo que pasa en el exterior. Ni hueles, ni sientes, ni vibras; sólo ves.

A las dos horas aproximadamente hacemos otra parada en el monte para comer. Está la mayoría del grupo y nos hacemos muchas fotos. Estamos en pleno descenso hacia Triacastela, y para las personas de mediano o gran peso, este descenso resulta casi más dificultoso que las subidas, porque todo el peso del cuerpo se va a las rodillas y las rompe.

Las abuelas se han quedado rezagadas y el grupo está preocupado pensando si les habrá pasado algo; entonces nos quedamos sorprendidos viendo cómo Jaime sube a buscarlas corriendo como un gamo. Al rato aparecen todos; se habían quedado tomando una comida, y venían frescas y tranquilas.

Mari Carmen se adelanta a mí, que voy destrozado por el descenso y con gran dolor de rodillas. Me cambio de calzado. Camino solo los últimos Kms. atravesando pequeñas aldeas y en una de ellas me llama la atención ver a unos obreros construyendo una pista estrecha con una franja central de cemento y los laterales de tierra compactada. Me saludan al pasar. A las 4 llego a Triacastela.

Encuentro a gran parte del grupo sentados tranquilamente en la terraza de una cafetería al lado de un albergue. Hay muchos extranjeros.

Rato de descanso y charla agradable comentando las incidencias de esta primera etapa. Vamos luego a la iglesia a hacer el sellado de credenciales, y recibimos una llamada de Virginia desde Londres preguntando por su madre, que nos hace mucha ilusión.

Después nos vamos hasta el autobús, que nos lleva hasta Samos para hacer una visita al Monasterio. Llegamos con las piernas rotas, y el conductor del autobús, que no está cansado, nos deja bastante lejos de la entrada, por lo que tenemos que caminar cansadísimos.

Hay muchísimos peregrinos, tanto dentro como fuera del monasterio.

Visita al monasterio y fotos del interior donde hay unas pinturas murales espectaculares. El claustro mayor, según dicen, es uno de los más grandes de España, y resulta curiosa, dentro del ambiente conservador católico, la imagen de la hermosa fuente de las Nereidas, semidesnudas. Sellado de credenciales. Tarde de llovizna y regreso a Sarria sobre las 7 de la tarde.

Manuel de la Puente

lunes, 19 de febrero de 2018

La procedencia de los dichos


En nuestro idioma hay cantidad de frases hechas y me pica la curiosidad saber de dónde proceden y en qué momento se hicieron populares. Además muchas de ellas se utilizan de forma cotidiana, por citar algunas: “poner los cuernos”, “montar un pollo”, “que te den morcillas” y muchísimas más que a continuación explicaré.

En el caso de “poner los cuernos” como bien sabéis se usa para indicar que se ha cometido una infidelidad, su precedencia es de la Edad Media, en este caso se colocaba una cornamenta de ciervo en la casa donde el señor feudal estaba ejerciendo el derecho de pernada.

El dicho “montar un pollo” es decir cuando alguien se calienta durante una discusión, está expresión viene de la palabra, poyo, que es un banco de piedra apoyado en la pared en el cual los oradores realizaban discursos en plazas muy concurridas, los cuales acababan en un ruidoso escándalo.

“Que te den morcillas” se usa para, al contrario de la expresión, montar un pollo, ésta sirve para zanjar una discusión. Se supone que esta frase empezó a utilizarse, ya en la antigüedad. En una época se le daban morcillas envenenadas a los perros para erradicar los brotes de rabia.

Hay otras muy famosas y que escuchamos en numerosas ocasiones como: “Aquí hay gato encerrado” lo decimos cuando sospechamos que hay una razón oculta, esta frase viene de la costumbre que había en el Siglo de Oro de guardar monedas en bolsas que las confeccionaban con piel de gato.

“Estar a dos velas” para expresar que no se tiene dinero, hace referencia a partidas de cartas ilegales en las que la caja contaba el dinero a la luz de dos velas.

“Ponerse las botas” cuando alguien se excede en algo. Antiguamente los ricos sólo podían calzarse unas botas y eran ellos los que podían hacer excesos en su vida diaria.

Podía citar muchas más, las dejaré para otro capítulo.

He de decir que ya de por sí nuestro idioma es difícil para personas que quieran aprenderlo, no ya por su pronunciación, si no por la complejidad de la gramática y a ello hay que añadir un numeroso número de frases hechas, modismos, palabras con doble sentido, etc..

La dificultad de aprender un nuevo idioma radica en todos éstos matices. Por eso el reto es aún mayor si queremos dominar una nueva lengua.

Pero a pesar de todo merece la pena saber de dónde proceden todas éstas frases y saber porqué las utilizamos de manera cotidiana.

Las frases tienen todo su sentido.

Maricarmen Prieto

jueves, 8 de febrero de 2018

El Camino de Santiago en Tierra de Campos






En nuestro taller de prensa el tema del Camino de Santiago está teniendo gran auge. Un compañero lo ha tratado con humor, entre la realidad y la ficción, otro en cambio como experto peregrino. Yo me voy a centrar un poco en la historia y el arte de una parte del camino.

Como todos sabemos el llamado Camino Francés ha sido y sigue siendo el más transitado. Tiene aproximadamente una longitud de 800 km y sigue una de las antiguas calzadas romanas. He tomado una pequeña etapa como conocedora de esos lugares que ocupa la Tierra de Campos, la mayoría en Valladolid y Palencia y en menor extensión en León y Zamora, con sus características llanuras con grandes sembrados, sobre todo de cereales que le han dado el sobrenombre de "granero de España", o sus paisajes tan cambiantes: verdes en primavera, dorados en verano, ocres en otoño y blancos en invierno. Por su clima continental esta etapa es dura para los caminantes, con largos y fríos inviernos y veranos calurosos durante el día con poca sombra que les proteja.

El camino tuvo varios siglos de decadencia, pero en el S.XX vuelven a resurgir las peregrinaciones a Santiago. Gran parte se debe a la promoción turística aunque también se ha ganado su prestigio de valor espiritual y en 1993 la UNESCO declara al camino Patrimonio de la Humanidad.



El primer pueblo importante que nos encontramos cuando comenzamos a atravesar Tierra de Campos es Frómista, que en la Edad media se le conocía como Frómista del Camino. Fue una importante villa en la época visigoda. Arrasada en el S.X, volvió a resurgir de la mano de Doña Mayor de Castilla, Reina de Navarra, que ordenó la construcción de la famosa iglesia de San Martin. Su estilo es una seña de identidad en el románico palentino y esta relacionado directamente con la Catedral de Jaca, cuyos canteros se cree que trabajaron en su edificación. Tras cambiar de manos en varias ocasiones, a partir del S.XV sufre un deterioro progresivo y a finales del S.XIX se cierra al culto, acelerándose su ruina con el desprendimiento de la bóveda y las paredes. Su declaración como Monumento Nacional en 1894 derivó en las labores de restauración del templo, que finalizan en 1904, reabriéndose definitivamente al público. Desde entonces es considerado uno de los edificios románicos más importantes de la península. Peor suerte corrió otro vecino monasterio, el de Santa Cruz de Ribas, que al pertenecer a una granja de propiedad privada está en un estado de total abandono, donde las vacas campan a sus anchas y usan la iglesia como establo. No se si algún día se vera cumplida esa frase de Unamuno: "hasta una ruina puede ser una esperanza". Ojalá que así sea.



A pocos kilómetros nos encontramos con Villalcázar de Sirga, popularmente conocida como "Villasirga", pueblo que tuvo gran importancia en la ruta aunque no estuvo desde sus orígenes en el camino de peregrinación ya que pasaba en un principio por la cercana villa de Arconada, pues existía ahí un importante hospital fundado en 1047. La iglesia-fortaleza templaria de Santa María la Blanca, del S.XIII, pertenece al románico de transición. Su pórtico es de una gran riqueza escultórica y en su interior se encuentra la imagen blanca de Santa María, a la que Alfonso X dedicó varias de sus "cantigas". Dicha imagen convirtió a la localidad en uno de los centros marianos más importantes del Camino.

Seguimos hacia Carrión de los Condes. Diversos hallazgos arqueológicos nos muestran que ya estaba poblado en tiempos prerromanos. Entre los monumentos que podemos visitar está el Real Monasterio de San Zoilo, cuyo templo primitivo se remonta al S.X y posteriormente se han reemplazado varios elementos, entre ellos el viejo claustro románico por uno de estilo renacentista, aunque conserva todavía la portada original en el que llaman la atención cuatro columnas de mármol de diferentes colores probablemente aprovechadas de un antiguo palacio romano del S.II. Ésta mezcla de piedra y mármol es la única muestra en España y una de las pocas existentes en Europa. También en la iglesia de Santiago destaca su friso escultórico, una de las obras mas sobresalientes del románico en la península, un pantocrátor con los símbolos de los cuatro evangelistas y a ambos lados los doce apóstoles. Llaman la atención los rasgos tan perfectos de su expresión, por lo que dicen los expertos que mas bien parece un momento clásico del arte que el del tosco hacer de la época. Diversos estudios apuntan al Maestro Mateo (Catedral de Santiago de Compostela) como el autor de esta maravilla.



Podéis seguir caminando y llegaréis a Sahagún de Campos (ya en León). Allí se encuentran grandes obras del arte mudéjar. Yo por mi parte finalizo mi corta etapa y os animo a que lo conozcáis. No quedaréis defraudados de su arte, sus gentes y su gastronomía.

P. Santoyo

Febrero 2018