lunes, 26 de junio de 2017

Fuga de talentos

Me gusta mucho el programa de radio de Julia Otero, siempre que tengo oportunidad procuro escucharla en Onda Cero Madrid. La otra tarde entrevisto en su programa a Joel Romero, un jovencísimo estudiante español de 16 años que ha sido premiado nada más y nada menos que por la NASA.

El mismo explicaba que lleva ya de serie la pasión por la astrofísica y la ingeniería mecánica. Con la ayuda de su padre, que ejerce como profesor y está licenciado en ingeniería y de su profesora de física del instituto, ha desarrollado un prototipo robótico manipulado por control remoto para llegar a Marte. Sin la colaboración de ellos no hubiese podido realizar los cálculos necesarios para construir este prototipo ya que debido a su corta edad todavía no ha adquirido los conocimientos necesarios.

El joven cuenta que la idea se le ocurrió cuando vio la película “Avatar” y a partir de entonces empezó a darle vueltas a la forma de obtener comunicación entre el avatar y una persona en el scanner. Joel relacionó esto con el sistema empleado en la Estación Espacial Internacional que permite a los astronautas hacer vídeos en directo utilizando comunicación por láser:

—Si esta tecnología funciona —dice Joel—, ¿por qué no emplearla en Marte? así se podría evitar que los primeros astronautas se queden encerrados en el planeta y mueran. Nadie podría recuperarlos jamás.

Habría que utilizar dos naves, una que llegaría a Marte con el robot y otra con la tripulación humana. Convertiría a la segunda nave en un sustituto de la estación espacial internacional en Marte. El muchacho explica que de esta forma enviar una orden al robot tardaría 0,8 segundos y no 20 minutos que sería el tiempo empleado si la orden se enviase desde la Tierra.

Unos metros de hilo de pescar, unos sensores de tres euros, un guante del Decathlon y muchas horas de trabajo, poco más necesitó Joel para desarrollar este prototipo. Su investigación ha ganado el segundo premio de la NASA en Ingeniería Mecánica durante la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología. Ha sido seleccionado para irse becado este verano al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Cuando recibió la noticia Joel cuenta que cayó al suelo llorando de alegría. Su sueño inalcanzable se había hecho realidad.

Te deseo toda la suerte del mundo Joel, solo espero que no te conviertas en otro cerebro a la fuga o lo que nuestro exministro Wert llego a denominar de movilidad internacional. Es pasmoso y doloroso saber que muchos de nuestros mejores científicos consiguen su afiliación a la seguridad social mediante empleos en la industria de la hostelería. A otros en cambio les caen los puestos como llovidos del cielo, o vaya usted a saber.

Hoy por hoy, debido a la falta de oportunidades para desarrollar sus investigaciones, la mayoría de jóvenes científicos que han obtenido sus licenciaturas y sus doctorados en España tienen que recurrir a universidades extranjeras que los acogen con entusiasmo teniendo garantizada su buena formación y sin que a el país de origen les haya costado un duro. Lamentablemente nuestros científicos se han convertido en inmigrantes de bata blanca, a la vez que en adquisiciones muy rentables para diferentes universidades.

La mayoría de ellos, los que ya han emprendido el camino al exilio en busca de mejores perspectivas para desarrollar sus carreras y su labor científica saben a ciencia cierta que el retorno a España en un corto plazo es una mera ilusión.

Es muy triste a la vez que vergonzoso que España tenga que dejar escapar a sus mejores talentos, si queremos que esto no siga ocurriendo necesitamos incrementar urgentemente los recursos para cuidarlos, porque el tijeretazo al que el gobierno ha sometido el presupuesto en I + D pinta de un negro intenso su futuro.

P. Sardinero

viernes, 16 de junio de 2017

La cotilla


La cotilla
Día 16 de Junio. 11.30h


Reparto
Indalecio: David Díaz
Judas: Miguel Ángel Ibáñez
Eusebia: Marisa Yuste
Faustina: M. Carmen Prieto
Niceto: José Martínez

Apuntador
Raquel Agüero

Atrezo
Alicia Díaz, Juana Taboada,

Vestuario
Encarna Ortega, Mari Carmen Rontomé

Grupo de Teatro Armonía
CEPA Pablo Guzmán

Mercadillo solidario

Los €54 que recaudo nuestro Mercadillo solidario fueron ingresados en una cuenta de la asociación "Mensajeros de la paz".


lunes, 5 de junio de 2017

El Peregrino

E.V.Calleja

(Cualquier viso autobiográfico que pudieras percibir en este escrito, querido lector, es puro producto de tu imaginación y nada más que eso).



Juan es el hombre del que os hablaré. Recién jubilado. Profesor toda la vida. Metido en el ajetreo de las clases, la corrección de ejercicios, la pelea latente con los alumnos. Y de pronto cumplió 60 años y le dijeron que a jubilarse. Qué alegría! Así pasó los primeros meses sin añorar nada, descansando. Pero luego comenzó a sentir una especie de vacío algo así como existencial, ya sabéis. Algo no funcionaba en su interior. La vida se le estaba convirtiendo en un tedio insoportable. Los hijos eran mayores y hacía años que no vivían en el hogar. La mujer se iba con la amigas a clases de lo que fuera, o a tomar café y se pasaba el día entero fuera de casa. Juan pensaba que, quizás, lo que deseaba sobre todo su mujer era estar lejos de él, que su matrimonio era ya pura apariencia, pura rutina. Se sentía abatido. El no era un hombre demasiado sociable. De bares, nada. Prefería quedarse en su casa. Apenas iba a las reuniones de antiguos profesores que siempre hablaban de lo mismo y le aburrían. De leer ya estaba también algo cansado. Sus ojos ya no pasaban por las líneas con la suficiente rapidez, y se le iba la idea para otro lado y tenía que volver a leer lo leído. Demasiado pesado, demasiado deprimente.

Un día oyó hablar del Camino de Santiago. Que era una experiencia única, le dijeron. La idea le entusiasmó. ¿Por qué no intentarlo? Era el momento perfecto. Tendría todo el tiempo del mundo para pensar, y quizás en la soledad del camino encontraría respuesta a alguna de las preguntas que le martilleaban el cerebro desde hacía tiempo. ¿Cuál era el sentido de la vida?, ¿cuál era el sentido de su vida? ¿Cómo debería afrontar los años que le quedaban por vivir, para vivirlos intensamente, para penetrar en el sentido del vivir? ¿Quizás el vivir mismo es un misterio sin explicación razonable? Necesitaba urgentemente respuestas a preguntas esenciales. La casa le estorbaba, la ciudad le aturdía, y hasta su mujer y sus hijos serpenteaban entre sus pensamientos cortándole el paso a la paz y soledad que precisaba su mente y su corazón es ese momento.

Buscó un mapa del Camino de Santiago por la ruta Francesa, la tradicional. Eran 32 etapas. Un poco largas, pero después de un programa de preparación intensiva su cuerpo todavía relativamente bien conservado, lo soportaría.

En cuanto al coste de la aventura, estaba en condiciones de afrontarlo. Incluyendo alojamiento y manutención había visto que se podía hacer por menos de 30€ diarios, eso sí, acostándose en literas que suministran los múltiples albergues que hay a lo largo de todo el Camino. Con que, decidido. Ya tengo el itinerario que más me gusta. Comenzaré en la frontera de Francia con España, en Roncesvalles y desde allí jornada a jornada hasta Santiago de Compostela. Esta será mi ruta

Después de terminar la cena, pensó Juan que sería el momento más oportuno para comunicarle la decisión firme que había tomado a su mujer, Rosa.

-Me voy a hacer el Camino de Santiago?

-¿Qué? -Saltó Rosa con el último bocado atragantándosele en la garganta-.

-¿Pero a dónde vas a ir criatura? ¿Sabes lo que significa caminar kilómetros y kilómetros, si tú eres un sedentario ratón de biblioteca?

-Rosa –dijo Juan- yo me las arreglaré. No te preocupes por mí.

-¿Y desde cuando se toman las decisiones así en esta casa, sin comunicármelo a mí que soy tu mujer, o es que te has olvidado que soy tu mujer?

En esa casa se había hecho siempre lo que Rosa decía. Juan, no es que no tuviera voluntad, es que las cosas rutinarias le resbalaban bastante. Que había que comprar, se compraba; que había que barrer, se barría; que había que ir al cine, se iba; que había que hacer un viaje, se viajaba; que no había dolor de cabeza, se aprovechaba. Todo lo que ella decidía se hacía. Pero esto era otra cosa. Su mujer continuó:

-¿Acaso hay algo más? ¿Ha sucedido algo estos días que yo no sepa? ¿A qué viene esto ahora?

-No hay nada raro, -dijo Juan-. No te pongas a hacer elucubraciones sin fundamento. No hay nada, ni nadie. No te preocupes.

Y ¿cómo le digo a mis amigas que no cuenten conmigo durante un mes entero? Y ¿qué va a ser pasar con mis clases y mis actividades? Y ¿qué ropa y qué calzado me tengo que comprar?

-Cariño –le dijo Juan-, no tendrás que dejar a tus amigas, ni tus clases, ni te tendrás que comprar ningún calzado especial, ni ropa. Voy a ir solo.

-Solo!!

Rosa se levantó de la silla y se puso a dar vueltas por la cocina como loca. Se frotaba las manos, se las secaba en el delantal y seguía repitiendo:

-Solo, y va y me dice que se va solo.

-Pues sí, cariño. Me voy solo. Yo y mis pensamientos. Necesito este tiempo para mí. Déjame espacio para ver qué encuentro de los restos de mí mismo. Déjame que busque a ver si me queda algo a lo que aferrarme en los años que me queden de vida. Lo necesito.

Rosa se volvió a sentar y no supo que decir. Unas lágrimas intentaban salir de sus ojos mientras escrutaba incrédula la cara de su marido.

-Cariño –le dijo Juan- volveré queriéndote más y contándote todo lo que me ocurra durante esta peregrinación que voy a iniciar al centro de mi mismo.

Continuara…


TERTULIA LITERARIA: Carta de una desconocida (Stefan Zweig)

Carta de una desconocida me parece un libro estupendo y fácil de leer. Es el primer libro que leo de Stefan Zweig, que lo escribió en el año 1922 y donde el autor narra la historia de toda una vida en muy pocas páginas, haciendo gala de una imaginación extraordinaria.

No se trata de una historia de amor convencional, más bien parece ficción o producto de la mente un poco perturbada de la protagonista. Es como un monólogo: ella y su carta. Su amado, demasiado despreocupado y sin mostrar ningún interés por saber quién le escribe de forma tan apasionada, sólo parece reaccionar al final ante el jarrón vacío de esas flores que siempre recibía por su cumpleaños: ella se había ido para siempre.

En la tertulia hubo diversidad de opiniones sobre el libro de Zweig y la película que se rodó en 1948, protagonizada por Joan Fontaine. Al contrario que en otras ocasiones, a mí me gustó más la película que el libro. La primera está construida con música, diálogo y paisajes; mientras en el libro el personaje masculino es un escritor, en la película es un músico, lo que permite introducir escenas donde aparece tocando su piano. De acuerdo al comentario que hizo María José, el cine siempre necesita una banda sonora, quizás por eso el director cambió la profesión al protagonista.

La película tiene momentos de emoción. El amor se transforma en algo más real a través del viaje en tren que realizan por distintas partes del mundo: él también siente atracción por ella, aunque no sepa que es quien le escribe las cartas. Conocemos al señor acaudalado que se casa con ella, al niño y cómo enfermó al entrar en ese vagón contaminado. Al verla, recordé las películas de Hitchcock donde se mezclan el misterio y el amor. Me ha gustado, y aunque no sea una gran película, tiene un punto de romanticismo más que el libro.


P. Santoyo

Junio de 2017 

jueves, 1 de junio de 2017

El estilo

Yo he oído hablar muchas veces del estilo de los grandes autores. El estilo es ese sello que hace único a un texto, y, reconocible la voz del autor. En el recorrido de un año entero de prensa que ha sido la revista del CEPA, he ido escuchando las distintas voces de los redactores con mucha atención, y, al final, no sé si alguien ha experimentado lo mismo, he ido acostumbrándome a esas voces.

De esas voces, que siguen colaborando con la revista, he ido haciéndome aficionado a la de David, a quien le gusta la remembranza, y el contraste generacional. David Díaz habla con desparpajo, y con humor. Le gusta la complicidad, y adelanta una respuesta para todos los posibles debates con el lector.

Pilar Santoyo esconde una poetisa en sus textos. Su magia suele estar en el movimiento de sus pensamientos. Es capaz de empezar hablando de un tubérculo o de un episodio histórico y luego volver nuestra mirada a una puesta de sol o a los ojos de un bebé.

Carmen Prieto es tan variada en sus temas como en sus enfoques. Habla de cosas cotidianas, de salud, y de cultura. Detrás de un estilo casi imparcial no puede ocultar su sensibilidad hacia todo lo que le rodea y su amor por las cosas grandes y pequeñas.

Paloma Sardinero tiene un estilo inconfundible. Sus primeros textos tenían un toque poético, parecían cuentos para niños. Y ha conservado gran parte de su delicadeza hacia lector abordando temas de candente actualidad y un repaso variado por los problemas del mundo. En su planteamiento siempre hay un rayo de esperanza. Su voz es tan clara y contrastada que es difícil añadir una palabra más.

Laura Oñoro tiene un estilo casi oral. No se calla lo que piensa cuando habla y, mucho menos, lo hace cuando escribe. Estemos de acuerdo con ella o no, no podemos dejar de reconocer la franqueza de una voz sin dobleces.

Amelia elige temas cercanos, relacionados con las personas que conoce, o bien sobre la más rabiosa actualidad. Si algo no vamos a encontrar en sus textos es indiferencia. Cada una de sus historias nos obliga a tomar partido. Amelia maneja el conflicto y la polémica a veces involucrándose, a veces involucrando al lector.

Sonia Sánchez se pone a sí misma objetivos muy altos en sus textos, nos explica cuestiones intelectuales de índole económica, literaria, psicológica. Sus palabras están muy escogidas y sus frases extensas piden un esfuerzo al lector que merece la pena hacer.

Eusebio fue el último en incorporarse a la plantilla, pero hace un gran papel con el ánimo que infunde. Ha publicado dos textos, uno sobre Onassis y Callas de carácter histórico, y otro sobre una posible huelga del reino vegetal que puede ser leído como una broma, o bien, como un cuento serio. Eusebio cuida cada detalle de sus textos y tiene un gran vivero creativo para seguir escribiendo.

Esta es la nómina de mis compañeros de redacción. Espero no dejarme a nadie en el tintero. Tengo que decir que me siento realmente arropado con la compañía de una plantilla tan variada y tan estimulante.

Mi planteamiento cuando inicié el taller de prensa era mucho más modesto. He sido testigo de voces que empezaron a hacerse oír tímidamente y que ahora suenan como una música consciente de sí misma. Quizá no sean las voces más famosas, pero el hábito y los buenos lazos hacen que sean las voces que más me gusta escuchar cada mes cuando sacamos a la imprenta el nuevo número de la revista.

Este curso acaba con este número. Para el curso que viene invito a todos los redactores y a aquellos que sientan esa tentación de la palabra escrita, a sumarse al taller de la revista.

Gracias a todos.
José C.