“Un hombre ante mi puerta”, de Corín Tellado
Katia Greenshaw es la hija de una familia de la aristocracia de Nueva York. El padre, enfermo de gota, no puede cuidar de los tres hijos, ni proveer a la familia. Katia la mayor decide, a sus 20 años, tomar las riendas de la situación y buscar dinero trabajando en un Night-club. Las obligaciones que le imponen los clientes la hacen huir de allí. Pero vuelve, y es descubierta por Paul Harris, un hombre respetable y millonario que lleva una doble vida. Paul intenta intimar con ella en el Night-club y recibe un arañazo en la cara. Él la sigue hasta su casa y descubre que es la hija de una familia distinguida.
Paul Harris resuelve los problemas económicos de la familia Greenshaw nombrando al padre director de un banco. Lo que podría ser un buen principio se convierte en una trampa para Katia. Paul usa lo que sabe del pasado de la joven y la chantajea para que le acompañe a una casita escondida en el bosque en una cita semanal.
Un baile al que asisten los dos es el detonante de la pasión de Paul Harris que ya no podrá esconder más. Kirk, un joven apuesto que baila con Katia no está dispuesto a ceder la dama en el baile y Paul estalla de amor y de indefensión.
Trastornada por la escena, la joven Katia acude a un sacerdote y le confiesa su infortunio. El cura, implacable, le ordena que deje de someterse al chantaje de ese sátiro, y no vuelva a ceder a sus demandas. Ella, armada de valor y conciencia moral, vuelve a casa y demuestra al villano su renovada resolución.
Paul Harris no se detendrá. Bajo coacción la obliga a aceptar ante su padre una declaración de matrimonio. La joven no tendrá más remedio que casarse.
Víctima de un matrimonio impuesto, Katia evita en lo posible a su marido. Dos gestos de este, sin embargo, irán haciendo que su corazón se ablande poco a poco. Una tarde, él se niega a prestar la casa del bosque, en la que tuvieron sus encuentros furtivos, para una fiesta que quieren organizar los hermanos de Katia. En otra ocasión, compra la casa de la ciudad a su padre para hacerle un regalo a ella.
¿Bastarán semejantes pruebas de amor para cambiar el hielo que la mujer ultrajada guardan en su corazón y tornarlo en amor y deseo?
Lectura de una obra de Corín Tellado
La lectura de Corín Tellado me trae a la mente una obra que hemos leído en la Tertulia Literaria que se titula “Orgullo y Prejuicio”. En la obra de Jane Austen, anotábamos que Mr Darcy, el príncipe azul, tenía algo, también, de hada madrina, resolviendo los problemas morales de toda la familia. Paul Harris suma a esos dos arquetipos, un toque de villano y de sinvergüenza cuando elige chantajear a Katia a cambio de favores sexuales.Hay en la arquitectura de la novela algunos pasajes que agradecerían, quizá, un trabajo de composición. La escena del baile es un momento culminante: Paul descubre que siente algo por la mujer de la que está abusando por la fuerza sin ningún escrúpulo. Kirk, el muchacho con el que baila, y que no volverá a aparecer, no cede su pareja, y Paul Harris se derrumba. No es mucho pedir que la novelista hubiera buscado una escena más dramática y expresiva para hacer visible al lector el giro interior del personaje. También es extraño que el matrimonio, un acto de compromiso por dos partes, forme parte del chantaje del amante-villano. Katia se ve convertida en esposa con la misma falta de respeto con que es usada como objeto sexual. Un lector del siglo XXI no puede dejar de sentirse perplejo, o bien fascinado, por el universo moral de Corín Tellado.
Los personajes secundarios, como los amigos de Paul, y la familia de Katia, aparecen con ligeras descripciones que tenemos que creer de labios de la narradora, pero todos los lectores queremos verles actuar. Poco sabemos de Kirk, o del hermano, Curd, o de la hermana pequeña, Peggy, que al parecer es más impetuosa que la mayor, pero cuyo ímpetu no vemos en ninguna escena. Los hermanos tienen relaciones pero parecen importar poco a la acción y no sabemos cómo acaban. El final feliz de Katia pedía a gritos un desenlace parecido para sus seres queridos que no aparece.
También tenemos que anotar en el lado de los contras las descripciones de la protagonista, redactadas, aparentemente de recortes de la prensa del corazón. Sabemos cómo llevaba el pelo y el estilo y los colores de su atuendo, pero poco de la vida de Nueva York y sus pueblos aledaños que poco debían tener de familiares para Corín. Son detalles disculpables si la autora hubiera sido consciente del impacto de los dramas a los que prestó poca atención: la vileza de su varón para conseguir lo que quiere por la fuerza, su conversión de chantajista en amante, y la conversión de ella que acaba víctima del Síndrome de Estocolmo.
¿Nos dice algo Corín Tellado de la España de los cincuenta? Hay algún tipo de contenido para una adolescente de la época. A pesar de sus carencias, esta literatura conectó con el público femenino. Podemos encontrar alguna descripción en clave novelesca de lo que podía ser el machismo español. El varón tiene todo el poder, el dinero y los secretos; y los usa para su propio disfrute. La mujer indefensa ha intentado conseguir auxilio económico coqueteando con la mala vida. Esclava de su pasado es sometida al varón y sólo consigue respeto cuando acude a la sabiduría de la religión, y se enfrenta a un contrato infame. Todo parece cuadrar para que el final feliz funcione. La mujer sometida a una prisión de su deseo y de sus sueños consigue, al final, adornar las paredes de su celda y los barrotes para sentirse en el lugar más bonito del mundo.
José Contreras
Que bien lo has explicado José, yo crecí durante esos años y lamentablemente fui testigo del sometimiento que vivían aquellas mujeres, bien por la religión, que se encargaba de educarlas para ello y también por el hombre.
ResponderEliminarOjala que las nuevas generaciones se eduquen en la igualdad. Es tarea de todos.