martes, 10 de abril de 2018
Algunos titulos de libros
ALGUNOS LIBROS SELECCIONADOS ( 100 – 200) paginas
– El secreto de mi madre de J. L. Witterick (Nube de tinta. 208 pág.). Interesante y original historia , tanto en la forma como su contenido, de una polaca que esconde durante la contienda en su casa tanto a judíos y como a nazis. Son breves narraciones independientes contadas por sus protagonistas. Muy bueno
Réquiem por Nagasaki de Paul Glynn (Palabra. 207 pág.). Una biografía novelada de la impresionante historia del médico radiólogo japonés Nagai, sobre quien cayó la bomba atómica en Nagasaki, y sobrevivió. Imprescindible.
Takashi Nagai (1908-1951) fue un científico japonés casado y con dos hijos. Impulsó generosamente la medicina moderna en su país a costa de su propia salud. El ejercicio de la radiología le supuso una leucemia que no le impidió sin embargo continuar con una vida de intenso trabajo. Sobrevivió seis años a la bomba atómica de Nagasaki, la mayor parte de ellos postrado en una cama. Me gusto es fuerte pero es hecho real
Púrpura y negro de J. P. Gallagher (Palabra. 192 págs.). Roma, II Guerra Mundial. Un jovial sacerdote irlandés, Hugh O'Flaherty, que trabaja en el Vaticano se dedica a cobijar a personas (judíos, aliados, etc.) perseguidas por los nazis. El poderoso Kapler, jefe de la GESTAPO, le pondrá en su punto de mira e intentará acabar con él. Una intrigante historia basada en hechos reales y magníficamente interpretada en el cine (bajo el título Escarlata y negro) por Gregory Peck en 1981.
La Rosa Blanca. Los estudiantes que se alzaron contra Hitler de José Mª García Pelegrín. (Libros Libres. 200 págs.).
«El nombre alemán permanecerá para siempre mancillado si la juventud alemana no se alza para vengar y expiar al mismo tiempo; para aniquilar a sus opresores y construir una nueva Europa espiritual.» Con Alemania inmersa en la Segunda Guerra Mundial, y conscientes de su responsabilidad, un grupo de universitarios de poco más de 20 años de edad y un catedrático, Kurt Huber, se alzaron contra Hitler, bajo el nombre de la Rosa Blanca, con su única arma: la palabra. Las Hojas que repartieron por Munich y otras ciudades alemanas mantuvieron en jaque durante meses a los jerarcas nacionalsocialistas. Los principales miembros de este movimiento fueron condenados a muerte. Con sus vidas dieron testimonio de que el nacionalsocialismo no había conseguido adormecer la conciencia de todos los alemanes.
Reencuentro de Fred Uhlman (Tusquets. 122 pág.).
Dos jóvenes de dieciséis años son compañeros de clase y amigos inseparables. Hans es judío y Konradin, un rico aristócrata.
Esa amistad finaliza un año después. Estamos en la Alemania de 1933, y, tras el ascenso de Hitler al poder, Konradin formará parte de la fuerzas armadas nazis mientras Hans viaja hacia el exilio Muchos años después, instalado ya en Estados Unidos, donde Hans intenta olvidar el episodio que los separó amargamente, «reencuentra» al amigo perdido.
Esta pequeña obra maestra resurge hoy con la misma capacidad de conmover que cuando se publicó por primera vez en 1960. Pronto fue traducida y leída en el mundo entero.
La nieta del señor Linh de Philippe Claudel. (Salamandra 126 pág.). Breve y conmovedora novela. Cuenta la llegada de un anciano, refugiado de una lejana guerra que le ha robado todo salvo a su
nieta, un bebé llamado Sang Diu, al que arrulla con una vieja nana infantil que recitaran durante generaciones, las mujeres de la familia. Llega un frío día de diciembre tras un agotador viaje en barco a un desconocido país europeo. Allí no conoce a nadie, y menos que hablen su lengua. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir, hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado y conmovedor desenlace Es muy tierna
Señora de rojo sobre fondo gris de Miguel Delibes. Esta puede considerarse la última novela de Delibes. Escrita en recuerdo de su mujer fallecida es una lección de amor humano. Cuenta la historia de un prestigioso pintor que, sumido en una grave crisis creativa, va hilando ante su hija sus recuerdos más íntimos en un monólogo que es a la vez homenaje y exorcismo. Su relato se centra en dos acontecimientos: la detención de dos de sus hijos por motivos políticos y, fundamentalmente, la enfermedad y muerte de su mujer, Ana, a los cuarenta y ocho años. Ana contagiaba una sensación de belleza y plenitud que cobró un verdadero alcance sobre el fondo gris de lo cotidiano y los sinsabores de la enfermedad. Historia de un amor en carrera desenfrenada hacia la muerte y sobrecogedora semblanza de un personaje femenino, Señora de rojo sobre fondo gris es una profunda lección de humanismo y madurez artística que sólo Miguel Delibes podía ofrecernos.
Kafka y la muñeca viajera de Jordi Sierra i Fabra. (Siruela. 145 pág.).
Recreación novelada de una anécdota de Kafka. Un año antes de su muerte, paseando por un parque en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca. Para calmar a la
pequeña, el autor de La metamorfosis se inventó una peculiar historia: la muñeca no se había perdido, se había ido de viaje, y él, convertido en cartero de muñecas, tenía una carta que le llevaría al día siguiente al parque. Aquella noche Franz escribió la primera de las muchas cartas que, durante tres semanas, entregó a la niña puntualmente, narrando las peripecias de la extraordinaria muñeca desde todos los rincones del mundo. Según cuenta Dora Dymant, su compañera en aquellos días, el estado febril con el que Kafka escribía esas cartas era comparable al de cualquiera de sus inmortales obras. Jamás volvió a saberse nada, ni de la niña, ni de aquellas cartas.
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