Es la mayor obra de ingeniería hidráulica de los siglos XVIII Y XIX. Comenzó a construirse durante el reinado de Fernando VII siendo entonces ministro el Marqués de la Ensenada, que fue quien le llevó la propuesta y tardó más de un siglo en terminarse. Su principal finalidad era el transporte de cereales de la meseta hacia el Norte. Tiene una longitud de 207 Km. desde Alar del rey (Palencia) hasta Valladolid. A lo largo de éste recorrido se construyeron muchas esclusas, puentes y acueductos de perfectos sillares, molinos, fábricas de harina… Los medios de transporte eran unas barcazas tiradas por mulas, llegando a haber más de 300 de éstas. Con la llegada del ferrocarril, que discurre prácticamente paralelo, éste medio de transporte quedó obsoleto por ser más costoso y menos rápido, hasta que en 1959 éstas barcas dejaron de funcionar quedando únicamente para funciones de regadío y abastecimiento de agua de muchos municipios.
En 1992 el Canal de Castilla fue declarado Bien de Interés Cultural. Muchos de estos molinos y fábricas están en ruinas aunque algunos se han reconstruido y pueden visitarse como museos. La mayoría de los caminos que lo bordean están habilitados para hacer rutas a caballo, en bicicleta o a pie, por los cuales no pueden circular vehículos. También se ha recuperado la navegación para el turismo en dos tramos donde hay barcazas (ahora con motor) para disfrutar de un paseo muy agradable.
Retrocedo en el tiempo y me parece estar viendo esos barcos tirados por mulas. En este canal, o “la ría” como le llamamos familiarmente, me he bañado (aunque no está exento de peligro), hemos ido con la comida, de pesca (con caña o retel), a coger moras, endrinas, flores silvestres de las que hay gran variedad… Abudan las aves de plumas multicolores, patos y jilgueros que con sus trinos te alegraban el oído. También algún reptil, que ya no resultaba tan agradable. Después de disfrutar del paisaje tan cambiante, dependiendo de la estación en que nos encontrásemos, de todos los olores, sonidos y sabores… volvíamos a casa cuando el sol se ocultaba por el horizonte.
Abril 2017
P. Santoyo
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