domingo, 19 de mayo de 2019

LOS SUSTANTIVOS DE GÉNERO AMBIGUO

Son los que, designando normalmente seres inanimados, admiten su uso en uno u otro género, sin que ello implique cambios de significadoel ábside (románico/románica), el/la acné, el/la agave, el/la agravante, el/la aguafuerte, el/la alfoz, el ánade (majestuoso/majestuosa), el/la anatema, el/la aneurisma, el/la apóstrofe, el/la armazón, el arte (figurativo/figurativa), el áspid (egipcio/egipcia), el/la atenuante, el/la azúcar, el/la azud, el/la azumbre, el/la bajante ("tubería de desagüe"), el/la calor, el/la canal, el/la casete, el/la chinche, el/la cobaya, el/la cochambre, el/la color, el/la condicionante, el/la contraluz, el/la doblez, el/la dracma, el/la duermevela, el/la enzima, el/la esperma, el/la estambre, el/la eximente, el/la fueraborda, el/la herpes, el/la hojaldre, el/la interrogante, el/la lente, el/la linde, el/la macro (macroinstrucción), el/la mar, el/la maratón, el/la margen, el/la miasma, el/la mimbre, el/la pelambre, el/la pijama (o piyama), el/la prez, el/la pringue, el/la pro ("provecho o utilidad"; en desuso), el/la pus, el/la resultante, el/la reuma (o reúma), el/la rompiente, el/la sartén, el/la sauna, el/la terminal, el/la testuz, el/la tilde, el/la tizne, el/la vertiente, el/la visa, el/la vislumbre y el/la vodka (o vodca). De entre todos estos sustantivos de género oscilante, tan solo ánade y cobaya designan seres animados.


Normalmente la elección de uno u otro género va asociada a diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con preferencias dialectales, sectoriales o personales. En muchos casos, uno de los dos géneros está cayendo en desuso, si no lo ha hecho ya del todo. Por otro lado, no deben confundirse los sustantivos ambiguos en cuanto al género con los casos en que el empleo de una misma palabra en masculino o en femenino implica cambios de significado (casos de polisemia, aunque también los hay de homonimia): la orden (mandato, o instituto religioso, etc.) o el orden (resto de significados); el cometa (astro) o la cometa (resto de significados); el cura (sacerdote) o la cura (curación); el final (remate) o la final (última competición); el frente (en milicia, meteorología o política) o la frente (anatomía), aunque conserva alguna acepción de género ambiguo; el capital (economía) o la capital (resto de significados); el editorial (artículo de fondo no firmado) o la editorial (casa editora); el pendiente (joya) o la pendiente (cuesta, inclinación del terreno); el moral (árbol) o la moral (estado de ánimo o doctrina del obrar humano); el clave (clavecín) o la clave (código, etc.); el cólera (enfermedad) o la cólera (ira); el coma (estado patológico) o la coma (signo ortográfico, etc.); el corte (del verbo “cortar”) o la corte (entorno del rey, etc.); el pez (animal) o la pez (sustancia), etc.

Son también de género ambiguo los nombres propios de ciudades, aunque tienden a funcionar como masculinos los que acaban en -o y como femeninos los que acaban en -a: el Toledo barroco; la Guadalajara mexicana. No obstante, es posible usarlos en ambos géneros: la imperial Toledo; No quedaba un taxi libre en todo Sevilla.

La ambigüedad de los sustantivos no suele ser de carácter general ni producirse en todos los contextos, sino que está sometida a restricciones de diversa índole:

Restricciones gramaticales:
Los sustantivos mar y arte solo son de género ambiguo en singular: en plural mar es siempre masculino (los mares), y arte femenino (las artes).

Restricciones semánticas:
El sustantivo maratón admite el femenino para referirse a la prueba deportiva (el/la maratón de Vallecas), pero es más habitual el género masculino en los usos metafóricos de la palabra: el maratón de entrevistas, el maratón cultural, el maratón de cine…; el sustantivo canal es de género masculino en los ámbitos de telecomunicaciones, lingüística, o con el significado de “estrecho marítimo natural o construido por el hombre”, así como en algún otro uso local hispanoamericano. Con los demás significados es de género ambiguo, aunque es mucho más frecuente el masculino. Doblez es más utilizado en masculino con el significado de “pliegue”, mientras que se usa más en femenino para significar “hipocresía o malicia”. Interrogante es solo de género masculino cuando significa “signo de interrogación”, y ambiguo cuando equivale a “pregunta” o “cuestión dudosa”. Dracma es de género ambiguo cuando se refiere a la antigua moneda griega, pero exclusivamente de género femenino si hablamos de una medida de peso utilizada en farmacia. Esperma es usado en masculino con el significado de “semen”, mientras que se utiliza más en femenino para significar “sustancia grasa del cráneo del cachalote” o “cera de abeja”. Margen es de género ambiguo solo cuando se refiere a la orilla de un río o el extremo de un terreno, pero en los demás casos es sustantivo masculino. Terminal es masculino si equivale a teléfono móvil o extremo de un cable, y es ambiguo con otros significados. Vertiente es de género femenino cuando significa “punto de vista”.

Restricciones gramaticales y semánticas:
El sustantivo dote es ambiguo solo en singular y significa “conjunto de bienes que aporta la mujer al matrimonio” (la dote o el dote de la esposa); pero cuando significa “cualidades personales” debe usarse en femenino (Posee unas dotes excelentes para la música).

Restricciones de carácter geográfico:
El sustantivo calor es masculino, pero en Andalucía y algunos lugares de América es usado también como femenino. El sustantivo pijama (o piyama) se usa como femenino en la norma culta de algunas regiones de Hispanoamérica. Pus es una palabra de género ambiguo en varios países hispanoamericanos (Chile, México…), con predominio del femenino (aunque la mayor parte de los hablantes de español la usa en masculino). Tanga es usado en masculino en España, pero predomina el femenino en buena parte de América (la tanga). Biquini (o bikini) es masculino en todo el mundo hispánico, salvo en Argentina. En Hispanoamérica prefieren el género masculino para lente, tanto si es de contacto, como en plural para designar los cristales provistos de montura (los lentes, los anteojos, los espejuelos, las gafas). Los sustantivos armazón y maratón son más frecuentes como femeninos en el español americano que en el europeo. Reúma o reuma se suele usar como masculino, pero en México es habitual el femenino, incluso en la lengua culta. También vodka o vodca se emplea a veces como femenino en el área rioplatense, pero suele ser masculino en los demás países. Sartén y sauna son de género femenino en España, pero alternan masculino y femenino en América. En cuanto a puente, el diccionario de la RAE aún indica que es usado como femenino dialectalmente. También en determinados dialectos podemos hallar aún formas en femenino chocantes, como determinados nombres de árboles.


Como se ha podido observar, la tendencia general es la progresiva especialización de significados en función del género, o el abandono de uno de los dos géneros (de ahí la extrañeza que provoca escuchar o leer una palabra usada en género distinto al que estamos acostumbrados, pues nos parecerá anticuada, dialectal o hasta vulgar). En conclusión, el número de sustantivos cuyo género podemos considerar realmente ambiguo es muy reducido (la ambigüedad tiende a deshacerse). Cuando un sustantivo posee varias acepciones, y todas y cada una de ellas lleva asociado inequívocamente un determinado género (masculino o femenino), dejamos de considerarlo un sustantivo de género ambiguo y pasa a ser simplemente una palabra polisémica, como indicábamos al principio. La última edición del diccionario de la RAE ni siquiera cataloga ya como sustantivos de género ambiguo ábside, acné o áspid (hoy son masculinos). Tampoco lo hace con alambre, apéndice, apócope, apoteosis, aula, comezón, hemorroide, lumbre o vinagre, entre otras palabras cuyo género osciló en el pasado. Para terminar, añadamos que la voz fantasma fue usada en femenino con el significado de "espantajo o persona disfrazada que sale por la noche para asustar a la gente".

(Fuentes: Real Academia Española e Instituto Cervantes)

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