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Desde el solsticio de invierno
hasta el del verano, el Sol gana altura en el cielo y por tanto los días son
más largos. Los equinoccios de primavera y de otoño, por su parte, marcan la
igualdad de las noches con los días. Todos estos fenómenos eran observados por
nuestros antepasados y lo manifestaban en forma de refranes, referidos, no al
calendario de números, sino al de santos, porque cada santo traía más o menos
luz (su festividad ocurría en un día más o menos largo).
El mes de enero es el más rico y
abundante en sentencias de este tipo, recayendo la señalización de los aumentos
de luz en determinadas fechas y santos, principalmente el día 6 (Epifanía del
Señor o Día de Reyes), el 17 (San Antonio Abad) y el 22 (San Vicente). Estos
refranes no tienen otro alcance y significado que el de consignar el hecho del
crecimiento del día. Además, con la mayor duración de la luz solar se podía
trabajar más y por eso también «lo notaban los bueyes»:
«Por los Reyes lo notan los
bueyes, por San Vicente lo nota la gente, por San Blas, una horica más»1
(Valencia de Don Juan).
«El día de Santo Tomás, un minuto
más» (Montrondo).
«Por San Antón, a las cinco hay
sol» y «Por San Antón, una hora más de sol».
En general, y de acuerdo con
algunos refranes, todo el mes de febrero servía como indicador del crecimiento
del día. Estas paremias2 tienen en común la constatación de que el
Sol está estacionado cada vez a una mayor altura durante los primeros días del
año y por tanto su luz alcanza a brillar en lugares que eran umbríos hasta poco
tiempo antes y cuyos nombres (sobre todo «reguero») resultan adecuados para la
rima de la primera parte del refrán.
«En febrero entra el sol por
cualquier reguero» (Andiñuela y otros muchos lugares de León).
No obstante, la mayoría de las
paremias se refieren a dos días concretos, uno al comienzo (3 de febrero,
festividad de San Blas) y otro el 24 (festividad antigua de San Matías,
trasladada actualmente al 14 de mayo, de acuerdo con la reforma general del
calendario romano de 1969):
«Por San Blas, una hora más» (Valdevimbre,
La Seca, El Páramo).
Con respecto a San Matías, uno de
los refranes más conocidos por tierras leonesas es el que relaciona su
festividad antigua (24 de febrero) con el equinoccio primaveral, algo que no
era cierto hasta casi un mes después (el 21 o 22 de marzo); pero que podría explicarse
por la percepción pregregoriana del comienzo del solsticio de invierno, o quizá
también en parte por la fuerza de la rima entre el hagiónimo3 «(San)
Matías» y la palabra «día». En cualquier caso, estos refranes de San Matías se
cumplen en lo de igualarse las noches con los días si en el día se incluyen los
crepúsculos, pues entonces desde el crepúsculo de la mañana hasta que anochece,
y no de sol a sol, hay un intervalo aproximado de doce horas o un poco más.
«El día de San Matías se igualan
las noches con los días» (Senra).
En el mes de marzo ya es notable
la presencia del Sol en el cielo. Además, en este mes se alcanza el equinoccio
de primavera (hacia el día 21), en que se igualan las noches con los días.
«Cuando el sol entra en Aries,
crecen los días y múdanse los aires», por lo que no solo los días son cada vez
más largos, sino que además se producen los cambios de tiempo propios de la
primavera: variaciones en la temperatura y alternativas de viento y lluvia.
«Marzo, igualarzo» (León, en
varias localidades). Se iguala el día con la noche.
Con respecto a la altura que va
alcanzando el Sol en este mes, el siguiente refrán es bastante conocido, no
solo en tierras leonesas:
«Por el veinte de marzo da el sol
en la sombría y canta la golondrina» (León). El mayor temple de los días
permite la llegada de aves migratorias, como las golondrinas.
2 paremia = refrán
3 hagiónimo = nombre de santo