EL CIELO
Queridos lectores: Se que cada uno de nosotros tenemos unas tendencias a la hora de pensar y elegir de los temas que queremos escribir.
Con facilidad a mi me pasa, que al leer o comentar algún relato en las tertulia, me sugiere escribir de algún tema relacionado, aportar algún punto de vista etc. Pero con frecuencia veo conveniente otro y retraso el anterior. Pues tengo varios comenzados, sin acabar de culminar. Uno de ellos es este. El cielo
No tiene por que pasar, pero es frecuente que según cumples años, van apareciendo pequeñas huellas o limitaciones, síntomas de que el tiempo no pasa en vano. Uno frecuente es que cuesta más dormir, o te despiertas más, vamos, que lo de dormir de un tirón o como un lirón queda algo atrás. Hago este preámbulo, para contar lo que me

El caso que con mi tendencia a filosofar, reflexionar, me volvió a suceder con el tema del cielo. Comencé a pensar; que he oído de él. etc. Recordé "ni ojo alguno vio, ni oreja oyó, ni pasaron a hombre por pensamiento las cosas que tiene Dios preparadas para aquellos que le aman" de S. Pablo, pero no me aportó demasiado. En estas estaba, cuando me dormí y soñé, y ¿sabéis con que soñé? Pues con el Cielo, y un sueño tan maravilloso del que no querría despertar: Todo era belleza en grado sumo, esplendor, bondad, Estar allí era participar de algo que no tiene explicación, algo tan sublime que no hay palabras que puedan expresarlo, pues todas se quedan cortas. Entendí lo de la contemplación de Dios, pero por la contemplación de Su Obra. Del paraíso, como El lo creó y lo concibió y se lo dio a nuestros primeros padres. Con toda clase de arboles, plantas, flores, aromas, armonía etc. Toda clase de animales, aves, peces insectos. Cada uno en su medio y hábitat. Pero a la vez todos conviviendo, como una única familia. Nadie superior a nadie, ni depredador de nadie. Conocí especies extinguidas, majestuosas, allí es un eterno presente. De tiempo, espacio, lugar.

mis abuelos, y estaban en tertulia constante con todos los seres queridos, y reencontrados, entre ellos mis padres. Comprendí que el cielo, no es un lugar, es un estado. Y un estado de felicidad perpetúa. No sé cómo deciros, si cada uno pensáramos y recopilamos los momentos más felices que hemos vivido a lo largo de la vida. Pues apenas es una mota de arena en el desierto, comparando la felicidad del cielo. Tengo que confesar que no sé lo que duró este sueño, pero duro mucho mas en mí el saborearlo y con un realismo, con una claridad, con una verdad. Que casi podría afirmar que lo vi


Puedo decir con el libro y la pelicula de
Lucía. Sanz
Lucía. Sanz