El mismo explicaba que lleva ya de serie la pasión por la astrofísica y la ingeniería mecánica. Con la ayuda de su padre, que ejerce como profesor y está licenciado en ingeniería y de su profesora de física del instituto, ha desarrollado un prototipo robótico manipulado por control remoto para llegar a Marte. Sin la colaboración de ellos no hubiese podido realizar los cálculos necesarios para construir este prototipo ya que debido a su corta edad todavía no ha adquirido los conocimientos necesarios.
El joven cuenta que la idea se le ocurrió cuando vio la película “Avatar” y a partir de entonces empezó a darle vueltas a la forma de obtener comunicación entre el avatar y una persona en el scanner. Joel relacionó esto con el sistema empleado en la Estación Espacial Internacional que permite a los astronautas hacer vídeos en directo utilizando comunicación por láser:
—Si esta tecnología funciona —dice Joel—, ¿por qué no emplearla en Marte? así se podría evitar que los primeros astronautas se queden encerrados en el planeta y mueran. Nadie podría recuperarlos jamás.
Habría que utilizar dos naves, una que llegaría a Marte con el robot y otra con la tripulación humana. Convertiría a la segunda nave en un sustituto de la estación espacial internacional en Marte. El muchacho explica que de esta forma enviar una orden al robot tardaría 0,8 segundos y no 20 minutos que sería el tiempo empleado si la orden se enviase desde la Tierra.
Unos metros de hilo de pescar, unos sensores de tres euros, un guante del Decathlon y muchas horas de trabajo, poco más necesitó Joel para desarrollar este prototipo. Su investigación ha ganado el segundo premio de la NASA en Ingeniería Mecánica durante la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología. Ha sido seleccionado para irse becado este verano al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Cuando recibió la noticia Joel cuenta que cayó al suelo llorando de alegría. Su sueño inalcanzable se había hecho realidad.
Te deseo toda la suerte del mundo Joel, solo espero que no te conviertas en otro cerebro a la fuga o lo que nuestro exministro Wert llego a denominar de movilidad internacional. Es pasmoso y doloroso saber que muchos de nuestros mejores científicos consiguen su afiliación a la seguridad social mediante empleos en la industria de la hostelería. A otros en cambio les caen los puestos como llovidos del cielo, o vaya usted a saber.
Hoy por hoy, debido a la falta de oportunidades para desarrollar sus investigaciones, la mayoría de jóvenes científicos que han obtenido sus licenciaturas y sus doctorados en España tienen que recurrir a universidades extranjeras que los acogen con entusiasmo teniendo garantizada su buena formación y sin que a el país de origen les haya costado un duro. Lamentablemente nuestros científicos se han convertido en inmigrantes de bata blanca, a la vez que en adquisiciones muy rentables para diferentes universidades.
La mayoría de ellos, los que ya han emprendido el camino al exilio en busca de mejores perspectivas para desarrollar sus carreras y su labor científica saben a ciencia cierta que el retorno a España en un corto plazo es una mera ilusión.
Es muy triste a la vez que vergonzoso que España tenga que dejar escapar a sus mejores talentos, si queremos que esto no siga ocurriendo necesitamos incrementar urgentemente los recursos para cuidarlos, porque el tijeretazo al que el gobierno ha sometido el presupuesto en I + D pinta de un negro intenso su futuro.
P. Sardinero