Cuando hace un par de meses he visto la nueva versión (“Los últimos de Filipinas: 1898”) ha sido sobre todo por la curiosidad de ver si cantaban la misma canción. Me preguntaba una y otra vez “¿cantaran ‘Yo te Diré’?”. Y sí: sonó varias veces a lo largo de la película.
Ahora es cuando he tomado interés en conocer la historia, de lo que pasó en el pueblecito de Baler, en esa iglesia donde estuvieron cincuenta soldados un año encerrados pasando hambre y enfermedades. En fin, la sinrazón de las guerras.
Creo que ésta nueva versión es buena; no en vano ha tenido un Goya y nueve nominaciones. No es el tipo de cine que me gusta y no lo hubiese ido a ver si no fuese por la música. En las escenas desagradables cerraba los ojos y, escuchando la canción, olvidaba todo lo demás.
Ese dicho de que “la música amansa a las fieras” se reflejaba en la cara de esos soldados que, oyendo cantar a la chica, parecía que estaban en otro mundo y no en la realidad que tenían encima.
Ahora veo escenas de la película antigua y la nueva y hay grandes diferencias; la primera era más romántica y, aunque la historia es la misma, el montaje y los medios son diferentes. En ésta última el despliegue ha sido mucho mayor: mientras la de 1945 se rodó íntegramente en Málaga ahora han elegido Guinea Ecuatorial, Las Palmas y Tenerife. Y, sobre todo, la intención del director es distinta. A diferencia de la antigua (en la que lo importante era ensalzar el patriotismo) ahora se busca criticar lo absurdo de las guerras.
Todo cambia con los tiempos, pero yo me quede muy satisfecha escuchando de nuevo “Yo te diré…”
Pilar S.
Febrero 2017
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