He
leído atentamente el fragmento de La máquina de hacer cosquillas como nos aconsejó
José. Confieso que he tenido que leerlo dos veces para comprender la triste
realidad.
Mi
mente de lector se ha tenido que poner a trabajar para descifrar que su querida
hijita había muerto. El escritor sabe más que nosotros y nos suministra la
información de forma muy dosificada. Cuando
despeje la incógnita del relato todo
cobro sentido y me quede asombrada. Creo que Sergi Pàmies ha conseguido llenar este relato de magia y me ha maravillado su buen hacer.
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