viernes, 8 de mayo de 2020

La cultura de masas y la cultura de élite


En la clase de Nivel 2 hay días que pegamos la hebra con temas de actualidad porque estamos cansados de estudiar cosas serias, y uno de esos días ocurrió que acabamos hablando de los realities que nos tenían enganchados. Y es un tema delicado porque hablar de ciertos programas de televisión es como confesar un pecado capital. Hace falta tener confianza con la otra persona para salir de tu armario y decirle: “Me llamo Jose, y sigo una telenovela turca”, o bien, “estoy enganchado a La isla de las tentaciones”. Parece que hay que pedir disculpas por pasárnoslo bien. La cultura de masas está mal vista, y ver ciertos programas es una carta de presentación que no queremos tener con un desconocido.

La cultura de élite causa un impacto de tamaño parecido pero en sentido contrario. Basta decir que te gusta leer a Gracián, o a Sartre para que todo el mundo se quite el sombrero sin pedirte más credenciales. Quizá esa sea la razón de que circulen tantos decálogos y frases lapidarias por internet atribuidas a García Márquez o a Shakespeare que ellos nunca habrían pronunciado porque ninguno pontificaba.

«Mis amigos me dicen que los pensamientos de Pascal les sirven para pensar. Ciertamente, no hay nada en el universo que no sirva de estímulo al pensamiento», dice Jorge Luis Borges en “Otras inquisiciones”. La erudición del argentino, entiendo al leer la cita, le permitía aprovechar el texto de un culebrón o de un catálogo de Ikea. La cultura, sigo interpretando, está en cómo lees, no en lo que lees. Creo que dos grandes creadores como Tarantino, o Cervantes, darían la razón a Borges. Tarantino no eligió lo más santo de la cultura occidental para hacer sus homenajes cinéfilos, eligió el spaghetti western, las venganzas del cine oriental, los nazis histriónicos. Cervantes no hace a don Quijote indigestarse de clásicos latinos, eligió a conciencia la literatura de masas de la época, la novela de caballerías, que Cervantes imita y satiriza porque la conoce muy bien, porque se había empapado de ella.

Yo no sé si debo pedir disculpas cuando me engancho a un programa de máxima audiencia que me entretiene. No sé si soy listo cuando leo a Montaigne, o a Borges, cuyo humor inteligente me hace sonreír en cada párrafo. Pero tengo que confesar que no me siento tan distinto cuando leo a unos y cuando leo a otros.

Tampoco digo que el gusto popular sea más acertado, porque los que ven culebrones a veces tienen la misma venda en los ojos cuando dicen que los clásicos son aburridos. Quien habla así es porque no se ha acabado muchos, porque los hay muy entretenidos.

Son batallas estériles. La cultura popular y la cultura de élite han cavado unas trincheras desde las cuales no se escuchan. Y hay que decir que cuando lo hacen, como ocurre con los autores que citaba, surgen obras inolvidables.

José Contreras

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo en que son batallas estériles. En cualquier caso, y hablo por mí, al final uno se decanta por lo que más me le hace disfrutar. Yo disfruto admirando la inteligencia que hay detrás de esa "cultura de élite" (no me gusta mucho llamarla así)

    ResponderEliminar
  2. Me parece un precioso articulo, diría que muy bien escrito, y con el que no puedo estar más de acuerdo.

    ResponderEliminar