jueves, 7 de marzo de 2019

El jardín de los cerezos


El martes 5 de marzo un nutrido grupo de alumnos del CEPA Pablo Guzmán asistió, acompañado por varios profesores y amigos, a la representación de El jardín de los cerezos (Anton Chéjov, 1860-1904) en el Teatro Valle-Inclán del barrio de Lavapiés. Ernesto Caballero ha versionado y dirigido en esta ocasión la obra, con un reparto en el que destacaba la conocida actriz Carmen Machi en el papel de Lyubov Andreyevna, así como los actores Secun de la Rosa, Tamar Novas o Nelson Dante.

El jardín de los cerezos (1904) pretende, como otras obras de Chéjov, mostrar la realidad de su país, el profundo cambio social que vivía Rusia, la decadencia de las clases aristocráticas y de una particular forma de vida. En sus dramas presentó la degradación cultural y económica de los terratenientes y la evolución de una nueva clase social, la llamada intelliguentsia o clase media burguesa.

La acción transcurre en la hacienda de Lyubov Andreyevna (Carmen Machi), una amplia propiedad rural que tiene un huerto de cerezos. La propietaria vuelve a su casa después de una larga estancia en París. Su situación económica es desastrosa, las deudas harán que pierda la propiedad. Lopahim (Nelson Dante), el hijo de unos siervos, se ha convertido en un adinerado comerciante y aconseja a la familia que transformen el huerto de los cerezos en pequeñas parcelas que podrán comprar familias para construir su casa de campo. Andreyevna y su hermano Leonid Gayev (Secun de la Rosa) dejan pasar los días sin tomar una decisión, apegados a sus recuerdos y a su ociosa forma de vida. Finalmente Lopahim compra la propiedad, los antiguos propietarios deben abandonarla y lo primero que hace es talar los cerezos.

Los ensayos de la obra a finales de 1903 fueron complicados, pues los actores no terminaban de entenderla. Konstantín Stanislavski, director del Teatro del Arte de Moscú, recordaba: El espectáculo transcurría con dificultad, y no es extraño porque la obra es muy difícil. Su encanto está en un imperceptible, oculto y profundo aroma. Para poder percibirlo hay que hacer como si se abriese el botón de una flor y se la obligase a desplegar los pétalos. Pero debe hacerlo por sí misma, sin presión, pues de lo contrario se romperá la delicada flor y perecerá. Chéjov asistía a muchos ensayos, a pesar de que su tuberculosis se agravaba. Se sentaba en una fila del fondo, no en la mesa del director, y no ponía pegas a los cambios que Stanislavski introducía en el texto. Cuando le preguntaban decía: yo ya lo he escrito todo, soy médico, no director.

Después del estreno en Moscú, la función tuvo una larga vida. La compañía del Teatro del Arte la representó por toda Europa e incluso por América. A medida que maduraba, la obra aumentaba su calidad, según el propio director reconocía. En 1925 se estrenó traducida al inglés en Londres. En España la obra se conoció primero en ruso, en 1932, cuando el Teatro del Arte de Moscú la estrenó en el Teatro Español de Madrid. El jardín de los cerezos pudo verse en castellano por primera vez en España en 1960, estrenada en el Teatro María Guerrero, con traducción  de Víctor Imbert y Josefina Sánchez Pedreño. La dirección fue de José Luis Alonso y el reparto estuvo compuesto por Josefina Díaz, María Dolores Pradera, José Bódalo, Berta Riaza, Alicia Hermida, Lola Gálvez, Ricardo Alpuente, Antonio Ferrandis, José María de Prada y Manuel Tejada, con decorados de Víctor María Cortezo.

                       (Cuadernos Pedagógicos del Centro Dramático Nacional, nº 116)

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