miércoles, 1 de diciembre de 2021

El lavadero de Hortaleza

El lavadero en los años setenta

Mercedes Gozálvez
En la calle Mar de Kara detrás de una fachada de ladrillo, se esconde un lavadero popular inaugurado en 1931 en el entonces pueblo de Hortaleza.

Noventa años después es el único de estos lugares históricos que ha sobrevivido en la capital. Estuvo en funcionamiento hasta los años 70.

El interior es alargado y estrecho. Está formado por tres pilas que permanecen intactas: la pila del fondo, la más pequeña, era para lavar la ropa de los infecciosos; la siguiente, la más grande, para enjabonar y lavar el resto de la ropa, y la última para aclararla. Esta última pila está situada al lado de la puerta, para después tender la ropa en el prado que había enfrente, hoy ocupado por edificios.

Muschos documentos atestiguan que en Hortaleza como en Canillas desde el siglo XVII, de que muchas mujeres, sobre todo viudas, se dedicaron a lavar la ropa de “gente adinerada” de la capital.

Hortaleza contaba con dos lavaderos que existieron hasta el siglo XIX, que al encontrarse lejos del pueblo, eran poco cómodos para su uso, y empezó a pensarse en construir uno más cerca. Se tardó 50 años hasta que se logró construir, y en parte fue financiado por las aportaciones de gentes del pueblo que podían hacer donativos.

Contó con mejoras hasta entonces nada comunes, como una letrina, una techumbre para protegerse de la lluvia y el sol, y agua directamente traída de Canal de Isabel II.

En la postguerra las mujeres iban a lavar la ropa por turnos semanales y el lavadero se convirtió en punto de encuentro para ellas y sus hijos más pequeños. Se juntaban para charlar e incluso llevaban la comida para pasar el día mientras se secaba la ropa.

Hoy en día forma parte, junto a la Iglesia de San Matías, la Catedral Ortodoxa, el Palacio de Villa Rosa y el Cementerio de Canillas, de un museo al aire libre dentro del programa Madrid Otra Mirada.

Ruta desde el CEPA PABLO GUZMÁN

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