Hoy me gustaría centrar la atención en los siguientes puntos:
- Prestar atención
- El hábito de leer
- Criterio para elegir un libro
Prestar atención
Escuchar y leer son hábitos indispensables para ensanchar nuestro horizonte, ya de por sí limitado (al menos en mi persona). Los dos suponen capacidad de prestar atención
Los medios de comunicación, las redes sociales, los móviles. Se disputan nuestra atención como su capital más preciado. Y es fácil que esta abundancia de reclamos fragmente nuestra atención. Como sucede cuando uno se siente constantemente interrumpido, y lo que beneficia al los gigantes de la comunicación, quizás a nosotros nos empobrece, pues ese volcarse hacia afuera nos puede dejar sin un hacia adentro.
Prestar atención, no es un mero esfuerzo puntual de retener datos, es dejarse sorprender por la realidad de las personas, situaciones, que permanezcan vivas, dentro de nosotros.
Quien lee y escucha, profundiza en la experiencia de lo que vive gracias a un proceso de interiorización. Ser capaz de recogerse y habitar dentro de uno mismo, de leer en las situaciones y en las personas.
Sin embargo, incluso para una persona, como es mi caso, con una mediana cultura, la aceleración de la vida entraña el riesgo de no leer, de que, arrastrada por los múltiples frentes de atención, no encontremos tiempo para sentarnos con un libro en las manos
Los medios de comunicación, las redes sociales, los móviles. Se disputan nuestra atención como su capital más preciado. Y es fácil que esta abundancia de reclamos fragmente nuestra atención. Como sucede cuando uno se siente constantemente interrumpido, y lo que beneficia al los gigantes de la comunicación, quizás a nosotros nos empobrece, pues ese volcarse hacia afuera nos puede dejar sin un hacia adentro.
Prestar atención, no es un mero esfuerzo puntual de retener datos, es dejarse sorprender por la realidad de las personas, situaciones, que permanezcan vivas, dentro de nosotros.
Quien lee y escucha, profundiza en la experiencia de lo que vive gracias a un proceso de interiorización. Ser capaz de recogerse y habitar dentro de uno mismo, de leer en las situaciones y en las personas.
Sin embargo, incluso para una persona, como es mi caso, con una mediana cultura, la aceleración de la vida entraña el riesgo de no leer, de que, arrastrada por los múltiples frentes de atención, no encontremos tiempo para sentarnos con un libro en las manos
El hábito de leer
Pedagogos y especialistas en la educación, señalan que es difícil adquirir este hábito, si no se ha practicado desde la infancia, también se experimenta gran diferencia entre los que leen y los que no.
Quizás a influido mucho otras maneras más fáciles de entretenerse, como: No el uso sino el abuso de videojuegos. No quiero demoler estos, pero sí necesitan un control, pues hacen que se tenga menos imaginación, el mundo interior se desertiza, se depende de estímulos básicos en formas diversas, a veces se pierde la sensibilidad, el control del tiempo.
Yo tengo un recuerdo de infancia muy bonito. Eran los momentos en que nos reunía mi madre y nos leía con una entonación admirable, con atractivo de lo que nos transmitía, que jamás lo he descubierto en lo que a lo largo de la vida he oído y leído. Quizá es que escogía muy bien lo que lo que quería transmitirnos, nos mantenía hipnotizados, embobados, porque conocía y quería con toda su alma al público de edad diminuta que tenían clavados los ojos en su mamá, alguien insustituible a la que no sólo amábamos con ternura, sino que admirábamos como a un dios, alguien irreemplazable. Luego, siendo adulta, he dado vueltas a cuales eran estos temas, y realmente no era algo extraordinario, era la biblia para niños. Pues mi madre era una cristiana "chapó", que hacía vida con su ejemplo. Y nos transmitió e inculcó muchos valores junto con una gran libertad. Otras veces eran fábulas con sus enseñanzas, otras muchas de la naturaleza, geografía, la belleza, la breve historia del mundo, solo sé que era gran pedagoga sin tener estudios superiores, pues sé que materias que he necesitado estudiar de adulta, me los transmitió ella en mi infancia; por eso ahora cuando porque la vida a dado un giro no dedican las mamas a sus niños tiempo para sus interrogantes, sus preguntas. Los duermen con el móvil, no con cuentos y rezando el Jesusito de mi vida, pienso que se pierden una parte muy especial en el cariño de sus niños.
Perdonar por haber hecho un paréntesis personal, y desviarme del tema central, pero así rompo el hielo de lo técnico anterior, hablábamos de los hábitos de lectura en este caso los niños, tiene que haber alguien que les haga descubrir el placer de la lectura. Un familiar, un amigo, un profesor.
Las tecnologías digitales facilitan llevar un libro consigo, incluso los audiolibros a pesar de la lectura automática, pero siempre y cuando no se encuentre otro tiempo, el sabor de un libro es como un vino de reserva tiene poso, cuando tu paras de leer el se detiene etc. no ocurre en lo anterior, él continúa si no lo pausas, y es más difícil la concentración. Yo reconozco que lo hago con mucha frecuencia, aprovechando trayectos, y, en otras ocasiones, compaginando tareas de la casa, siempre por ser el único tiempo
Quizás a influido mucho otras maneras más fáciles de entretenerse, como: No el uso sino el abuso de videojuegos. No quiero demoler estos, pero sí necesitan un control, pues hacen que se tenga menos imaginación, el mundo interior se desertiza, se depende de estímulos básicos en formas diversas, a veces se pierde la sensibilidad, el control del tiempo.
Yo tengo un recuerdo de infancia muy bonito. Eran los momentos en que nos reunía mi madre y nos leía con una entonación admirable, con atractivo de lo que nos transmitía, que jamás lo he descubierto en lo que a lo largo de la vida he oído y leído. Quizá es que escogía muy bien lo que lo que quería transmitirnos, nos mantenía hipnotizados, embobados, porque conocía y quería con toda su alma al público de edad diminuta que tenían clavados los ojos en su mamá, alguien insustituible a la que no sólo amábamos con ternura, sino que admirábamos como a un dios, alguien irreemplazable. Luego, siendo adulta, he dado vueltas a cuales eran estos temas, y realmente no era algo extraordinario, era la biblia para niños. Pues mi madre era una cristiana "chapó", que hacía vida con su ejemplo. Y nos transmitió e inculcó muchos valores junto con una gran libertad. Otras veces eran fábulas con sus enseñanzas, otras muchas de la naturaleza, geografía, la belleza, la breve historia del mundo, solo sé que era gran pedagoga sin tener estudios superiores, pues sé que materias que he necesitado estudiar de adulta, me los transmitió ella en mi infancia; por eso ahora cuando porque la vida a dado un giro no dedican las mamas a sus niños tiempo para sus interrogantes, sus preguntas. Los duermen con el móvil, no con cuentos y rezando el Jesusito de mi vida, pienso que se pierden una parte muy especial en el cariño de sus niños.
Perdonar por haber hecho un paréntesis personal, y desviarme del tema central, pero así rompo el hielo de lo técnico anterior, hablábamos de los hábitos de lectura en este caso los niños, tiene que haber alguien que les haga descubrir el placer de la lectura. Un familiar, un amigo, un profesor.
Las tecnologías digitales facilitan llevar un libro consigo, incluso los audiolibros a pesar de la lectura automática, pero siempre y cuando no se encuentre otro tiempo, el sabor de un libro es como un vino de reserva tiene poso, cuando tu paras de leer el se detiene etc. no ocurre en lo anterior, él continúa si no lo pausas, y es más difícil la concentración. Yo reconozco que lo hago con mucha frecuencia, aprovechando trayectos, y, en otras ocasiones, compaginando tareas de la casa, siempre por ser el único tiempo
Criterio para saber elegir
Cada año se editan miles de libros, Internet nos da la posibilidad de descargar económicos y a veces gratis. Ante tanta posibilidad y con evidente limitación de tiempo, se plantea el dilema ¿Qué leo? Existe una larga tradición de libros que educan a la vez que deleitan, otros son de evasión, a mi me va bien tener varios empezados según las circunstancias en que me encuentre, relajada, cansada, preocupada, de vacaciones.
A la hora de elegir, tened en cuenta que muchas empresas controlan negocios editoriales por lo que informan y dan prioridad a publicaciones de su grupo en detrimento de otros más valiosos editados por empresas más pequeñas, por eso no hay que dar una valoración exagerada a los primeros. Lo más vendido no es garantía de calidad. Irónicamente Charles Dickens escribió: «¡Hay libros de los cuales los lomos y la cubierta son con mucho lo mejor!» Querer estar a la última podría hacer escapar otros títulos más divertidos, inteligentes, o creativos.
Al igual que con las películas hacemos zapping, con los libros pasa igual hay que dar con los títulos que nos hagan disfrutar.
El lector que se asoma a un libro no cierra un contrato con el autor, que le impida leer en diagonal, llegar al final, hay que dar confianza al autor, pero si no me hago con el, cambio a otro.
Toda una vida no bastaría para leer los que se consideran clásicos. Entre ellos Aristóteles, Cicerón, Dostoievski, Chesterton… Se aprende a elegir como entre las amistades: Un libro discreto que si cansa de hablar deja. Un amigo que aconseja y reprende en secreto.
A la hora de elegir, tened en cuenta que muchas empresas controlan negocios editoriales por lo que informan y dan prioridad a publicaciones de su grupo en detrimento de otros más valiosos editados por empresas más pequeñas, por eso no hay que dar una valoración exagerada a los primeros. Lo más vendido no es garantía de calidad. Irónicamente Charles Dickens escribió: «¡Hay libros de los cuales los lomos y la cubierta son con mucho lo mejor!» Querer estar a la última podría hacer escapar otros títulos más divertidos, inteligentes, o creativos.
Al igual que con las películas hacemos zapping, con los libros pasa igual hay que dar con los títulos que nos hagan disfrutar.
El lector que se asoma a un libro no cierra un contrato con el autor, que le impida leer en diagonal, llegar al final, hay que dar confianza al autor, pero si no me hago con el, cambio a otro.
Toda una vida no bastaría para leer los que se consideran clásicos. Entre ellos Aristóteles, Cicerón, Dostoievski, Chesterton… Se aprende a elegir como entre las amistades: Un libro discreto que si cansa de hablar deja. Un amigo que aconseja y reprende en secreto.
Lucía Sanz
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