Hilario Aizcorbe
Mi abuela, Rocío Rosado, nació en Madrid el 26 de diciembre de 1933 en plena Segunda República, y dos años después de que en España se firmara la Constitución de 1931.
Tres años después de su nacimiento, en 1936, estalla la Primera Guerra Civil, que durará hasta 1939, significando para España un antes y un después. Para mi abuela también supuso muchos cambios, ya que, según palabras textuales de mi abuela: “Fue un desastre; era desolador ver a gente de la misma familia cada uno en un bando, unos contra otros”.
Al comenzar la guerra, su padre entra en el conflicto en el bando republicano como soldado. Esa fue la última vez que mi abuela, con solo tres años, le vio y abrazó. También se alista su tío, ambos en el bando republicano.
La Primera Guerra Civil se desarrolló principalmente en Madrid. Por ello mi abuela, junto con su madre, se mudaron a un pueblo de Valencia donde tenían familiares. Mientras estaban en Valencia, mi abuela comenzó a ir al colegio y a hacer vida normal, dentro del contexto que estaban viviendo.
Una vez terminada la guerra y pasados dos años, mi abuela, junto con su madre, volvieron a Madrid, donde tuvieron que comenzar una nueva vida, afrontando las dificultades que la posguerra suponía. La madre de mi abuela comenzó a trabajar como costurera y mi abuela continuó sus estudios en un colegio municipal de la capital.
Durante la adolescencia de mi abuela y hasta 1975, mi abuela vivió la dictadura de Francisco Franco, una época que, junto a la posguerra, supuso en España una gran dificultad tanto social como económica. En el caso de la familia de mi abuela, todo el dinero con el que contaban era republicano, por lo que tuvieron que comenzar una nueva vida después de la guerra y sacar adelante a una familia de seis miembros.
Mi abuela terminó sus estudios y comenzó a trabajar ayudando a su madre y más tarde en la Dirección General de Tráfico, siendo una de las pocas mujeres que trabajaban por aquel entonces.
En esa época, sumidos todavía en una dictadura, conoce a mi abuelo Fernando, un madrileño que trabajaba para una compañía americana, y se enamoran.
En 1960, coincidiendo con el fin de la posguerra y la recuperación de la normalidad y la estabilidad en España, mis abuelos se casan en Madrid, y entonces comienza una nueva vida para ella.
Por aquel entonces estaba comenzando una época de desarrollo y prosperidad en el país y todo comenzaba a ser más estable.
Dos años después de casarse, en 1962, aún bajo la dictadura franquista, nace su primer hijo, Fernando, mi padre. Dos años después, su primera hija, Berta. Vivían en una casa de clase media en la zona de Delicias, en Madrid, y allí siguieron completando la familia, mientras que ambos seguían trabajando, hasta que, después de tener a Ignacio y a Patricia, tuvieron a su último hijo, Guillermo, en 1975. Esto coincidió con el fin de la dictadura de Francisco Franco y la muerte de este, y con el inicio de lo que podía ser para España una nueva vida.
En noviembre de 1975 Juan Carlos I fue proclamado rey de España, y con ello se instauró una monarquía democrática.
En ese momento comenzó un periodo llamado transición española, en el cual gobernaron Arias Navarro, Adolfo Suárez (1976) y Felipe González. Este proceso llevó a España a convertirse en una democracia.
En 1977 se celebraron en España las primeras elecciones democráticas, siendo la primera vez, con 43 años, que mi abuela pudo ejercer derecho a voto. En ese momento, el país terminó con casi cuarenta años de dictadura y pasó a ser un estado democrático con la Constitución firmada en 1978.
Por aquel entonces, pasaban los fines de semana en una casa en un pueblecito al sur de Madrid llamado Batres, donde sus hijos pasaron la mayor parte de su infancia. Hoy en día sigue siendo la casa donde vive mi abuela y disfrutamos de la vida en familia.