martes, 15 de octubre de 2019

James Rhodes

El pasado día 13 de Septiembre asistí al concierto de piano que dio James Rhodes en el Auditorio Nacional de Madrid, lleno absoluto hasta la bandera, nada menos que 2340 localidades que tiene de aforo, que no es broma, además casi el 85% eran gente joven, tanto es así que cuando cogí el ascensor para subir al segundo anfiteatro donde yo tenía mi localidad. Me encontré que iba sola. Ahí me di cuenta de que eran casi todos jóvenes.

Este pianista de nacionalidad inglesa de 44 años de edad, esta afincado en España hace unos pocos de años, es un admirador de Bach, Bettowen, Chopen etc... ademas no es un músico a la antigua usanza, en cada pieza que toca te explica un poco de lo que va, con ello consigue que lo entiendas mejor. Luego está su vestimenta, él sale al escenario con zapatillas deportivas, pantalón vaquero y camiseta básica, y este conjunto de peculiaridades hace que le sientas más cercano.

Algunos críticos de música no le ponen muy bien, dicen que es muy plano en sus interpretaciones y un oportunista, a mí me gustó su concierto (será que no soy tan purista), el público estuvo totalmente entregado y lo llenó de aplausos.

Ahora voy a explicar porque le llaman oportunista:

Además de pianista ha escrito varios libros, donde comparte el lado más oscuro de su vida, al relatar las violaciones que sufrió de niño cuando tenía seis años por su profesor de gimnasia, que se alargaron por espacio se cinco años, estas violaciones fueron tan brutales que le produjeron lesiones en la columna vertebral, por lo que más tarde tuvo que pasar por el quirófano, estos sucesos le desestabilizaron tanto en su adolescencia que él mismo confiesa sus adicciones y sus instintos suicidas, que también le hicieron pasar por un psiquiátrico, cuenta que a partir de los 28 años pudo conectarse con la música "Y ese fué mi salvavidas" (resalta el poder sanador de la música).

En la actualidad además de sus conciertos, coopera con Save the Children, es un activista muy comprometido en la denuncia sobre los abusos a menores y también defiende las enfermedades mentales y a los suicidas.

Bien esto es lo que quería contaros sobre James Rhodes, si podéis ir a verle en alguna ocasión creo que merece la pena.

Conchi Castellanos

lunes, 16 de septiembre de 2019

El gran mercado del mundo. De Calderón de la Barca



¡Vamos al teatro!

Martes 22 de octubre a las 19.00

Apúntate en conserjería.

Teatro de la comedia
Calle del Príncipe 14 (Metro Sol)

Precio de la entrada: €12,50

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Un oasis en Chamartín



"Noches del Olivar", así se llama el espectáculo que fuimos a ver mi hijo y yo un sábado del pasado mes de julio. Se trataba de música Jazz interpretada por un cuarteto de jovenes saxofonistas, un homenaje a Pedro Iturralde con motivo de su 90 cumpleaños como músico y compositor. Ya es una leyenda viva del saxofón que ha influido en cada generación de saxofonistas. Los jovenes que interpretarón varias obras de Iturralde lo defendieron bastante bién, además de ilustrarnos con bastante gracia y desparpajo, sobre los distintos tipos de los instrumentos que llevaban: saxo soprano, saxo alto, saxo tenor y saxo baritono. ¡Yo me quedé gratamente sorprendida!

Bueno, lo que yo quería contaros es el lugar donde dieron el concierto, me pareció un sitio muy peculiar, allí esta enclavada la Fundación Olivar de Castillejo, situada en la calle de Menéndez Pidal, 3 bis, al lado del Paseo de la Habana. Para mi sorpresa, ¡allí existe un olivar! con una extensión de una hectarea de terreno, con cien olivos, muchos de ellos centenarios, almendros, madroños, granados, jaras, lavandas, romero, hierbabuena. Todo me pareció extraordinario y me puse a indagar.

El Olivar de Castillejo está cargado de historia, fue testigo de la presencía de Napoleón que acampó allí en Madrid alrededor de 1808. Desde su arbolada atalaya observó la ciudad rebelde que se extendía a sus pies.



Un siglo después un grupo de intelectuales formado por el catedrático de Derecho Romano, José Castillejo, el científico Ignacio Bólivar creador del Museo de Ciencias Naturales y el filólogo Ramón Menéndez Pidal, adquirieron parcelas, que mantuvieron abiertas para disfrute común.

En 1917 fundaron una institución de enorme alcance en la política cultural: la Junta de Ampliación de Estudio, que vendría a aplicar a la cultura española los ideales de la Institución Libre de Enseñanza con la impronta progresista del librepensamiento, no en vano José de Castillejo había sido discípulo de Francisco Giner de los Ríos.

La Fundación Olivar de Castillejo es una entidad sin ánimo de lucro, apuesta por la sostenibilidad y la protección al medio ambiente, así como un centro de iniciativas culturales que promocionan los jóvenes valores de la música clásica.

Es un rincón pintoresco, poco conocido en la zona norte de Madrid, una isla verde que conserva un encanto rural, y que, milagrosamente, se ha salvado de la especulación inmobiliaria gracias al empeño que han puesto sus herederos.

Aún se conservan las casas de José de Castillejo y Ramón Menéndez Pidal ambas declaradas de interes por el Colegio de Arquitectos de Madrid.

Se me olvidaba comentaros que después de las actuaciones, también sirven cenas, en un ambiente como muy verbenero, con sus mesas de hierro y sus guirnaldas de bombillas de colores por entre los olivos, a mí me recuerda a las noches de Kermes, en mi juventud, cuando en verano había fiestas en mi barrio de Vallecas.

Conchi Castellanos

Recuerdos de mi infancia

Como en más de una ocasión creo haber comentado, mis recuerdos de infancia son muy buenos, fuí la primera niña de una familia bastante extensa, nueve tíos y dos abuelas, juntando la familia materna y paterna. Aunque mi nacimiento tuvo lugar en el año 1939 recién terminada la guerra civil española, y las condiciones de vida no eran para nada fáciles, a mí, en particular no me faltó de nada, nunca sentí el hambre que se pasó en Madrid, supongo que la falta de alimentos recaerían en los mayores pero nunca en mí.

Me viene a la memoria las cartillas de racionamiento que existían entonces ¿alguno de vosotros las recordáis? Cada persona tenía una, con una especie de cupones que se iban cortando cada vez que en la tienda de ultramarinos se cambiaban por arroz, aceite, harina, azúcar, garbanzos, alubias... pero no creais que eran kilos ni mucho menos, era como un cuarto de kilo por persona y semana el pan también había que ir a la tahona siguiendo el mismo procedimiento del cupón, de tal forma que existía mucha gente que se dedicaba al "estraperlo", que era una forma de ganarse la vida.

Recuerdo un día de Reyes que fue muy especial, porque tuve muchos juguetes. Tenía un tío que era lo que ahora se dice un manitas, me hizo una habitación de muñecas, con su cama, su armario sus mesitas de noche, pintada de color azul cielo además vestida con su correspondiente colchón, almohada, sábanas, colcha, ahí entró la colaboración de mi abuela materna. También había un cabás para ir al colegio y varios cuentos, en mi memoria está gravado en especial El gato con botas, este cuento era el que me leía mi madre todas las noches al acostarme.



También recuerdo el haber ido muchisimas veces al Circo Price entonces estaba ubicado en la Plaza del Rey lo que es ahora la Plaza de Pedro Zerolo. Mi padre era repartidor de giros telegraficos, trabajaba en el Palacio de Telecomunicaciones lo que es ahora el Ayuntamiento de Madrid por su trabajo iba a entregar giros de dinero a los empleados del circo y le regalaban invitaciones para asistir a los espectáculos circenses, por eso yo iba tanto al circo, ¿sabeis a quiénes vi actuar de payasos? a los primeros de la saga de la familia Aragón: Popof, Tedy, Zampabollos y Nabuconodosorcito los tengo gravados en mi memoria como si los hubiera visto ayer mismo, esos eran los padres y tíos de los famosisimos Fofo, Gaby, Miliky y Milikito, los Payasos de la Tele, ¡de estos si que os acordais! ¿verdad?

Bueno basta ya de tantas " batallitas de la abuela" prometo seguir contando en otra ocasión más historias.

Conchi Castellanos

lunes, 2 de septiembre de 2019

Los peligros de las redes

Unos meses atrás apareció en los medios una noticia tremenda: «Una mujer se suicida». Me ha impactado, como no podía ser de otra manera, igual que a muchos de vosotros, esa noticia que comentaron todas las redes. Una mujer se ha suicidado. ¿Por qué? ¿Qué razón había detrás?

La razón es bien triste: porque estaba circulando un vídeo porno de contenido sexual suyo con un amante, de una relación anterior, por las redes. Si nos quedamos únicamente con el título de la noticia, uno se piensa que el amante es un ser desalmado que en un momento concreto decide vengarse de ella, pero parece ser que esto no se ha producido así, según han ido explicando los medios de comunicación.

La pareja en cuestión trabajaba en una multinacional de automoción llamada IVECO, con una plantilla aproximadamente de 2.500 empleados. Es fácil entender el impacto en esta mujer. Dicen que la historia se remonta a unos cuatro años atrás, aproximadamente. Cuando empezó a circular este vídeo por toda la empresa, comentaron que había algunos compañeros que se acercaban a verla para comprobar que efectivamente era ella la mujer del vídeo.

Y hay que sumarle el terror al comprobar que esta historia llegara a oídos de su marido, porque en este intervalo de tiempo ella había formado una familia. El marido efectivamente no sabía nada. Ella sufrió un ataque de pánico y no fue capaz de soportar la presión. También comentaron que se dirigió a la dirección de su empresa y no le prestaron ninguna ayuda porque entendieron que era un tema privado y lo tenían que resolver ellos. Parece ser que está pareja en su momento estuvo enviándose correos desde su centro de trabajo, y la empresa se supone que tenía el control de todos los correos. Se entiende que los empleados, naturalmente, no sabían nada. Parece ser que el amante en ningún momento puso en circulación este vídeo, y no está claro todavía de quién partió la idea de hacerlo circular entre una plantilla de empleados tan enorme. Cómo no iba esta mujer a sufrir un ataque de nervios al enterarse; es comprensible que no pudiera con la presión en el trabajo, en su entorno familiar, y se quitó de en medio.

Ahora, cuando ya las circunstancias no van a cambiar nada, todos se arrepienten: la empresa, quizás, por no haber prestado ayuda; y, seguramente, los empleados, por haberse mofado de esta historia. Pero lo que nos queda muy claro es que no somos conscientes y alegremente enviamos nosotros mismos correos, datos, fotos y todo tipo de información, y las redes están siendo utilizadas por cualquiera que puede hacer “buen” uso de todo ello, sin nuestro consentimiento. Deberíamos aprender de un drama semejante.

Para esta pareja, utilizar las redes les ha costado: a ella la vida, un marido destrozado y dos niños de 4 años y 9 meses sin madre; y al amante, si es un hombre de bien, una marca para el resto de su vida.

Amelia G. Luengo

lunes, 5 de agosto de 2019

El Nobel de Galdós


A comienzos de siglo el nombre de Galdós se coló seguidas veces en el listado de la Academia Sueca, como apuntó el experto galdosiano Pedro Ortiz-Armengol, autor de la premiada biografía Vida de Galdós.

Dado que Galdós fue miembro de la Real Academia Española, él mismo recibía las circulares del comité del Nobel, que invitaba a los académicos a proponer candidatos. Y muchos presentaron el nombre de Galdós, quien se sumó a los 31 aspirantes al premio en 1912. También contó con el apoyo de medio millar de miembros del Ateneo de Madrid, que promovieron una campaña a favor de Galdós, capitaneada por el escritor Ramón Pérez de Ayala. Éste invocó a su favor su «fertilidad creadora, emoción misericordiosa, humanidad y universalidad».

Sin embargo, fue el alemán Gerhart Hauptmann quien se hizo con el Nobel en 1912. Al año siguiente, fue el bengalí Rabindranath Tagore quien derrotó a Galdós y Guimerá en 1913. En 1914, la Academia suspendió los premios con motivo de la Primera Guerra Mundial. Al reanudarlo en 1915, Galdós volvía a engrosar la nómina de candidatos junto a otros 10. Pero entonces, la Academia puso en conocimiento del comité del premio la recepción de muchos telegramas de protesta en 1913 en contra de la elección de Galdós. Uno de los principios de la institución es alejar cuestiones de índole política en sus valoraciones y estas cartas disparaban contra el escritor por su ideología liberal y anticlerical.

En 1915 fue el primerizo escritor francés Romain Rolland, un hombre consternado por la violencia de la guerra, quien se hizo con el Nobel.

Ese año, Galdós se sometió a la primera de varias operaciones de sus ojos. Para 1917, ya veía sombras y recitaba sus misivas a un amanuense. Renunció al Nobel para siempre. Dos años después de su muerte, en 1922, el madrileño Jacinto Benavente se alzaba con el premio.

lunes, 15 de julio de 2019

Fortunata y Jacinta. Tertulia literaria





Fortunata y Jacinta es una novela del escritor español Benito Pérez Galdós publicada en 1887, dentro del ciclo de las Novelas españolas contemporáneas. Según la opinión mayoritaria de la crítica literaria, se trata de la mejor novela de su autor, y junto a La Regenta de Leopoldo Alas,​ una de las más populares y representativas del realismo literario español y de la novela española del siglo XIX.​ Situada en el Madrid de la segunda mitad de dicho siglo, relata las vidas cruzadas de dos mujeres de distinta extracción social unidas por un destino trágico.​

Además de muy diversas versiones teatrales, la novela fue llevada al cine por Angelino Fons en 1970, con una premiada interpretación de Emma Penella, como Fortunata. Diez años después, Televisión Española realizó y emitió una adaptación de la novela a la pequeña pantalla a cargo del director Mario Camus, con Ana Belén y Maribel Martín en los papeles principales.


La novela

Los críticos coinciden en reconocer que Galdós escribió Fortunata y Jacinta "en la cima de su poder creador", y el propio autor parecía consciente de ello. De ahí que, a pesar de ser un escritor de 'incontenible fertilidad', en esta ocasión emplease año y medio en concluir el manuscrito de la novela. No se sabe si en ese inusitado tesón por crear la obra perfecta pudo influir la reciente publicación de La Regenta, obra máxima de «Clarín», su colega, amigo y par.

Galdós inicia la redacción de la novela al regresar del viaje a Portugal que al final de la primavera de 1885 ha realizado con el escritor José María Pereda y un amigo suyo. Invierte en concluir la Primera Parte casi ocho meses —junio de 1885 a enero de 1886—, dejando un manuscrito plagado de modificaciones (que con el resto de la novela ha dado lugar a las dos versiones de Fortunata y Jacinta, conocidas entre los investigadores como “la versión alfa y la versión beta”). Tras otros cuatro meses de intensa dedicación remata la Segunda Parte, firmada en mayo de 1886; y tras un breve respiro estival acomete la Tercera Parte —la más corta de las cuatro— que cierra siete meses más tarde, en diciembre de aquel año. La Cuarta Parte, la última y más larga, la escribe Galdós en seis meses, de enero a junio de 1887.


Marco y personajes

Más de un centenar de personajes secundarios con un perfil psicológico bien dibujado, dentro de un conjunto coral que se acerca al millar de tipos, forman 'la comedia humana' que Galdós, como Balzac y Dickens habían hecho años antes, hará girar en torno a un gran tiovivo alimentado por las emociones y los actos de los dos personajes protagonistas que “se odian y se aman al mismo tiempo”, ​ Fortunata, la mujer del pueblo, instintiva y víctima de su propia fortaleza, y Jacinta, la hembra estéril, sensible hasta la obsesión y finalmente salvada por su instinto maternal frente al acoso de su propia clase.

Los estudios críticos y las versiones visualizadas (en cine y televisión) han profundizado y mostrado un buen boceto de la psicología de los grandes personajes protagonistas o conductores de la trama de esta novela. El magno escenario aludido, con millares de comparsas y escenarios modelados e iluminados por los sentimientos de Fortunata y Jacinta solo puede percibirse recorriendo línea a línea las cuatro partes de la novela, en un gran retablo en el que conviven “al lado de la vida la muerte”.



Descripciones de personajes del propio Galdós


Fortunata, "una mujer bonita, joven, alta...", hace así su aparición en la novela, mostrándose ante Juanito Santa Cruz —alias el Delfín— con una metáfora de corral y gallinero:

La moza tenía pañuelo azul claro por la cabeza y un mantón sobre los hombros, y en el momento de ver al Delfín, se infló con él, quiero decir, que hizo ese característico arqueo de brazos y alzamiento de hombros con que las madrileñas del pueblo se agasajan dentro del mantón, movimiento que les da cierta semejanza con una gallina que esponja su plumaje y se ahueca para volver luego a su volumen natural.
Muchos autores (críticos, eruditos galdosistas e hispanistas) aceptan el protagonismo y singularidad de Fortunata en el contexto general de la historia, como portavoz naturalizado del pensamiento de Galdós. ​ Una mujer —lo que en la obra galdosiana ya es en sí mismo una categoría— que forma parte de ese "pueblo" que "posee las verdades grandes y en bloque", que sobrevive, miserable y castizo, en el "Cuarto Estado" de la capital de España, y que constituye "lo esencial de la Humanidad, la materia prima".​

Jacinta es presentada en el capítulo IV de la Primera Parte. El escritor la esboza en dos tiempos: "Jacinta era una chica de prendas excelentes, modestita, delicada, cariñosa y además muy bonita. Sus lindos ojos estaban ya declarando la sazón de su alma o el punto en que tocan a enamorarse y enamorar." Tras la caricatura, el retrato:

Jacinta era de estatura mediana, con más gracia que belleza, lo que se llama en lenguaje corriente una mujer mona. Su tez finísima y sus ojos que despedían alegría y sentimiento componían un rostro sumamente agradable. Y hablando, sus atractivos eran mayores que cuando estaba callada, a causa de la movilidad de su rostro y de la expresión variadísima que sabía poner en él. (...) Sabía triunfar del amaneramiento con el arte, y cualquier perifollo anunciaba en ella una mujer que, si lo quería, estaba llamada a ser elegantísima. (...) Por su talle delicado y su figura y cara porcelanescas, revelaba ser una de esas hermosuras a quienes la Naturaleza concede poco tiempo de esplendor, y que se ajan pronto, en cuanto les toca la primera pena de la vida o la maternidad.
Juanito Santa Cruz, es presentado en el primer capítulo con generosidad, como hijo único, mimado por sus padres, "muy bien parecido y además muy simpático, (...) vestía con elegancia y tenía tan buena educación, que se le perdonaba fácilmente el hablar demasiado." Galdós, en su genialidad natural, remata el retrato con esta reflexión:

Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir, o sea aprendiendo en los libros y en las aulas. Vivir es relacionarse, gozar y padecer, desear, aborrecer y amar. La lectura es vida artificial y prestada, el usufructo, mediante una función cerebral, de las ideas y sensaciones ajenas, la adquisición de los tesoros de la verdad humana por compra o por estafa, no por el trabajo. No paraban aquí las filosofías de Juanito, y hacía una comparación que no carece de exactitud. Decía que entre estas dos maneras de vivir, observaba él la diferencia que hay entre comerse una chuleta y que le vengan a contar a uno cómo y cuándo se la ha comido otro, haciendo el cuento muy a lo vivo, se entiende, y describiendo la cara que ponía, el gusto que le daba la masticación, la gana con que tragaba y el reposo con que digería.
Maximiliano Rubín, el representante más desgraciado de la familia Rubín, anti-héroe, se presenta en el capítulo I de la Parte Segunda con un párrafo que recupera la picaresca y anticipa el esperpento: "Maximiliano era raquítico, de naturaleza pobre y linfática, absolutamente privado de gracias personales. Como que había nacido de siete meses y luego me le criaron con biberón y con una cabra." Por si no ha quedado claro, al autor, en el capítulo II, añadirá:

La cabeza de Maximiliano anunciaba que tendría calva antes de los treinta años. Su piel era lustrosa, fina, cutis de niño con transparencias de mujer desmedrada y clorótica. Tenía el hueso de la nariz hundido y chafado, como si fuera de sustancia blanda y hubiese recibido un golpe, resultando de esto no sólo fealdad sino obstrucciones de respiración nasal, que eran sin duda la causa de que tuviera siempre la boca abierta. Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana. Y menos mal si aquellos condenados huesos no le molestaran nunca; ¡pero si tenía el pobrecito cada dolor de muelas que le hacía poner el grito más allá del Cielo! Padecía también de corizas y las empalmaba, de modo que resultaba un coriza crónico, con la pituitaria echando fuego y destilando sin cesar. Como ya iba aprendiendo el oficio, se administraba el yoduro de potasio en todas las formas posibles, y andaba siempre con un canuto en la boca aspirando brea, demonios o no sé qué.
Guillermina Pacheco, se presenta como personaje secundario en el capítulo VII de la Parte Primera. El primer dibujo lo hace el escritor y es una concesión a la galería folletinesca: "Guillermina, que fue bonita y aun un poquillo presumida, no tuvo nunca amores, y si los tuvo no se sabe absolutamente nada de ellos. Es un secreto guardado con sepulcral reserva en su corazón." Unas páginas más allá, Galdós deja que sea la propia dama de la caridad quien se presente a sí misma:

La costumbre de pedir me ha ido dando esta bendita cara de vaqueta que tengo ahora. Conmigo no valen desaires ni sé ya lo que son sonrojos. He perdido la vergüenza. Mi piel no sabe ya lo que es ruborizarse, ni mis oídos se escandalizan por una palabra más o menos fina. Ya me pueden llamar perra judía; lo mismo que si me llamaran la perla de Oriente; todo me suena igual... No veo más que mi objeto, y me voy derechita a él sin hacer caso de nada. Esto me da tantos ánimos que me atrevo con todo. Lo mismo le pido al Rey que al último de los obreros. Oigan ustedes este golpe: Un día dije: 'Voy a ver a D. Amadeo'. Pido mi audiencia, llego, entro, me recibe muy serio. Yo imperturbable, le hablé de mi asilo y le dije que esperaba algún auxilio de su real munificencia. '¿Un asilo de ancianos?' -me preguntó. 'No señor, de niños'. -'¿Son muchos?'. Y no dijo más. Me miraba con afabilidad. ¡Qué hombre!, ¡qué bocaza! Mandó que me dieran seis mil guealés... Luego vi a doña María Victoria, ¡qué excelente señora! Hízome sentar a su lado; tratábame como su igual; tuve que darle mil noticias del asilo, explicarle todo... Quería saber lo que comen los pequeños, qué ropa les pongo... En fin, que nos hicimos amigas... Empeñada en que fuera yo allá todos los días... A la semana siguiente me mandó montones de ropa, piezas de tela y suscribió a sus niños por una cantidad mensual.


Mauricia la Dura aparece con todo su tronío en el capítulo VI de la Segunda Parte. El autor sólo necesita un párrafo para esculpirla en piedra literaria:

Mauricia la Dura representaba treinta años o poco más, y su rostro era conocido de todo el que entendiese algo de iconografía histórica, pues era el mismo, exactamente el mismo de Napoleón Bonaparte antes de ser Primer Cónsul. Aquella mujer singularísima, bella y varonil tenía el pelo corto y lo llevaba siempre mal peinado y peor sujeto. Cuando se agitaba mucho trabajando, las melenas se le soltaban, llegándole hasta los hombros, y entonces la semejanza con el precoz caudillo de Italia y Egipto era perfecta. No inspiraba simpatías Mauricia a todos los que la veían; pero el que la viera una vez, no la olvidaba y sentía deseos de volverla a mirar. Porque ejercían indecible fascinación sobre el observador aquellas cejas rectas y prominentes, los ojos grandes y febriles, escondidos como en acecho bajo la concavidad frontal, la pupila inquieta y ávida, mucho hueso en los pómulos, poca carne en las mejillas, la quijada robusta, la nariz romana, la boca acentuada terminando en flexiones enérgicas, y la expresión, en fin, soñadora y melancólica. Pero en cuanto Mauricia hablaba, adiós ilusión. Su voz era bronca, más de hombre que de mujer, y su lenguaje vulgarísimo, revelando una naturaleza desordenada, con alternativas misteriosas de depravación y de afabilidad.

Enlaces

Marea Literaria.
Novela completa en CervantesVirtual.
Carlos Mayoral. Galdós y Pardo Bazán.
Ramiro Pinto "Fortunata y Jacinta".

lunes, 24 de junio de 2019

Tic Tac

                Resultado de imagen de tic tac reloj
Desde hace ya mucho tiempo el reloj ha sido uno de los instrumentos más populares y utilizados. Todos sabemos que el reloj es una herramienta que sirve para medir el tiempo. Nos permite saber la hora actual, los minutos y los segundos.

Los relojes se han utilizado desde la antigüedad. No se sabe a ciencia cierta cuándo apareció el primer reloj en la historia de la humanidad. Lo que sí está claro es la obsesión que el hombre ha tenido siempre por el control del paso del tiempo lo que ha supuesto una constante a lo largo de las distintas etapas de nuestra historia.

El transcurso del día ha fascinado siempre a los humanos y la forma de contabilizarlo también. La idea de que el día consta de 24 horas se estableció en el antiguo Egipto. Gracias a este cálculo, posteriormente se inventaron los relojes. Allá por el año 2000 a.C., los egipcios utilizaban relojes de sol y hay quien afirma que incluso antes de este periodo. En Babilonia ya se utilizaban relojes de agua que permitían medir periodos de tiempo con relativa exactitud. A estos relojes se los denominó clepsidras.

Las clepsidras consistían básicamente en un recipiente lleno de agua que se vaciaba a intervalos regulares gracias a un orificio practicado en su parte inferior.

Durante el siglo V en algunos monasterios, los monjes calculaban las horas de oración con los relojes de fuego. Estos relojes consistían en el seguimiento de la evolución de la llama de unas velas en las que unas marcas regulares median el paso del tiempo. Uno de los relojes de fuego más conocido data de la época de Alfredo el Grande.

Tuvieron que pasar algunos siglos para que la primera modalidad mecánica apareciera en las torres de las iglesias. Se cree que esto no pudo ser anterior al siglo XIII. Estos artilugios, mal llamados relojes, ni siquiera tenían esfera y daban las horas por medio de campanadas que se escuchaban en los alrededores. Estas campanadas permitían a la gente situarse temporalmente a lo largo del día. Todos estos sistemas eran totalmente imperfectos e imprecisos, lo que suponía ponerlos en hora varias veces al día, claro está, con la ayuda de un reloj de sol. En España, la noticia más antigua de la instalación de un reloj de torre data de 1378.

La esfera apareció hacia el siglo XV. Al principio tenía las veinticuatro horas y una sola manecilla. Tendría que pasar mucho tiempo para que apareciera la manecilla de los minutos y bastante más para la de los segundos. En España, por cierto, denominamos también a las manecillas saetas por su parecido con las flechas.

La palabra reloj proviene del griego oorologion, que significa listado de horas. De este vocablo aparecería la palabra italiana orologio o el termino holandés horloge. De orologio surgió reloj en castellano, rellotge en catalán y relógio en portugués.

Me resulta bastante curioso el caso de la palabra inglesa clock, según parece proviene del holandés clocke que significa campana, quizá en referencia a aquellos primeros relojes que hacían sonar las campanas de las torres de las iglesias. El origen de la palabra francesa montre se cree que tal vez provenga de montrer, es decir, mostrar, se deduce que enseñaba o mejor dicho, mostraba la hora.

A medida que hemos ido evolucionando la tecnología nos ha permitido avanzar en la fabricación de nuevos modelos de relojes. Hoy en día contamos con relojes bastante precisos y con diferentes prestaciones.

Para millones de personas, los relojes se han convertido en algo estético y en parte de la forma de vivir cotidiana ¿Quién no tiene un reloj de pulsera? Incluso hay gente que invierte sumas elevadas de dinero en relojes como piezas de joyería.

Actualmente contamos con relojes por todas partes. Los hay de diferentes tipos, tenemos relojes personales que son en su mayoría mecánicos y relojes electrónicos. Ya sean analógicos o digitales, funcionan con una pequeña pila que mediante impulsos eléctricos hace girar las agujas (relojes analógicos) o marca la hora con números (relojes digitales). Tenemos la hora en el móvil, en el ordenador, en el despertador, incluso en los electrodomésticos que ya incorporan la hora en forma de relojes digitales.

La mayor precisión conseguida hasta ahora es la del último reloj atómico desarrollado en USA. Comenzó a funcionar en 1999 y es tan exacto que tan solo tiene un margen de error de un segundo por cada 30 millones de años. Ahí queda eso.

Los relojes se han convertido en algo tan cotidiano que no se nos pasa por la cabeza ni pensamos tanto en cómo aparecieron en los anales de la historia ni tampoco en cómo llegaron a ser lo que hoy conocemos. No solo llevamos un reloj en nuestras muñecas, además de eso llevamos tradición e historia.

P. Sardinero

martes, 18 de junio de 2019

Concurso de fotografía

Categoría A:Enseñanzas iniciales, Español para extranjeros, Secundaria Nivel I y Nivel II

Luisa López



Categoría B:Acceso CFGS, Talleres, Informática e Inglés 


Luis Pinzolas


Fin de curso. La fiesta

Nino Bravo. Un beso y una flor



Dejaré mi tierra por ti Dejaré mis campos y me iré Lejos de aquí Cruzaré llorando el jardín Y con tus recuerdos partiré Lejos de aquí De dia viviré Pensando en tus sonrisas De noche las estrellas me acompañarán Serás como una luz Que alumbre en mi camino Me voy pero te juro que mañana volveré Al partir un beso y una flor Un te quiero, una caricia y un adiós Es ligero equipaje Para tan largo viaje Las penas pesan en el corazón Más allá del mar habrá un lugar Donde el sol cada mañana brille más Forjarán mi destino las piedras del camino Lo que nos es querido siempre queda atrás Buscaré un lugar para ti Donde el cielo se une con el mar Lejos de aquí Con mis manos y con tu amor Lograré encontrar otra ilusión Lejos de aquí De dia viviré Pensando en tu sonrisas De noche las estrellas me acompañarán Serás como una luz Que alumbre en mi camino Me voy pero te juro que mañana volveré Al partir un beso y una flor Un te quiero, una caricia y un adiós Es ligero equipaje Para tan largo viaje Las penas pesan en el corazón Más allá del mar habrá un lugar Donde el sol cada mañana brille más Forjarán mi destino las piedras del camino Lo que nos es querido siempre queda atrás Al partir un beso y una flor Un te quiero, una caricia y un adiós Es ligero equipaje Para tan largo viaje Las penas pesan en el corazón Más allá del mar habrá un lugar Donde el sol cada mañana brille más Forjarán mi destino las piedras del camino Lo que nos es querido siempre queda atrás

Epigrama* Saber sin estudiar. Nicolás Fernández de Moratín



Admirose un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».

Niña Pastori: El portugués


“Dice el árbol” de Manuel Benítez Carrasco.



Yo soy tu amigo y te digo:
Por favor, no me hagas daño;
mas si es necesario, sea,
pero sólo el necesario.
Estoy para darte frutos,
tal vez solamente pájaros,
sombra si la necesitas,
rumor si te gusta el cántico.
Algún día podré ser
la ventana de tu cuarto,
la mesa para tu pan,
la mecedora, tu arado,
la ayuda de tu jornal
o el lecho de tu descanso.
Cuando cantas una nana,
yo, tu cuna, estoy cantando;
a veces crujen mis ramas
para acompañar el canto.
Tal vez, si llegas a viejo
me necesites de báculo.
Puede ser que en los inviernos,
cuando haya nieve en el campo,
mis brazos les den calor
a los tuyos y a tus manos.
Y yo he de ser, aunque es triste
el tener que recordarlo,
el último compañero
que te llevará en sus brazos.
Siendo más fuerte que tú
y en completo desamparo
a los fríos del invierno
y a las llamas del verano,
si me ofendes, no te daño,
al contrario; cuántas veces
-y eso que lo diga el sándalo-,
el cuchillo que me hiere
lo devuelvo perfumado.
¿Que te hacen falta mis frutos?
Yo te los doy de buen grado.
¿Que te hacen falta mis ramas?
Corta, por tanto, mis brazos.
¿Que necesitas mi tronco?
No te apene el derribarlo.
Para tu servicio crezco
y para tu bien me abato.
A cambio, sólo te pido:
Por favor, no me hagas daño;
mas si es necesario, sea,
pero sólo el necesario.
¿Que estorbo en mi sitio? Piensa,
antes de darme el hachazo,
hasta qué punto es verdad
que puede estorbar un árbol.
¿Tienes que cortar dos ramas?
Por favor, no cortes cuatro.
Que si el daño que me haces,
cuando es por tu bien, no es daño,
y no sólo en paz lo acepto
sino con placer lo paso,
el que me haces sin causa
ese sí que me hace daño.
Yo soy tu amigo y te digo:
Por favor, no me hagas daño;
mas si es necesario, sea,
pero sólo el necesario.


Desde Santurce a Bilbao



Desde Santurce a Bilbao
vengo por toda la orilla,
con la falda remangada
luciendo la pantorrilla,
vengo deprisa y corriendo
porqué me oprime el corsé,
voy gritando por las calles:
¡Quien compra!
sardinas frescué.
Mis sardinitas
que ricas son
son de Santurce
las traigo yo.
La del primero me llama
la del segundo también,
la del tercero me dice:
¿a cuanto las vende usted?
Si yo le digo que a cuatro,
ella me dice que a tres,
cojo la cesta y me marcho,

Baile Nepalí



* Epigrama: Composición poética muy breve que expresa un solo pensamiento ingenioso o satírico con gran precisión y agudeza.

lunes, 10 de junio de 2019

El perfume. Tertulia Literaria



(El artículo revela secretos del final de la novela)

“El perfume” de Süskind tiene para mí el mérito, pocas veces repetido, de haberme atrapado hasta acabarlo en una sola sentada. No pude dejar de leer la historia de un hombre que carecía de emociones pero era capaz de percibir el más leve matiz de las que despedían los demás. Emoción y olor: la mente de Patrick Süskind supo crear una universo irrepetible sobre el último para hablar de la primera.

Igual que yo quedé atrapado en la invención de Süskind, los seres humanos nos rendimos al encanto, al embrujo, a la atracción que desprende otro ser humano. Tenemos ídolos y estrellas inalcanzables que resumen los anhelos de todos los demás. ¿Cómo funciona esa extraña tensión que arrastra tantas vidas? La adolescente que adora al cantante, el lector que necesita la voz de su autor, el espectador que vive el mundo imaginario de la ficción como si fuera real, el fan que cotillea las revistas del corazón soñando con vivir aquellas vidas. Tantas cosas resume Süskind en una sola imagen, en un perfume.


El ser humano como un ser anhelante, como una polilla revoloteando eternamente alrededor de una linterna, como un hámster atrapado en una noria sin fin, es la imagen demoledora que nos devuelve sobre nosotros mismos el espejo de Süskind.

Hace treinta años ya de mi primera lectura de “El perfume”. Cuando veo a los famosos someterse a complicadas cirugías cosméticas, pienso que buscan un perfume; cuando veo a hombres que sueñan con poder y dinero imagino el alambique del perfume. Cuando veo a alguien buscando la manera de ser más me pregunto si es Grenouille, que quiere oler mejor.

Grenouille no malogra su talento, llega al lo más alto, consigue la fórmula, el elixir que buscan todos los conquistadores. ¿Por qué no acaba la historia con un final feliz si lo tiene todo? ¿Tiene Süskind miedo de lo que ha hecho su personaje para premiarlo después de narrar la escena del patíbulo? ¿O simplemente descubre de que ese frasco de perfume sublime por el que vive y muere la mitad de la humanidad no es más que un frasco lleno de humo?


Una historia de aromas

El camino de aprendizaje de Grenouille desde el orfanato hasta su regreso a París está narrado con una forma de novelar que se llama “Bildungsroman”.

Aprende que tiene un talento sobrenatural, que puede distinguir con precisión lo que los demás no perciben, que hay un aroma en el mundo que tiene más valor que todas las cosas y que necesita preservar a cualquier precio ese aroma, es el aroma de la belleza absoluta, el aroma de una joven. El alambique de Baldini tiene limitaciones, no puede atrapar el olor de un ser humano, y cuando el protagonista lo descubre cae enfermo. La solución está en Grasse, al sur de Francia.

En el camino a Grasse Grenouille se detiene siete años en una gruta perdida en Aubernia. ¿Por qué no quedarse allí encerrado en su biblioteca ilimitada de recuerdos para disfrutar de sus sentidos como un rey de la creación? De ese descanso lo saca una pesadilla. Sueña con su olor y necesita averiguar algo en lo que nunca a pensado. ¿A qué huele él? Absorto como ha vivido en sus sentidos, ha pasado por alto un hecho fundamental: él también provoca un sentimiento en los demás.

Después de explorar la cueva descubre que no huele a nada. Su estancia con el marqués de la Taillade-Espinase (omitido en la película) sirve para fabricar un olor a sí mismo, para crear una imagen para los demás.

Una vez en Grasse aprende dos cosas. Primero, que puede, por fin, robar el olor de un ser humano, pero también necesita asesinarlo. Segundo, que hay en la ciudad una joven cuyo olor sublime, en dos años, será el olor más perfecto que puede imaginar. Grenouille aprovecha los conocimientos de Baldini, el perfumista, para elaborar otros olores secundarios con los que componer un conjunto. Asesina a veinticuatro muchachas, y sólo necesita una más, Laure, la hija de Richis.

Cuando Grenouille obtiene el perfume soñado robándolo a veinticinco doncellas es apresado y llevado al patíbulo. ¿Qué tendrá más peso en las conciencias del padre de Laura y de los jueces, el sentido de la justicia, o el éxtasis que despierta el aroma más bello del mundo?


La literalidad

Madame Gaillard regenta el orfanato donde se cría Grenouille y nos ofrece una la clave del libro: cuando Süskind habla de olores, habla, en realidad, de sentimientos:

«De niña había recibido de su padre un golpe en la frente con el atizador, justo encima del arranque de la nariz, y desde entonces carecía del sentido del olfato y de toda sensación de frío y calor humano, así como de cualquier pasión. Tras aquel único golpe, la ternura le fue tan ajena como la aversión, y la alegría tan extraña como la desesperanza. No sintió nada cuando más tarde cohabitó con un hombre y tampoco cuando parió a sus hijos. No lloró a los que se le murieron ni se alegró de los que le quedaron. Cuando su marido le pegaba, no se estremecía, y no experimentó ningún alivio cuando él murió del cólera en el Hôtel-Dieu.»

El mundo de aromas y perfumes del libro no es, en realidad, un mundo de aromas y perfumes. El gran poder de Grenouille no es el de dominar los olores, sino el de dominar los corazones de todos sus semejantes. Por eso se siente, y por eso es, omnipotente. Por eso puede someter a sus verdugos el día de su ejecución.

Cualquier lector puede leer una fábula de Esopo sin caer en la trampa de la literalidad, nadie piensa que los animales hablan. Entendemos perfectamente las metáforas y sabemos que tratan de temas humanos, de temas universales. Sin embargo, muchos lectores de “El perfume” se empeñan en leer una historia “de olores”, una historia de un hombre concreto. Hacerlo así es lícito, pero tanto como lo es buscar en Esopo un interés zoológico.

Grenouille, en una lectura literal, es una persona incapaz de establecer contacto humano, obsesionada con su capacidad de oler. En un sentido figurado, Grenouille es cada uno de nosotros, y nuestro afán por elaborar la impresión que damos a los demás. Grenouille es un ser universal en su afán por desentrañar la belleza, aquello que nos rapta, y también, en su afán por conservarla, y por poseerla.

Grenouille es un asesino, pero esencialmente es un ladrón. Es la persona que puede de robar aquello que más nos atrae de los demás, su encanto, su magnetismo, su belleza, o, en un sentido literal, su aroma. En la tertulia se habló de que él deseaba a las jóvenes. Yo lo dudo sinceramente; pasa dos años sin acercarse a la casa de Laure esperando a robar su aroma con un solo golpe en la cabeza. Las debilidades de Grenouille son su codicia y su envidia, y consigue saciar ambas a manos llenas.

La moralidad

“El perfume” es la historia de un asesino y un monstruo narrada con una consecuencia insólita, no sólo se sale con la suya, sino que es juzgado y somete a todos sus jueces al embrujo de su perfume. Süskind arriesgó mucho en un salto mortal como este: abofeteó la ética de todos sus lectores, degradó la moralidad frente al mundo de los sentidos, y por último, coronó al asesino con un triunfo aplastante. Grenouille se va de Grasse en loor de multitudes y sintiéndose amado por el padre de Laure, su última víctima. Süskind se jugó el éxito de su libro a una provocación proverbial y ganó. A día de hoy ha vendido casi ciento cincuenta millones de ejemplares.

Tan peligroso es leer esta novela en un sentido literal como lo es hacerlo en un sentido moral. Cuando nos identificamos con un personaje en una lectura y vivimos sus aventuras o cuando lo juzgamos por lo que hace, lo convertimos en un hombre concreto, en alguien como nosotros, con nuestras heridas, y con nuestras obligaciones. ¿Acaso Grenouille está por encima del bien y del mal? En mi opinión, sí, tanto como lo está el lobo cuando se come a la abuelita del cuento. Lo que Süskind o bien Perrault podría decirle a un lector es: no te fijes ahora en eso.

La verdadera historia que quieren contarnos es otra.

José Contreras

sábado, 8 de junio de 2019

A mi profesora Maria Jose.

    Era el año 2004  cuando me jubilé.  decidí pasarme por el Cepa Páblo Guzmán mi ilusión era aprender , apuntarme a estudiar lo que fuera. Me informaron de las posibilidades que habia y no lo  dudé ni un minuto me inscribí en   Historia del Arte, y ahí estabas tu María José impartiendo sus clases, a mi se me abrió un horizonte maravilloso tenía la posibilidad de aprender el arte románico, gótico, mudéjar etc. todas las explicaciones a mi me parecían extraordinarias. Tengo que confesar que a partir de este momento  cada vez que he entrado en una Catedral o una Iglesia simplemente, he dejado de mirar las imagenes no me interesan para nada, toda mi atención se dirige a como está construida, de cuantas naves consta ,si es planta de cruz latina o basilical, me fijo  en la cúpula, en la bóveda de medio punto, en los arcos, en los capiteles, en la portada, en las arquivoltas en los campanarios que tienen espadaña, en fin en todo lo que tú me has enseñado.

    Después vino la pintura y me enseñaste a ver un cuadro con otra mirada más aperturista de la que tenía hasta entonces, yo solo veía a Velazquez. Murillo, El Greco, Goya, etc. pero también estabán las otras tendencias artisticas del sigloXX , el realismo, el impresionismo, el surrealismo, el cubismo etc.

    Todas estas tendencias confieso que me costaron bastante entenderlas, pero con tus explicaciones lo conseguistes.

    Todo este largo preambulo, es para decirte que te estoy muy agradecida por todo lo que me has enseñado y que este pequeño homenaje en forma de pequeña  tesela se una  al mosaico de agradecimiento que te han hecho todas tus alumnas.


    Gracias muchas gracias de todo corazón.
                                                                      Conchi Castellanos.