En nuestro taller de prensa el tema del Camino de Santiago está teniendo gran auge. Un compañero lo ha tratado con humor, entre la realidad y la ficción, otro en cambio como experto peregrino. Yo me voy a centrar un poco en la historia y el arte de una parte del camino.
Como todos sabemos el llamado Camino Francés ha sido y sigue siendo el más transitado. Tiene aproximadamente una longitud de 800 km y sigue una de las antiguas calzadas romanas. He tomado una pequeña etapa como conocedora de esos lugares que ocupa la Tierra de Campos, la mayoría en Valladolid y Palencia y en menor extensión en León y Zamora, con sus características llanuras con grandes sembrados, sobre todo de cereales que le han dado el sobrenombre de "granero de España", o sus paisajes tan cambiantes: verdes en primavera, dorados en verano, ocres en otoño y blancos en invierno. Por su clima continental esta etapa es dura para los caminantes, con largos y fríos inviernos y veranos calurosos durante el día con poca sombra que les proteja.
El camino tuvo varios siglos de decadencia, pero en el S.XX vuelven a resurgir las peregrinaciones a Santiago. Gran parte se debe a la promoción turística aunque también se ha ganado su prestigio de valor espiritual y en 1993 la UNESCO declara al camino Patrimonio de la Humanidad.
El primer pueblo importante que nos encontramos cuando comenzamos a atravesar Tierra de Campos es Frómista, que en la Edad media se le conocía como Frómista del Camino. Fue una importante villa en la época visigoda. Arrasada en el S.X, volvió a resurgir de la mano de Doña Mayor de Castilla, Reina de Navarra, que ordenó la construcción de la famosa iglesia de San Martin. Su estilo es una seña de identidad en el románico palentino y esta relacionado directamente con la Catedral de Jaca, cuyos canteros se cree que trabajaron en su edificación. Tras cambiar de manos en varias ocasiones, a partir del S.XV sufre un deterioro progresivo y a finales del S.XIX se cierra al culto, acelerándose su ruina con el desprendimiento de la bóveda y las paredes. Su declaración como Monumento Nacional en 1894 derivó en las labores de restauración del templo, que finalizan en 1904, reabriéndose definitivamente al público. Desde entonces es considerado uno de los edificios románicos más importantes de la península. Peor suerte corrió otro vecino monasterio, el de Santa Cruz de Ribas, que al pertenecer a una granja de propiedad privada está en un estado de total abandono, donde las vacas campan a sus anchas y usan la iglesia como establo. No se si algún día se vera cumplida esa frase de Unamuno: "hasta una ruina puede ser una esperanza". Ojalá que así sea.
A pocos kilómetros nos encontramos con Villalcázar de Sirga, popularmente conocida como "Villasirga", pueblo que tuvo gran importancia en la ruta aunque no estuvo desde sus orígenes en el camino de peregrinación ya que pasaba en un principio por la cercana villa de Arconada, pues existía ahí un importante hospital fundado en 1047. La iglesia-fortaleza templaria de Santa María la Blanca, del S.XIII, pertenece al románico de transición. Su pórtico es de una gran riqueza escultórica y en su interior se encuentra la imagen blanca de Santa María, a la que Alfonso X dedicó varias de sus "cantigas". Dicha imagen convirtió a la localidad en uno de los centros marianos más importantes del Camino.
Seguimos hacia Carrión de los Condes. Diversos hallazgos arqueológicos nos muestran que ya estaba poblado en tiempos prerromanos. Entre los monumentos que podemos visitar está el Real Monasterio de San Zoilo, cuyo templo primitivo se remonta al S.X y posteriormente se han reemplazado varios elementos, entre ellos el viejo claustro románico por uno de estilo renacentista, aunque conserva todavía la portada original en el que llaman la atención cuatro columnas de mármol de diferentes colores probablemente aprovechadas de un antiguo palacio romano del S.II. Ésta mezcla de piedra y mármol es la única muestra en España y una de las pocas existentes en Europa. También en la iglesia de Santiago destaca su friso escultórico, una de las obras mas sobresalientes del románico en la península, un pantocrátor con los símbolos de los cuatro evangelistas y a ambos lados los doce apóstoles. Llaman la atención los rasgos tan perfectos de su expresión, por lo que dicen los expertos que mas bien parece un momento clásico del arte que el del tosco hacer de la época. Diversos estudios apuntan al Maestro Mateo (Catedral de Santiago de Compostela) como el autor de esta maravilla.
Podéis seguir caminando y llegaréis a Sahagún de Campos (ya en León). Allí se encuentran grandes obras del arte mudéjar. Yo por mi parte finalizo mi corta etapa y os animo a que lo conozcáis. No quedaréis defraudados de su arte, sus gentes y su gastronomía.
P. Santoyo
Febrero 2018
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