“Naturaleza muerta con manzanas y melocotones” en 1905
En literatura y en cine, algunos comentaristas como Harold Bloom hablan de impresionismo de Conrad para referirse a algo parecido. A medida que Marlow remonta el río Congo los informes que va oyendo de Kurtz cambian la imagen del hombre. Un loco peligroso, un líder, un ídolo e incluso un dios son las imágenes que Marlow va haciéndose de la persona que espera al final de su viaje. Es posible que esa faceta caleidoscópica atrajera a Orson Welles a la hora de rodar la película. Francis Ford Coppola rodó en 1979 otro acercamiento que tituló “Apocalypse Now”. La adaptación libre del segundo resulta, quizá, más fiel a los sentimientos del autor.
A pesar de la falta de diálogos que, con tanto acierto, señala Lucía Sanz, la novela de Joseph Conrad ha resistido el paso de los años. De un lado se ha convertido en un icono inigualable de un episodio triste de nuestra historia reciente, la colonización de África y el abuso de los colonizadores. La novela es mejor expresión que un ensayo de lo inhumano que es el acercamiento de una civilización desarrollada a otra primitiva. Conrad dibuja, conscientemente o no, la barbarie que esconde la supuesta civilización.
El test de Bechdel (por la dibujante Allison Bechdel) apareció como una forma de evaluar la brecha de género. El test se inspira en una queja de Virginia Woolf que decía que las mujeres siempre aparecen en los libros por su vinculación con un personaje masculino. La dibujante de cómics formula el siguiente test sobre los personajes femeninos para averiguar si la obra es o no tendenciosa:
- Aparecen al menos dos personajes femeninos.
- Estos personajes se hablan una a la otra en algún momento.
- Esta conversación trata de algo distinto a un hombre.
El test de Bechdel debería ser aplicable, también, al racismo para ver si los africanos están como individuos o sólo como elementos de la trama. Y aplicando el test a “El corazón de las tinieblas” y a “Apocalypsis Now”, descubriríamos que no hay ningún interés por el otro. Las dos son obras de europeos hablando de europeos. Narbona se queja en El Cultural de El Mundo de que la obra de Conrad es una crítica a la invasión belga de El Congo, pero no es una crítica del colonialismo. Es posible que tenga toda la razón.
José Contreras
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