Luego, claro, te hastiaste de tú marido. Te habías casado con un viejo treinta años mayor que tú. Más que tu marido era tu padre. Y llegaste a decir:“Prefiero dormir con mi perro”. Y ahora querías un hijo mío. ¿Qué padre podía ser yo para tu hijo? Además tú no habías nacido para crear una familia. Tu experiencia familiar, tu relación con la familia estaba podrida desde el comienzo. Tu madre nunca te quiso. Cuando naciste se negó a cogerte en sus brazos. Y cuando años mas tarde te pidió dinero, tú se lo negaste y le escribiste diciendo: “Es verano y hace buen tiempo. Vete al rio y toma aire fresco, Y, si como dices , todavía necesitas dinero, lo mejor que puedes hacer es saltar al agua y ahogarte”. Y no le mandaste dinero. Te has pasado la vida tratando de cubrir la falta de amor en tu familia. ¿Qué clase de madre ibas a ser tú? Así que lo mejor fue dejar las cosas como estaban. Sin compromisos.
-La puñalada más dolorosa me la diste cuando lo de Jackie Kennedy. ¿Pero qué viste en ella, ciego insensato, mal hombre sin corazón? Yo lo sé. Lo que tú buscabas era algo que tú y yo no teníamos. Los dos procedíamos de la pobreza. Yo hasta había cantado para los soldados desde una ventana de nuestra humilde casa en Grecia, para que nos dieran un poco de comida, porque pasábamos hambre. Y tú, antes de ser lo que ahora eres, pasaste por mil oficios de lo más bajo. Ahora te veías con la posibilidad de entrar por la puerta grande en ese otro mundo del glamour. Ese es lo que buscabas con esa mujer. Yo no te podía dar ese capricho, porque yo, querido mío, aunque el mundo me aclame seguiré siendo una obrera, una obrera del arte, al que le ha llegado a sangrar la garganta cantando para mantener el oficio.
-María, ni imaginas lo que he sufrido estos años, amor de mis amores, mi único amor verdadero. Ignoras hasta donde llegó mi desengaño con esa mujer. Estábamos en 1968. Contigo había vivido 10 años de amor y de pasión, desde al 59 hasta el 68. Con ella, ¡ qué desengaño! Sólo buscaba mi dinero. Ella me daba su glamour y yo le daba mi dinero. Vaya matrimonio de puta mierda. No te creas que ella una mujer rica. Qué va, vivía bien, pero muy lejos de los lujos a los que ella suspiraba. Sólo me ofrecía entrar en otros círculos de amistades. Me divorcié de mi mujer y me casé con ella. Me obligó a firmar un contrato por el que yo le daría un tercio de todos mis bienes en caso de divorcio, y la declaraba heredera de ese tercio también en caso de que yo muriera. Ese fue el maldito trato. Cuando lo consiguió se dedicó a gastar mi dinero a manos llenas en lujos estúpidos. El supuesto amor se terminó entre nosotros enseguida. Llevamos viviendo separados casi desde el principio. Ella a sus cosas y yo a las mías, como dos desconocidos.” Buenos días, cariño”, “buenas noches, cariño”, y cada uno a su habitación a saborear nuestra frustración, al menos yo. María, mi vida está sangrando por esta herida. Acudo a ti como última tabla de salvación para mi naufragio. María de mi alma, siento que me muero. Si me tendieras una mano… ¿Cuándo me has visto tan humillado, tan hundido? Si quisieras…
-Es tarde, querido. Para nosotros el amor ha sido, es y será el cruel cuchillo que nos atraviesa el corazón. Te quiero y moriré queriéndote, pero adiós. Lo nuestro sólo seguirá encendido aquí, dentro de nosotros y nada más, amor de mi vida. Y nunca, nunca volveré a abrirte mi puerta. Se dio media vuelta y su silueta desapareció de la ventana. El hombre de allá abajo se levantó del banco y lentamente desapareció en la bruma parisina. No, no era la ciudad de la luz.
Aristóteles Onassis murió en 1975, dos años después de este intento de reconciliación. Tenía 69 años. Un ataque al corazón. Su viuda Jakie, por supuesto, pleiteó con los herederos hasta conseguir un tercio de la fortuna del magnate .
María Callas murió un poco después en 1977 en su apartamento de Geoges-Mandel. “Paro cardíaco”, dijeron los informes oficiales. “Se dejó morir de tristeza” dijeron los que la conocían bien. La sombra de las pastillas, la sombra del suicidio. A un amigo le comento antes de morir: “¿ Sabes por qué, entre las muchas ópera que he interpretado, el papel de Norma es el que más me ha gustado siempre? Ella elige morir antes que dañar al hombre que ama”. Tenía 53 años.
E.V. Calleja
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