La persona responsable de todo esto fue Antonio López López, un comillano de familia noble pero sin recursos, que al quedarse huérfano de padre siendo un niño fue a vivir a Andalucía con unos familiares. A los 14 años partió de Santander en un barco con dirección a Cuba y fue a la aventura en busca de un futuro. Allí trabajó en todo lo que pudo hasta que un día consiguió montar un negocio (una pequeña tienda). Mas tarde se asoció con empresarios catalanes y así conoció a la hija de uno de ellos, Luisa Bru, con la que posteriormente se casaría. Sus negocios y su matrimonio le convirtieron en uno de los hombres más influyentes del siglo XIX. Fundó mas de 200 empresas como el Banco Hispano Colonial, la Compañía general de Tabacos de Filipinas o la Compañía Trasatlántica entre otras. Fruto de dichos negocios y de su importancia como empresario consiguió entrar en el círculo más intimo de amistades del rey, que le nombró I Marqués de Comillas. Años después y a consecuencia de una epidemia de cólera que se extendió por Cuba decidió volver a España e instalarse en Barcelona, desde donde viaja con frecuencia a su pueblo natal y es en uno de estos viajes en el que invita a Alfonso XII. A ésta visita le sucederían otras los veranos siguientes, alguna acompañado de su madre la reina Isabel II. Posteriormente fue su hijo Alfonso XIII el que, a pesar de tener su residencia de vacaciones en el Palacio de la Magdalena en Santander, no dejó de visitar Comillas todos los veranos, por lo que se hizo muy popular entre la aristocracia como lugar de veraneo.
Antonio López trajo de Barcelona a los mejores arquitectos del momento que convirtieron a Comillas en un símbolo del modernismo. Se empezaron a construir importantes edificios como el Palacio de Sobrellano, la capilla-panteón o el Seminario, que el papa León XIII le otorgaría el nombre de Universidad Pontificia y es por ello que también se le conoce como "la villa de los arzobispos" por haber salido de ahí grandes jerarquías de la iglesia. A la muerte del marqués fue su hijo Claudio López Bru el que heredó la fortuna y el título y continuó con los proyectos que inició su padre y le añadió además muchas obras benéficas. Esto último quizá fue para resarcirse un poco de la manera un la que su progenitor adquirió la fortuna (traficando con esclavos). En una de sus colinas está el antiguo cementerio, construido sobre las ruinas de una iglesia gótica, cuya fachada ha sido declarada Bien de Interés Cultural y con una enorme estatua de mármol del Ángel Guardián en uno de sus muros que se divisa desde cualquier punto del pueblo.
Un comillano que también hizo fortuna en América fue Máximo Díaz de Quijano, que mandó construir una casa de veraneo aunque murió antes de poder disfrutarla. No es otra que la "Casa Quijano" conocida popularmente como "el Capricho de Gaudí", un nombre muy apropiado pues es una preciosidad, un verdadero capricho. Después de pasar por varias manos (llegó a ser un restaurante) en la actualidad funciona como museo.
Otro dato curioso que reseñar es que tuvo uno de los puertos balleneros más importantes de España y el último en dejar de funcionar en la península ya que estos animales estaban presente en sus costas de septiembre a marzo. De hecho la fama de los balleneros de la zona era tal que durante años se les siguió reclamando desde Canarias y lugares más alejados.
Todo Comillas y su entorno es de ensueño. Desde las colinas que lo rodean se puede divisar todo el pueblo con sus verdes prados, el mar, la playa, los Picos de Europa... un lugar para contemplar y relajarse.
Esto es un pequeño resumen de la interesante y larga historia del pueblo que me vió nacer un día también memorable (no precisamente por mi nacimiento) porque, según me han contado, hubo un terrible ciclón en el que volaban los tejados y los árboles eran arrancados de raíz y también la ciudad de Santander quedó arrasada por un terrible incendio. De esos verdes valles norteños me trasladé a vivir con mis padres y hermanos siendo todavía muy pequeñita a las llanuras pardas de Castilla, paisajes muy diferentes pero también con su encanto, y en éste mi pueblo de adopción se les quedó grabado el día de mi nacimiento y algunos cariñosamente me llamaban "la revoltosa" "la del ciclón". Pasaron los años y siendo ya una adolecente volví a visitar el pueblo y la casa de los miradores de madera frente al mar donde nací.
P. Santoyo
Enero 2018
Interesante artículo para todos y en especial para los que conocemos y admiramos esa tierra.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pilar¡ Nos has metido el gusanillo en el cuerpo y estamos deseando leer el siguiente.
Como siempre Pilar es una maravilla leerte. Bonita tierra la tuya.
ResponderEliminar