jueves, 5 de abril de 2018

Destino o decisiones equivocadas



¿Existe el destino o somos nosotros mismos los que lo forjamos? Voy a contar una historia real, y, que cada cual saque sus conclusiones.

María naicó en una familia muy humilde. Sus padres la tuvieron siendo muy jóvenes y sin estar casados. Cuando apenas tenía dos años, su padre desapareció de su vida, y hasta hoy, no ha vuelto a saber de él.

Al quedarse sola, su madre se fue a otra ciudad a buscar trabajo y ella se quedó a vivir con sus abuelos.

Estos trabajaban muy duro y apenas tenían para ir viviendo. Por ello querían que María, además de ser buena persona, estudiara mucho, para que tuviera un futuro mejor que el de ellos y el de su madre. María fue creciendo con ellos, pues su madre decía que no podía ocuparse de ella.

La niña, conforme fue creciendo, comenzó a cansarse de la vida que llevaba con sus abuelos, ya que sólo era estudiar, estudiar, y estudiar. Eso, al menos, es lo que ella sentía.

Cuando llegó a la adolescencia, dijo que quería irse a vivir con su madre, y se fue.

Su madre tenía poco tiempo para ocuparse de ella, se había acostumbrado a estar sola, y su hija era una carga.

María comenzó a hacer lo que quería, ya que pasaba el día sola. Dejó de ir al instituto y se pasaba todo el día en la calle con jóvenes como ella. De nada servían las “charlas” de sus abuelos y las broncas que, a veces, le echaba su madre. ¡Estaba harta de todo y de todos!

Por fin cumplió los dieciocho años ¡Ahora sí que iba a hacer lo que quisiera! Se marchó a vivir de ocupa con sus amigos, a fumar, a beber…! ¡A vivir la vida!

Pero, como para todo eso se necesita dinero y, ninguno estaba preparado para trabajar, la manera más rápida y fácil de ganarlo fue trapichear con droga. Hasta que los cogió la policía y fueron a la cárcel. A María la condenaron a tres años. Al entrar en la cárcel, se enteró de que estaba embarazada de mellizos. El padre era uno de los amigos, un drogadicto que también terminó en la cárcel.

Allí nacieron sus hijos y, mientras estuvo encarcelada, al menos no le faltó comida, ni techo, ni ropa. Pero cuando cumplió la condena se encontró con el problema de que, si no tenía donde vivir, le quitaban a sus hijos.

El único sitio donde podía ir a vivir era con su abuela.

Actualmente, su abuela vive con una pensión mínima en un piso tan pequeño que María y su abuela tienen que dormir en la misma cama, y sus dos hijos en otra habitación, también en una sola cama. María ha vuelto con su abuela a la misma casa de la que se fue cuando era niña. Con esa abuela de la que estaba tan harta porque la obligaba a estudiar y que ahora es la única que la ha recibido a ella y a sus hijos con los brazos abiertos. Viviendo con ayuda de Cáritas y Servicios Sociales, y buscando un trabajo que no encuentra.

¿Nació María con este destino o se lo buscó ella con sus acciones?

Espero que esta historia haga reflexionar a los jóvenes y les haga comprender lo necesarios que son los estudios para poder vivir, y que todas las decisiones que tomen en su momento les afectarán para bien o para mal a ellos y a los que les rodean para el resto de su vida.

Mercedes Gozálvez

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