viernes, 24 de febrero de 2017

Dos hermanas


Que dos hermanas se llevan bien no es nada nuevo –siempre no es así pero yo sí lo percibí desde siempre- así eran mi madre y mi tía y se debió a la relación tan buena de ellas que actuaban con cariño, en todas las tareas ayudándose la una a la otra ¡Qué ejemplo! Cuando éramos todos pequeños hace ya de ello algunos años, ellos eran cinco y nosotros también otros cinco y parecía que teníamos cuatro padres y que éramos seis hermanos la suma de dos familias juntas las de las dos hermanas. Y así nos pasamos la infancia –qué bonito- ¿verdad?

Pero se rompió ¿Cuándo? En un momento de sus vidas y al cabo de muchos años y por culpa de cada uno de sus hijos. Se encontraron con un problema a causa de sus hijos y se fueron distanciando porque:

Cada uno de los jóvenes de cada familia emigró al extranjero y se encontraron en el mismo país, los primos se llevaban 5 años de edad aproximadamente y como de pequeños la relación había sido tan estrecha el mayor de ellos pretendió –en su afán de protegerla; –y no lo calculo debidamente– pero intentó ejercer de hermano mayor y sucedió que no la dejaba vivir como ella quería y así se complicaron la vida los primos. ¿Qué esto tú no lo haces? ¿Qué eso no te conviene? ¿Qué….? ¿Pero vamos que no están aquí mis padres para prohibirme a mí nada y lo vas a hacer tú? ¿Pero qué dices…..? ¿Tú no eres nadie?

Y así empezó a estropearse la relación entre las dos hermanas, fue pasando el tiempo y no se arreglaban las cosas entre ellas y ni que decir tiene –que lo que cada uno de los hijos les iban relatando a sus madres no se podía ni repetir– y cada una de ellas abogaba por su vástago el deterioro llego a alterarlas y así fueron pasando los días hasta que decidieron que no estaban dispuestas a que está situación continuara. Mira María ¿que esto lo tenemos que arreglar? ¿Si Paquita? Yo pienso lo mismo se dijeron la una a la otra y encontraron una solución, vamos a hacer una cosa. Lo que tu hijo te cuente de mi hija a mí no me lo digas y lo que yo sepa por mi hija de tu hijo no te lo digo ¡Vale! Y así lo hicieron encontraron este sistema tan simple que con cariño y buena voluntad encontraron la manera de arreglarlo y que la enemistad que se estaban creando entre sus hijos a ellas no las salpicara y de nuevo volvieron a ser las de siempre.

Por temas así más o menos gordos se separan tantas y tantas familias pero cuando se quieren arreglar los problemas se lucha para intentar resolver y llegar a alguna solución porque no es cuestión de PODER si no de QUERER .

Amelia



Revisión:-------------------------------------
Que dos hermanas se llevan bien no es nada nuevo –siempre no es así pero yo sí lo percibí desde siempre. Así eran mi madre y mi tía, y se debió a la relación tan buena de ellas que actuaban con cariño, en todas las tareas ayudándose la una a la otra ¡Qué ejemplo! Cuando éramos todos pequeños hace ya de ello algunos años, ellos eran cinco y nosotros también otros cinco y parecía que teníamos cuatro padres y que éramos seis hermanos, la suma de dos familias juntas, las de las dos hermanas. Y así nos pasamos la infancia ¡qué bonito! ¿verdad?

Pero se rompió ¿Cuándo? En un momento de sus vidas, y al cabo de muchos años, y por culpa de cada uno de sus hijos. Se encontraron con un problema a causa de sus hijos y se fueron distanciando.

Cada uno de los jóvenes de cada familia emigró al extranjero y se encontraron en el mismo país, los primos se llevaban cinco años de edad aproximadamente y como de pequeños la relación había sido tan estrecha, el mayor de ellos pretendió controlarla en su afán de protegerla. Y no lo calculo debidamente. Intentó ejercer de hermano mayor y sucedió que no la dejaba vivir como ella quería y así se complicaron la vida los primos. ¡Qué esto tú no lo haces! ¡Qué eso no te conviene! ¡Qué…! ¡Pero vamos! que no están aquí mis padres para prohibirme a mí nada y ¿lo vas a hacer tú? ¿Pero qué dices…..? Tú no eres nadie.

Y así empezó a estropearse la relación entre las dos hermanas, fue pasando el tiempo y no se arreglaban las cosas entre ellas y ni que decir tiene. Lo que cada uno de los hijos le iban relatando a sus madres no se podía ni repetir. Y cada una de ellas abogaba por su vástago. El deterioro llego a alterarlas y así fueron pasando los días hasta que decidieron que no estaban dispuestas a que esta situación continuara:

—Mira María ¿que esto lo tenemos que arreglar?

—Sí, Paquita. Yo pienso lo mismo —se dijeron la una a la otra y encontraron una solución.

—Vamos a hacer una cosa. Lo que tu hijo te cuente de mi hija a mí no me lo digas y lo que yo sepa por mi hija de tu hijo no te lo digo

—¡Vale!

Y así lo hicieron. Empezaron este sistema tan simple que con cariño y buena voluntad encontraron la manera de arreglarlo y que la enemistad que se estaban creando entre sus hijos a ellas no las salpicara y de nuevo volvieron a ser las de siempre.

Por temas así, más o menos gordos, se separan tantas y tantas familias pero cuando se quieren arreglar los problemas se lucha para intentar resolver y llegar a alguna solución porque no es cuestión de poder si no de querer.

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