“Patria” es la historia de dos familias vascas marcadas por un hecho atroz, el asesinado de el Txato, el padre de una de las familias, por parte de un comando de ETA en el cual participó el hijo de la otra familia.
La esposa del Txato, Bittori, se expone al desprecio del pueblo, y el rechazo, también, del cura, y se ve obligada a ir a la ciudad. La sociedad, a veces callada, a veces brutal es uno de los grandes protagonistas de Patria.
Los dos hijos de Bittori tienen brillantes vidas profesionales, pero su vidas personales no podrá recuperarse.
De la familia del etarra sobresale la madre, Miren, que pasa de ser amiga de Bittori a una nacionalista intransigente, capaz de justificar la barbarie. El padre es un hombre que calla y apoya a la víctima en silencio. Aprenderá que los que callaron ante los violentos también son culpables.
Joxe Mari, el etarra, vive la experiencia del adiestramiento, el afán de destacar con su comando y la penitencia en una cárcel andaluza donde descubrirá que en el fondo ha regalado lo mejor de su vida para nada.
Gorka, el hijo pequeño sabe a escurrir el busto del mundo abertzale sin que se note. Y guarda un secreto sobre sus inclinaciones que pondrá a prueba el entorno de intransigencia en el que vive.
En la tertulia se habló mucho de Arantxa. La hija de Miren es el personaje más valiente en cada uno de sus pasos, por ejemplo, casarse con un “español”. O negarse a aislar a la víctima, Bittori. Fue motivo de discusión que el personaje más valioso se sufriera por decisión del creador de la novela, una tragedia como la de su ictus y su parálisis. Los escritores, como pequeños dioses, eligen destinos asombrosos para sus criaturas.
Las dos mujeres de la víctima buscan la manera de arreglar su dolor, Bittori con que perdón que necesita que le pidan, Nerea con una conciliación.
Los dos hermanos, el terrorista y la enferma, comparan las dos cárceles en que ha caído. Arantxa anota que su cárcel no es elegida, la de él sí.
Marisa Yuste observó que la obra le parecía suave. ¿Por qué no ser contundente con el terrorismo?
Eso me inspira la diferencia entre la literatura y el discurso. Hay libros que son puros discursos. Discursos contra el fascismo, a favor del feminismo. El discurso es aceptable en su contexto. Pero la literatura sigue su propia senda, con o sin discurso.
La literatura es una exploración, un camino sin fin hasta lo hondo del ser humano. En “Crimen y Castigo”, no juzgamos si Raskolnikov hizo bien o mal. Exploramos los pliegues del ama humana. Cada forma de conocimiento tiene su parcela, la novela tiene una parcela que sólo ella puede recorrer. Un escritor se detiene ante los hecho a desgranarlos, no a juzgar. Por eso a los lectores no nos interesa tanto si Joxe Mari era bueno o malo. El verdadero lector quiere saber cómo caía la lluvia a cántaros sobre su camisa, mientras la víctima esperaba dentro del garaje largo rato. Ese ese momento de la literatura en estado puro.
J. Contreras
EL MUNDO. Patria no cala en Hernani.
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