miércoles, 15 de noviembre de 2017

La vuelta al mundo en 80 días

La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne

Un impasible y generoso caballero londinense llamado Phileas Fogg acostumbrado a leer el periódico y jugar al whist con sus compañeros del reform club discuten sobre la posibilidad de dar la vuelta al mundo en ochenta días. Fogg acompañado de su criado francés, Picaporte (el cual siempre sale de apuros) deciden llevar a cabo el itinerario que se han marcado para llevar a cabo dicha apuesta. A pesar de las contrariedades y la polémica que se crea alrededor sobre la propuesta, Fogg no cejará en su empeño en conseguirlo (De esto también se hacen eco los periódicos).

Al inicio de emprender el viaje cuando llegan a el Cairo el tiempo les era muy favorable pero aparece el primer incidente y es que se encuentran con el agente Fix el cual por un pequeño error persigue a Phileas Fogg durante todo el viaje con el infortunio de que la orden de detención no llegue a tiempo, pues Fix cree que Fogg ha robado ni más ni menos que cincuenta mil libras al Banco de Inglaterra. De este modo llegan a Bombay y en tren hasta Calcuta pero la vía del tren estaba cerrada. Ante tal imprevisto Fogg compra un elefante junto con un guía Parsi y rescatan a una joven llamada Aouda de un ritual sagrado llamado sutty por el cual la mujer es sacrificada al enviudar de su marido. Fogg se lleva la mujer a bordo y Aouda sigue el trayecto con él y embarcan en un buque. En Hong Kong el agente Fix emborracha a Picaporte, pues, el muy cretino no desea que el criado embarque con Phileas Fogg. Cuando se entera Picaporte que es un farsante, se lía a mamporrazos con él. Al no lograr Picaporte ir con su fiel compañero se mete en una banda de Titiriteros y se une a ellos y más tarde a vuelo de pájaro divisa a su amo. Luego, de San Francisco a California tomaron un tren para llegar a Nueva York. En ese instante se produce un duelo a pistola con un tal Coronel Proctor y se ven atacados por los indios sioux pero con la destreza de Picaporte se consigue parar  el tren donde los salvajes pretender matarlos.

Tras el tumulto, los soldados del fuerte acuden al rescate. Fogg llega a un acuerdo con el capitán del fuerte y derrochando parte de su fortuna va en busca de su amigo, mientras Fix permanece al lado de la bella Aouda. Cuando llega de vuelta, Fogg con Picaporte surge el contratiempo de días. Para ello Fogg pensó ir en trineo. A la mañana siguiente llegaron a Chicago y tomaron otro tren hasta Nueva Jeersey. Creaía Fogg ya verse derrotado cuando divisó un buque mercante llamado Herrieta al cual se dirigió. Después de una bochornosa discusión con el capitán que iba a bordo, Fogg consigue contratar el buque a cambio de una suculenta cantidad de dinero. Tras pasar un tiempo, es el propio Fogg el que toma las riendas del timón y deja encerrado al capitán del barco. Todo marchaba bien cuando el clima empezó a empeorar. Tuvieron que tomar el vapor, pues la velocidad del Henrietta iba disminuyendo considerablemente. La máquina funcionaba pero escaseaba el carbón. Fogg mandó soltar  al capitán del barco y comprarselo, y de ese modo dejarlo hecho trizas. De madrugada llegaron al puerto de Queenstown y tomaron el tren hacia Dublín para embarcar en un vapor. Más tarde Fogg desembarca en Liverpool y Fix intenta arrestar a Fogg cuando en ese momento encuentran al verdadero ladrón del banco de Londres.

A pesar de los avatares de sus suerte, Fogg cree que ha perdido su apuesta, pero la fortuna le sonríe, pues por un error de cálculo habían llegado un día antes. Habían dado la vuelta al mundo en dirección al sol, o sea, de Occidente a Oriente. Finalmente Phileas Fogg vuelve a tener valor y se casa con la bella Aouda. Por menos que esto ¿no se daría la vuelta al mundo en ochenta días?

Opinión
He querido omitir el tiempo que pasan los protagonistas de la novela, pues son muchos los detalles a tener en cuenta. En cuanto al estilo de la narración, Julio Verne introduce muchos vocablos pertenecientes a los medios de transporte (Roda, verja, obenques, vela cangreja, etc.). También es destacable dónde se desarrollan los acontecimientos (los paisajes). Por último, para hacernos más fácil y asequible la lectura haré un resumen sobre la trayectoria de los diferentes medios de transporte que quedan expuestos en el relato.









martes, 14 de noviembre de 2017

El peregrino II

Juan se pone en camino. Transcribo su diario letra a letra.

Septiembre creo que será una buena fecha para comenzar mi peregrinación a Santiago de Compostela. La temperatura es buena y habrá muchos compañeros peregrinos que, en caso de problemas, me echarán una mano. Así que dicho y hecho. Me voy en septiembre. Ahora hay que comunicarle a Rosa que me voy y que me voy ya.

Rosa estaba preparando la comida. Me acerqué a ella, me rasqué un poco la barbilla y como quien dice “qué buen tiempo hace”, en tono totalmente neutro salieron de mi boca las palabras que no sabía cómo pronunciar: “Mañana salgo para el Camino de Santiago”

—¿Pero cómo que mañana? —dijo Rosa—. Si se te ha metido en la cabeza que te vas a esa aventura o lo que sea, está bien. Pero no me digas que te vas mañana. ¿Cuándo te preparo las cosas? Necesitarás Ropa, comida, maletas, mochilas y qué sé yo cuantas cosas. ¿Cómo te lo voy a preparar todo en un día?

—Mira Rosa —dije yo—. Yo no necesito grandes preparativos para este viaje Pero, si eso te hace feliz, hazme el equipaje y ponme lo que creas que debo llevar. Ahora bien, ten en cuenta que voy a una peregrinación, no a una boda o a un mes de fiestas o a unas vacaciones.

Rosa oyó lo que quiso y, como siempre, hizo lo que le vino en gana. Así que se pasó la tarde sacando maletas y despojando armarios para mi peregrinación. Aquello era una sinfonía de calzoncillos, camisetas, pantalones, abrigos y cuantas cosas se le pasaban por la imaginación que serían necesarias para la lluvia, para el sol, para la niebla, para el frío, para el calor. También para los lobos, para las serpientes y para cuanto el buen Dios me echara por el camino para amargarme un poco la peregrinación. Porque Rosa pensaba que se peregrinaba para purgar pecados, y Dios no concede el perdón así como así. Según ella hay que ganárselo, y claro, se gana el perdón con sacrificio y mortificación. Y seguro que Dios me tendría preparadas unas cuantas zancadillas fastidiosas para amenizarme el camino a la vez que purificaba mi alma.

Sea como fuere, la montaña de ropa y enseres heterogéneos que me preparó Rosa no cabían ni en las dos maletas y la mochila que pensaba anexionar a mi persona. Cuando lo vi todo juntito allí en el hall de entrada casi me da un patatús.

—¿Qué hago yo ahora? —me pregunté—. Decidí que no iba a decirle nada. Por la noche me levanté sigilosamente y metí en la mochila lo que pensaba llevarme, que era sencillamente la documentación, unas mudas y un chubasquero, justo lo que cabía en una mochila.

Por la mañana Rosa estaba jubilosa y satisfecha junto al equipaje, dispuesta a hacerme cargar con todo aquel disparate. Sin duda aquello, en el fondo era su venganza tramada en el subconsciente por no dejarla acompañarme en mi peregrinación. Yo, sin más, le dí un beso de adiós, me puse a la espalda la mochila y le dije:

—Este es mi equipaje. Adiós, cariño —Ella abrió la boca y empezó a… y salí de casa.

Me fui a la estación. En el tren hasta Pamplona y allí cogería un autobús que funcionaba solo en los meses de buen tiempo y que me llevaría hasta el comienzo de mi Camino de Santiago en Saint Jean Pied de Port, en el Pirineo Francés.

E.V. Calleja

lunes, 13 de noviembre de 2017

Mindfulness

Es fácil que usted haya oído hablar del mindfulness. Viene en la estela de esas prácticas orientales como el zen, o el yoga y la meditación, y no está alejado de ellas.

Básicamente, el mindfulness elimina toda la retórica y la preparación que hacía de las primeras una materia difícil y restringida a unos pocos, y la sitúa en un plano asequible a cualquier persona sin preparación.

Mindfulnes significa vivir el presente, el aquí, el ahora. Porque somos, en cierto modo, esclavos de nuestras mentes. Vivimos atrapados en una red de recuerdos, de tensiones por cosas que tenemos que hacer, y sobre todo, somos esclavos de emociones que se apoderan de nosotros sin que podamos responder a ellas desde nosotros mismos.

El mindfulness se practica en un lugar tranquilo para poder entrar en contacto con nuestras sensaciones. Suele transmitirse con una voz, grabada o no, que nos pide que nos relajemos y que tomemos conciencia de nuestra respiración y de cada una de las partes de nuestro cuerpo que solemos tener olvidadas en el trajín de nuestras vidas diarias.

La parte más difícil del mindfulness es detener nuestra mente. Recuerdos, planes, sentimientos que nos dominan. Luchar contra ellos es una batalla perdida. Por eso el mindfulness nos pide que seamos amables con los intrusos, que los tratemos como un cachorro, dominándolo sin tensiones, sin ira, sin conflicto.

La práctica del mindfulness requiere poco tiempo de nuestra parte, tres minutos son suficientes para una pequeña parada, quince componen un descanso ideal para llenarnos de equilibrio y dominio una jornada completa.

No se trata, como ocurre con los libros de autoayuda, de llenar la cabeza con más y más instrucciones. No se trata de un breviario, de los que leemos cada día en nuestras redes sociales, con instrucciones resumidas para conseguir el éxito, la sabiduría, o alguna de esas gemas rutilantes que perseguimos en nuestra vida diaria sin saber a donde vamos. Se trata, más bien de lo contrario, de quitarnos lastre de la cabeza.

El mindfulness es una parada, un descanso, un dejar de buscar, de lamentarse y de sentirse arrastrado por las fuerzas incesantes de nuestras vidas. Por eso si alguien ve un rótulo, una conferencia o un audio de mindfulness le recomiendo que no pase de largo, que le de un poco de tiempo, no mucho, y luego siga adelante con sus preocupaciones.

José Contreras


Mindfulness. 7 beneficios

1 Muestra curiosidad por las cosas del día y las disfruta.

2 Perdona los errores de los otros, sean pequeños o grandes.

3 Muestra gratitud por los buenos momentos y aprende de los malos.

4 Practica la compasión y fomenta las relaciones.

5 Hace las paces con su imperfección y con la de los demás.

6 Acepta la vulnerabilidad confiando en los otros.

7 Acepta y aprecia que las cosas vienen y van.

El Jazz



Durante el mes de noviembre, como todos los años, se está celebrando en Madrid el Festival Internacional de Jazz. Por este motivo, hay todos los días grandes conciertos en el Centro Cultural de la Villa y en el Centro Conde Duque, así como proyecciones de películas y conferencias relacionadas con el tema. También, en los centros culturales de nuestro distrito podemos disfrutar del jazz todos los viernes.

Hasta hace pocos años no había puesto mucho interés por este tipo de música, pero ahora soy una humilde aficionada, que sin ser una gran entendida en la materia la escucho con gran placer. Pero, "¿te gusta eso?", me dicen algunas personas de mi generación; pues sí, me gusta y siempre que tengo ocasión me escapo a algún concierto.

El jazz tiene sus orígenes en Nueva Orleans a finales del siglo XIX. Al igual que el blues, proviene de los clases sociales más bajas de Norteamérica, entre los esclavos afroamericanos que empezaron a hacer música durante su trabajo en los campos de algodón partiendo de los sonidos que conocían de su África natal. Estas melodías fueron el origen de las primeras canciones de blues (como desahogo de su dura vida) que, con el paso de los años, fue evolucionando hacia música mas espiritual (Gospel) o hacia un género nuevo llamado jazz. Tuvo su época dorada en los clubs de Nueva York y Chicago en los años 20 y 30 con intérpretes como Louis Armstrong. A mediados del siglo XX llegó a España y se hizo muy popular en círculos intelectuales. Experimentó una decadencia en los años 60, pero llegó a resurgir con gran fuerza llevándolo a otros géneros de la música como el flamenco o el pop, aunque algunas personas opinan que este tipo de experiencias no se pueden encuadrar dentro del jazz auténtico. A mí me entusiasma escuchar el piano de Bebo Valdés acompañando la voz de Diego El Cigala y, aunque no me gusta mucho el flamenco, aquí hacen un "maridaje" casi perfecto.



La música es una buena amiga para cualquier momento y pocas veces defrauda.

Pilar Santoyo Lora
Noviembre 2017

miércoles, 8 de noviembre de 2017

"Los Restos del día" de Ishiguro en la Tertulia Literaria

La tertulia será el 5 de diciembre a las 19h.


Sinopsis:

Mister John Farraday se dispone a viajar a su país, los Estados Unidos, y le sugiere a su mayordomo, Stevens, que, durante su ausencia, podría coger su Ford y pasar unos días fuera, en lugar de quedarse encerrado en la mansión de Darlington Hall, que mister Farraday adquirió tras la muerte de lord Darlington, anterior patrón de Stevens.

Ahora, tras la transacción, la servidumbre la componen cuatro personas, muy pocas para tanto trabajo. Ante la posibilidad de contratar a una persona más, Stevens decide hacer el viaje y visitar a miss Kenton, a la cual cree, debido a una carta, deseosa de volver a la mansión, en la cual trabajó como ama de llaves antes de casarse, y que ahora vive separada.

Emprende, pues, el viaje, admirando el paisaje inglés, al tiempo que expone consideraciones sobre su profesión, recuerda a su padre, también mayordomo, y rememora el tiempo en que miss Kenton trabajaba en Darlington Hall. Por aquel entonces, se celebró en esta mansión una reunión extraoficial de personalidades influyentes con el fin de intentar que se mitigasen algunos aspectos del Tratado de Versalles, que, tras la Gran Guerra, oprimía en exceso a la derrotada Alemania, según la opinión de lord Darlington. Durante esta reunión, fue cuando murió el padre de Stevens, que debido a su avanzada edad, trabajaba en la mansión como ayudante de su hijo.

Tras varias jornadas de viaje y varias peripecias, Stevens llega finalmente a la ciudad donde vive miss Kenton, ahora mistress Benn. Allí se reúne con ella y tras un par de horas de conversación se entera que ha vuelto junto a su marido, y se da cuenta de que en realidad ella no tenía intención de volver a trabajar como ama de llaves en la mansión de Darlington Hall, que esto había sido solamente una deducción errónea por su parte. También descubre que se casó con mister Benn más para fastidiarle a él que por verdadero amor, pues ella había estado secretamente enamorada de él. Pero con el paso del tiempo sí ha llegado a amar a su marido, y ahora la hija de ambos está a punto de ser madre. Con la despedida, termina el viaje de ida de Stevens.

Las muchas virtudes de los restos del día. 

Por Daniel Krauze. 05 de octubre de 2017
Los restos del día es una milagrosa contradicción: una novela hilarante aunque el mayordomo Stevens, nuestro narrador, es incapaz de entender un chiste; un relato profundamente conmovedor a pesar de que Stevens no puede admitir un solo sentimiento; una gran historia de la Segunda Guerra Mundial en la cual el narrador está educado para no registrar lo que ocurre a su alrededor y, por último, un romance entre dos personas que no se tocan ni el meñique. Todo esto contado por una voz en primera persona que en cada página, palabra y diálogo suena, piensa y se comporta como un mayordomo inglés de la primera mitad del siglo XX: un acto que para un escritor supone sostener un malabar por más de doscientas páginas.

La peculiaridad de Stevens como narrador es que en ningún momento da opinión alguna sobre su enamoramiento o sobre el derrumbe moral de Darlington. Como buen mayordomo inglés de aquel entonces, está incapacitado para la reflexión. No puede siquiera titubear cuando recibe una orden, ni poner en tela de juicio el carácter o las motivaciones de quien la emite. Ishiguro parece escribir con camisa de fuerza. La maravilla de este libro es que logra transmitirnos todo ese universo a pesar de las restricciones que el autor mismo se impone. El lector está siempre adelante del narrador: sabemos qué piensa y qué siente aun cuando él no puede saberlo ni verse a sí mismo con honestidad.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Jean Valjean



Ideología. En medio de la Francia revolucionaria de los disturbios de 1832, la derrota de Waterloo y el enfrentamiento entre los monárquicos y los republicanos representados en Marius y su abuelo, Valjean no representa el azote a ninguna forma de pensar, ni a los conservadores ni a los revolucionarios. Lejos de enfrentarse a un sistema que lo secuestra durante dieciocho años de cárcel por robar una barra de pan, lejos de estallar al verse víctima de la persecución obsesiva de un policía con exceso de celo (Javert, que parece miope a mafias, saqueos y villanos como Thenardier, y provisto de visión microscópica para cada pequeña falta del protagonista), Valjean asume como propias las culpas que le atribuyen y se presenta ante su yerno, Marius, como un ex-convicto, como un delincuente. Literariamente, Víctor Hugo quiere que el lector arrope con su amor a la víctima indefensa y bondadosa de Valjean aunque no se defienda a sí misma, pero en un plano ideológico, consigue que la punzante denuncia del sistema quede diluida en un mar de lágrimas.

En todo novelista suele haber un toque burgués de gusto por el pequeño detalle y la vida cotidiana, un afán de atrapar el presente que no encontramos en Hugo. Aunque puede adentrarse en la administración de Marius y su pequeño salario, o en la vida del obispo o la de Valjean en en convento, Hugo procede por acumulación. Recoge todas las opiniones y todos los nombres de las discusiones de la época como un anticuario. Hace todos los paralelismos posibles con la antigüedad clásica y con la mitología. Es difícil decir cómo era leído por sus coetáneos, para el lector del siglo xxi sólo puede ser anonadador.

El descenso a los infiernos. Hugo inventa infiernos impensables para las criaturas que más ama. A Jean Valjean 18 años de prisión por una barra de pan. A Fantine, la pobreza, la degradación y la prostitución para pagar el cuidado de su hija Cosette. A Cosette la humillación de servir a los desalmados Thenardier.

La modernidad de Hugo es apabullante cuando alimenta el masoquismo de sus lectores con destinos desesperados. Valjean viaja por Arras buscando alojamiento rechazado por todos los vecinos. Fantine vende su cabello para pagar a los Thenardier. Luego los incisivos. No es suficiente. ¿Hasta donde va a llegar la narración adentrándose en ese infierno inmerecido? Hugo nos arrastra a leerlo porque nos ha hecho testigos del mal absoluto. Porque después de mirar, ya no podemos apartar la vista.


Cosette sufre elviaje al infierno sometida a la pobreza, a la injusticia de ser la cenicienta de los Thenardier.

Siempre hay un ángel, un salvador. En medio del fango algo nos ilumina. A Cosette la salva Valjean en su camino a la fuente. A Fantine la salva una promesa de Valjean que cuidará a su hija Cosette. A Valjean lo salva el Obispo Bienvenido.

Bienvenido, víctima del robo de Valjean declara ante la guardia que le hizo un regalo.

—Con este acto compro tu alma —le dice al buen ladrón.

Y hace algo más que comprar un hombre. Pone la primera piedra de una cadena de favores. Valjea no dejará nunca el camino de la rectitud, aunque ello pueda destruirlo, como ocurre en el juicio de Champmathieu.


Villanos. Valjean, Fantine, Cosette son seres buenos que sufren infinitamente. Son los miserables que no deberían serlo.

Sus perseguidores, sus enemigos se reducen a dos. Javert persigue a Valjean en nombre de un escrúpulo legal que nada tiene que ver con lo justo. Thenardier lo asedia desde el mero afán de hacerle daño.

Javert sufrirá el resultado de su injusticia en la voz de su conciencia que lo lleva a suicidarse. Se suicida porque ha perseguido toda su vida a un hombre bueno. El suicidio es difícil de creer dentro de su mentalidad de funcionario insensible. Algo le falta al lector cuando le ve dirigirse a ese remolino del Sena donde no puede ser salvado de ahogarse.

El destino de Thenardier es más difícil de entender. Vende a Cosette a Valjean después de regatear mezquinamente. Luego lo persigue y le pide más dinero. Valjean se lo da. Se presenta en casa de Marius para calumniar a Valjean y acusarlo de asesino. Marius sabe que el cuerpo que llevaba en sus hombros en las alcantarillas no era el de una víctima, era el propio Marius. Pero no echa a patadas a embustero, le da dinero, cada vez más dinero.



¿De donde sale esa necesidad de sobornar a la alimaña? ¿Por qué todos pagan el chantaje del monstruo? ¿En quién se inspiró Hugo cuando creó a Thenardier? Esas inconsistencias revelan tanto sobre los recovecos del alma del autor que lejos de verlas como imperfecciones, el lector debería anotarlas como reveladoras.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Estamos de obra


Si hemos sobrevivido a esta experiencia, podremos superar cualquier obstáculo que se nos venga encima.

No puedo decir que nunca más haré obras en casa, pero ahora mismo firmaría donde fuese para no tener que pasar otra vez por una experiencia tan agotadora y estresante.

Todo comenzó un 18 de octubre a las 8:00 am, una cuadrilla de señores muy serios invadió mi hogar.

Con gesto serio y sonrisa forzada, nos dieron los buenos días, pero yo, en el fondo de sus ojos, pude leer sus perversas y terribles intenciones.

Comenzarón a dejar más y más herramientas por todas partes y en unos instantes se transformaron en un auténtico escuadrón demoledor perfectamante armado y uniformado.

Con sus atronadoras herramientas comenzarón, sin piedad, a tirar azulejos, puertas, ventanas y suelos. En prácticamente una mañana acabaron con todo lo que tenian por delante. Mi casa quedó devastada y sumida en una inmensa nube de polvo.

Mientras esto sucedia, mi marido y yo, permanecimos como hipnotizados, expectantes ante este espectáculo desastroso. Un profundo y extremedor sentimiento de asombro y pavor nos invadio por completo. Llegado el medio día mi casa se asemejaba a un campo de devastación nuclear. El polvo y los escombros nos tenian rodeados por todas partes. Imposible volver atrás.

La obra estaba programada para realizarse en el plazo de un mes, y hete aqui que a día de hoy, 31 de octubre, seguimos con la casa patas arriba.

La primera semana todo transcurrió según lo previsto. Pero aquello, según avanzábamos, cada vez iba de mal en peor, vivir en casa era prácticamente imposible. Mi casa paso a ser completamente inhabitable. Las emisiones de polvo en suspensión y la contaminación acústica llegarón a sus máximos niveles soportables, por no hablar de que un día sí y otro también nos dejaban sin agua y sin luz.

Salir de casa no estaba en nuestros planes, pero ante estos hechos no quedaba otra. Yo me fui con mis padres a su casa y mi marido a casa de su madre. La verdad es que volver a vivir con mis padres, después de 38 años de casada, ha sido toda una experiencia. Volver a dormir en mi habitación, ver tus trastos de adolescente guardados en el armario, tu viejo tocadiscos, tus queridas muñecas, todas primorosamente colocadas y dormir en tu antigua cama, todo ello ha sido como un retroceso alucinante en el tiempo, a la vez que muy gratificante, sin mencionar la alegría que mis padres han sentido al tenerme con ellos en casa.

Mientras tanto los problemas, en casa, se iban acumulando día a día. Llamadas tensas, excusas increíbles, retrasos muy sospechosos, fallos tontos y tantas y tantas cosas que prefiero olvidar. Han sido días muy intensos y estresantes, que aún sufrimos.

Como siempre la famosa ley de Murphy, siempre al acecho, no podía faltar.

«Si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal» Pués al pié de la letra, ¡Oye…!

Todos los meses que pasamos programando esta obra se fueron garete en menos que canta un gallo.

Después de un largo e intenso mes, hemos vuelto a casa de nuevo. La obra ha avanzado considerablemente, pero aún nos quedan muchas cosas por terminar. Aquí seguimos viviendo entre nubes de polvo y señores muy raros que nos visitan cada día, y que no me apetece nada de nada ver.

Espero que todo esto merezca la pena, y por fin llegue el día en que pueda ver mi casa recompuesta del todo. Para mí será muy de agradecer poder volver a sentarme en mi sofá a ver la tele, o hacerme una tortillita francesa en mi cocina por las noches, esas cosas tan simples que no apreciamos hasta que no podemos hacerlas, pero sobre todo quiero perder de vista a los señores obreros, pintores, electricistas, fontaneros, carpinteros, albañiles, etc… que día a día han conseguido sacarme de mis casillas y han perturbado mi sueño.

Pensaros muy mucho si vais a hacer obras en casa, solo os hago un pequeño comentario, y esta vez aplicando de lleno la ley de Murphy, tened presente que no importa lo bien que sujeteís vuestra tostada con mantequilla y mermelada, seguro que caerá al suelo y por supuesto lo hará por el lado en que está untada.

Espero deciros muy pronto que todo ha finalizado, que ya no tengo señores raros deambulando por mi pasillo y que ya puedo hacer mi vida como cualquier mortal.

Paloma Sardinero

jueves, 26 de octubre de 2017

Nuestro mapa del mundo

Cuando la humanidad comenzó a poner por escrito las máximas de sus sabios, los códigos que recogían las costumbres y las leyes, los relatos de los acontecimientos en los que se había forjado cada pueblo, nació la lectura.

Hasta entonces la cultura “cultivo del alma” solo se escuchaba: únicamente lo que los hombres y las mujeres retenían en la memoria se transmitía a las siguientes generaciones, como un valioso mapa del mundo, como una antorcha en medio de la oscuridad.

Escuchar sigue siendo hoy fundamental en muestra vida: encauza nuestro primer acceso al lenguaje, le da forma mientras vivimos y, sobre todo, hace posible el diálogo, que es una de las fibras del tejido mismo de la vida. A la vez, para que el dialogo valga la pena hay que tener algo que decir, y eso requiere una riqueza interior que se alimenta en la lectura, la reflexión personal, la apertura a la sociedad.

La lectura ocupa ya un lugar irreemplazable en la cultura: la memoria de la humanidad es hoy también, en una medida importante, palabra escrita, letra que espera el diálogo con un lector…

Prometo continuar escribiendo un poquito mas en revistas posteriores pues aunque no sea lo que se dice ratón de biblioteca pero valoro un buen libro y todo lo que aporta....

Lucía Sanz


martes, 24 de octubre de 2017

Desde mi atalaya: reflexiones otoñales

Desde siempre me ha parecido la estación más sorprendente del año. Visto desde mi atalaya conquense, el otoño es la placidez de la edad madura. Es tiempo de recoger los últimos frutos del huerto, junto a las nueces y los membrillos. También de los silvestres: los higos, las bellotas, las endrinas, etc. Tiempo también de sembrar. Oler a tierra y a lluvia de simienza. Disfrutar de la armonía serena de la tarde. Oír el ruido de los aperos de labranza y esperar aquello de que en los Santos, nieve en los altos.

Es tiempo también de añorar aquellos gritos desesperados del gorrino en la mesa de matanza, así como las voces de los cazadores persiguiendo la liebre o banda de perdices. Contemplar el espectáculo de ver como los chopos se visten de oro y luego los desnuda el viento. Pasear sin más ruido que el que produce la hojarasca del carrascal y sin más compañía que la cesta para depositar en ella las setas que luego irán a la sartén de gachas.

Desde hace ya unos cuantos años el otoño en los pueblos hace que casi todo se vista de soledad, y ésta suele ir unida a la tristeza. Se fueron los veraneantes y los que quedan son cada vez más viejos y menos. Lo único que aumenta de un otoño a otro, son los vecinos del cementerio. Cementerio al que con pocos ánimos, llevan sus flores por los Santos esos pocos vecinos que van quedando.

David

jueves, 19 de octubre de 2017

Abuelos



—!Bueno, ya tenemos a todos los niños escolarizados!  ¡Ya hemos dejado atrás las vacaciones! ¡Que ilusión verlos aparecer en nuestras casas! ¡Pero ver llegar la hora de que empiecen sus clases escolares es igual de maravilloso que para sus padres!

Los abuelos, durante generaciones eran nuestros mayores respetados y dueños de una sabiduría que proporciona la universidad de la vida. Se trasmitía de padres a hijos y se tenían en cuenta muchas de sus opiniones, pero de unos años aquí y, sobre todo, desde que las mujeres se han incorporado al mundo del trabajo, han cambiado mucho las cosas, porque en la mayoría de los casos la educación de los hijos era, una labor de la que se ocupaban las madres mayormente.

Nuestros hijos nos proporcionan la mayor de las alegrías al hacernos abuelos y bien que lo sienten otros mayores cuando no es así para ellos. Nuestras casas se quedaban un poquito tristes cuando ellos por ley de vida las iban abandonando, así es que, ¡con que ilusión aparecen nuestros nietos y la casa se llena otra vez de esa alegría que traen debajo del brazo nuestros niños!

Hace unos años los abuelos iban de visita con sus regalitos, y también nosotros recibíamos a nuestros hijos y a sus hijos con mucha frecuencia en nuestras casas como se sigue haciendo. Pero al ir cambiando la sociedad y, sobre todo desde que se nos ha instalado la crisis, los abuelos somos la ayuda y el soporte de tantos y tantos hijos que necesitan de nuestra ayuda. Alguna de ellas por la deteriorada economía –a quien vas a ayudar en la vida mejor que a tus hijos si lo necesitan–. Y los abuelos, unos de buen grado y bendiciendo que te dejen hacer esa labor, y  otros porque no pueden negarse ­–hay que tener en cuenta que hablamos ya de personas que empiezan con sus problemas de salud–; tiran con todo si pueden como si no. Pero no tenemos  la sensación de que son demasiados abuelos rodando con sus niños ya más mayorcitos. Nadie duda de que estamos ahí para cubrir todos los huecos necesarios, imprevistos, navidades, vacaciones, puentes, esos bebes que los ves tan chiquititos y te ofreces antes de que los lleven a una guardería.

Pero quiero también comentar que en algunos casos bajo mi punto de vista se están dando algunos abusos por parte de algunos hijos. Ellos están sacrificando a sus mayores, no solo porque necesitan ayuda en una etapa concreta, sino que se sirven de ellos para prosperar en la vida. Y eso es mucho más triste. Vemos a abuelos tirando con los niños sin poder. Los papas lo entienden así, habrá también seguramente otras muchas razones.

Y nosotros estamos y debemos estar para cuando nos necesiten, porque por otra parte son tantos y tantos hijos que no paran de agradecérnoslo a cada momento.

Hay una verdad muy grande y es que no hay dinero que pague que te digan…

—¡Hola abuelo!

Amelia G. Luengo

martes, 17 de octubre de 2017

Los miserables

Todo sucede en la Francia del siglo XIX, en pleno apogeo del romanticismo, en el que Víctor Hugo nos da a conocer el ambiente parisino de la época. Nuestro protagonista, Jean Valjean, es el eje central de la historia de los miserables. Puesto que la obra está plagada de digresiones no es tarea fácil comentar una novela tan archiconocida, ya por sus versiones literarias y por estar adaptada al cine, es decir al musical que tiene el mismo título. Como comentaba anteriormente la historia está llena de digresiones y aunque los hechos difieren unos de otros al final terminan por unirse y relacionarse, los personajes principales y secundarios tienden a tener todos de algún modo protagonismo, pues Víctor Hugo dedica decenas de páginas a cada uno de ellos. En primer lugar nos centraremos en nuestro protagonista: Jean Valjean, el cual es acusado de ladrón por robar pan (aquí al inicio del relato aparece en escena el infatigable y perseguidor nato de Jean, el inspector Javert, que no cejará en su empeño llevarlo de nuevo a prisión, pero que al final de la novela, tras varias cavilaciones, terminará por suicidarse) y tras veinte años de trabajos forzados en la cárcel es puesto en libertad condicional. Después de ir de posada en posada sin encontrar donde guarecerse, encuentra en el clérigo Myriel la bondad suprema y éste le aloja en su humilde morada. Jean le roba unos candelabros de plata, pero con tanto infortunio que es arrestado por los gendarmes e interrogan a Myriel si Jean Valjean había cometido dicho hurto. Al final el clérigo no le descubre y le perdona a cambio de que lo vea todo por el lado bueno. Nos detendremos en este punto y comprobaremos que el tema central de la obra es la RELIGIÓN (discernimiento entre el bien y el mal, la verdad de la mentira… etc.) El hecho lleva a nuestro protagonista a ver en el sacerdote un mensajero divino donde las reflexiones hacen hincapié en el expresidiario. En segundo lugar dedicaremos especial atención a Fantina (mujer ingenua que se queda embarazada de un joven libertino) que, como no tiene medios económicos para mantener a su hija decide dejarla en manos de los Thernádier, una pareja de posaderos cruenta y villana que no tendrán ningún miramiento con su hija (Cosette) y la tratarán como una méndiga y a Fantina la sonsacarán el dinero hasta que no puede más y cae gravemente enferma. (En esta parte de la narración Víctor Hugo realiza una crítica desmesurada a la prostitución el cual él rechaza y repugna)

Jean Valjean tendrá la misión de encontrar a Cosette y sacarle de la miseria a la que la tienen sometida los Thernádier, los cuales no tienen escrúpulos y Jean tendrá que darles dinero a cambio de que se la entreguen, pues será el único padre que cuidará de la niña. No hemos caído en la cuenta de que nuestro protagonista tendrá que ocultarse bajo nombres supuestos (el alcalde de Magdalena, el mendigo que da limosna, Fauchelevent) pues tendrá que tener cuidado, pues la divina providencia le pondrá a prueba y tendrá que delatarse ante la incredulidad del tribunal para que exculpen a un inocente (Champmathieu) a quien Javert y sus secuaces creerán que es Jean Valjean. Tras este incidente el expresidiario escapará de la mano de la “Justicia” y deberá mudarse a otros lugares para no ser descubierto (el convento, las alcantarillas de París... etc.) Otro personaje de gran interés es Marius, que junto con los amigos del ABC iniciarán una revolución dirigida por Enjolras. Marius tras pasar dificultades económicas, descubrimientos sobre su padre (que murió por amor a la patria y le condecoraron por ello) cambios en su manera de vivir (de pobre a rico), el anhelado perdón de su abuelo Gillenormand y el tan sonado idilio con Cosette (más creíble en la novela que en versión musical) protagoniza una trama en la que están implicados los Thérnadier (incluso Javert) que en su calidad de delincuentes dejarán abandonados a su suerte a sus dos hijos más pequeños. Los dos hijos mayores, Eponina y Gavroche son otros personajes secundarios de gran peso. Gavroche una historia que parece sacada de una novela picaresca, destaca por su heroicidad en la barricada y Eponina locamente enamorada de Marius, la cual desengañada, al final le ayuda para encontrar a Cosette, pues sin ella él prefiere la muerte. En plena revolución Marius cae herido y Jean le encuentra y tendrá que ir por las alcantarillas de París donde aparece Thérnadier que le ayudará a salir.

En el desenlace final Jean le revela a Marius toda la verdad de su pasado sin que esto afecte a su relación con Cosette y así puedan casarse pero Thérnadier chantajeará a Marius posteriormente sabiendo éste de antemano toda la verdad y por compasión le arrojará dinero.

Pese a su extensión, la obra engancha por el poderoso argumento y sus personajes enfrentados a conflictos morales y sociales. Hay que destacar las aventuras folletinescas, persecuciones, peligros, disfraces para ocultar la identidad, muerte, amores imposibles convergen en un final francamente emotivo (la muerte de Jean) muy difícil de olvidar.

En definitiva "Los miserables" es una historia de superación, arrepentimiento y salvación personal que continúa tras cien años inspirando a los lectores y que está abierta a todo tipo de opiniones.

Sonia Sánchez

jueves, 5 de octubre de 2017

Carta a doña Manuela Carmena

Querida Doña Manuela:

Llevo mucho tiempo queriendo dirigirme a usted, con la intención de darle a conocer la diferencia que hay en el tema de movilidad en mi barrio (Canillas)

Tengo que decirla que no todo el barrio tiene carencia de transporte público

Hay una parte de la Carretera de Canillas que solamente tenemos el autobús nº 73 que pasa con una asiduidad de media de mas de 20 minutos, y esa es mi reclamación.

He escrito muchas veces tanto a la EMT, como a la Junta Municipal, para dares mis quejas

Estoy viendo y leyendo que han mejorado muchas lineas de autobuses e incluso han puesto alguna linea nueva

Pero de verdad me siento decepcionada, al ver que otra vez se han olvidado de “mi barrio” que de verdad hay muchas personas y casi todas ya de edad avanzada, que el “metro” les pilla algo mal y debido a las escaleras les resulta complicado de utilizar

He leído que van a poner una linea que va a ir por la Carretera de Canillas, hasta Mar de Cristal, que no está mal, pero ¿es tan difícil una que vaya por la Carretera de Canillas, que abarca al poblado, al barrio de San Fernando y toda la calle de Carril del Conde, que la puedo decir sin miedo a equivocarme que hay mucha personas, que necesitan ir al hospital Ramón y Cajal, al que pertenecemos?

Creo no extralimitarme al enviarla esta carta, pero la aseguro que llevo muchos años en el Barrio y siempre ha sido mi caballo de batalla el transporte público del que carecemos en esta parte de Madrid y que otros barrios de nueva construcción lo tienen mejor que nosotros.

No quiero decir con ésto que quiero que les quiten sus beneficios, lo que me gustaría igualarme a esos barrios

Espero que al menos lea esta carta que le envió con todo el respeto que usted me merece.

La saluda atentamente.

Laura Oñoro Salvadores